(viene del capítulo anterior)
Nico no tenía muchas ganas de salir. Es más, su temor era morir en coincidencia con lo sucedido a sus amigos. Sin embargo, armándose de valor, se colocó una chompa encima del polo y salió hacia el parque. No caminó mucho para darse cuenta que un hombre alto lo observa al costado de un árbol.
“¿Por qué ese rostro se me hace conocido?”, se preguntó el joven al mirarlo con detenimiento. “Porque yo estuve allí: fui testigo de los dos accidentes”, respondió el desconocido antes que Nico pudiera decir algo. Él se sorprendió no sólo que le hayan leído la mente, sino que los recuerdos de esos aciagos días se volvieran, de pronto, tan nítidos.
“¿Qué es lo que quieres de mí?”, preguntó otra vez el joven, esta vez más temeroso. El desconocido rió un poco, luego guardó unos segundos de silencio, y luego le dijo que se llama Dante. “Durante siete días podrás hacer lo que quieras, y después tomarás una decisión”, dijo el extraño y, como para que no quedaran dudas de su poder, se desvaneció en el aire.
(continúa)