(viene del capítulo anterior)
Nora, la esposa de Alfredo, salió a recibirlo apenas se dio cuenta que entraba por la calle. “¿Conseguiste el regalo?”, preguntó ella mirándolo muy ansiosa. Y no era para menos, porque había tenido que soportar los berrinches de Alonso por la incomprensible demora de su papá.
Alfredo respondió afirmativamente, le entregó el atrapasueños y le pidió que lo colocara sobre la puerta principal de la casa. Alonso, mientras tanto, cambió de ánimo cuando vio a su papá entrar y se abalanzó sobre él. Ambos se abrazaron y Alfredo le deseó un feliz cumpleaños. “¿Y dónde está mi regalo?”, preguntó el niño saltando de un lado a otro.
“Primero apaguemos las velas de la torta”, señaló el papá con una gran sonrisa. Nora encendió las velas del pastel que ya los esperaba en la sala, y los tres cantaron con gran alegría. A continuación, Nora le entregó a su hijo una caja envuelta. Alonso la abrió con mucha rapidez: el circuito ferroviario con trencito y baterías incluidos lo puso muy contento.
(continúa)