Átropos se levantó y trató de atacar con hechizos a Joel pero no pudo. El joven eterno no sólo se había apoderado del Báculo Dorado: también vestía la armadura de Chronos. Las piezas de platino, con motivos griegos, iluminaban toda la extensión del templo.
“No puede ser”, gritó la Moira desafiante, “¡tú no puedes dominar el tiempo!”. “Si Chronos me dio el báculo, es porque sabía que podía hacer esto”, dijo Joel y extendiendo el arma hacia su adversaria, lanzó un rayo que la dejó inconsciente unos minutos.
Átropos despertó y, viendo que aún estaba viva, decidió amenazar a Joel. Iba a utilizar sus poderes, pero no logró nada: sujeta al suelo del salón con largas cadenas, la Moira sólo atinó a ver al joven eterno sentarse en el Trono del Tiempo.