(viene del capítulo anterior)
Memo duda unos segundos en empujar la cortina. Finalmente lo hace con rápido impulso. Lo que ve lo llena de estupor: un cuerpo desfigurado está en la bañera. Memo voltea la mirada y se encoge hacia la salida del baño, no resiste más y vomita la comida que quedaba en su estómago. Llama a la policía desde su celular para reportar el macabro hallazgo.
Luego de unos minutos, un patrullero llega a la casa. Memo recibe a los dos policías que han venido a auxiliarlo. El joven los dirige hasta el baño y les enseña el cuerpo. Los uniformados llaman por refuerzos y le piden a Memo que se quede en la puerta principal de la casa para que ellos lleven a cabo las diligencias. Uno de los policías se le acerca para hacerle las preguntas pertinentes.
Como dos hora después, y tras un desfile de policías, forenses y demás oficiales, Memo es conducido hacia la comisaría de la zona. Aún trastornado por lo que ha visto, él espera sentado en una de las sillas. La imagen no se borra de su mente. “¿Realmente mi amigo está muerto?”, piensa para sí y finalmente se pone a llorar.
(continuará)