(viene del capítulo anterior)
Memo avanzó con Gerardo hacia el hombre y se sorprendió por la excesiva reverencia con la que su amigo saluda al jefe de la empresa. El señor se levantó de su asiento y se acercó a Memo. “Mi estimado amigo, me llamo Aníbal y me gustaría preguntarte algo”, se identificó y entró en confianza con el recién llegado.
Aníbal le preguntó si quería trabajar para él. “Sí”, fue la respuesta convencida que dio Memo sin dudar, animado por todo lo que su amigo le había contado previamente. Gerardo, por su parte, suspiró aliviado. “Bien dicho, estás dentro”, y dirigiéndose a Gerardo, le pidió que le indicara cuál sería el plan para la próxima semana.
Los amigos se despidieron de Aníbal y salieron rápido de la oficina, sobretodo Gerardo, que tenía una prisa increíble. Mientras le conducía a uno de los módulos, Memo le preguntó por qué la premura de todo esto. Gerardo se quedó callado unos instantes, la tensión le había ganado.
“Tengo que ordenar mis cosas. Mañana hago un último viaje para la compañía”, se excusó su amigo, regresando a explicarle otra vez las funciones que va a realizar.
(continuará)