(viene del capítulo anterior)
Son las siete de la noche y César aún se nota preocupado. Es verdad que ya se encuentra en camino hacia donde Camila. Lo malo es que ya ha salido hace más de media hora y, a pesar de haber conseguido asiento, el tráfico le carcome la paciencia.
“El reloj que avanza y este bus que no”, se lamenta César. El tiempo transcurre y él se siente cada vez más impotente ante la incómoda circunstancia. Mira por la ventana ansioso. Siente que si camina desde ese momento, podrá llegar a tiempo.
Se decide y baja del bus. Comienza a caminar con cierto apuro pero esperanzando en que verá tranquila a Camila. Así pasan varios minutos, en los que cree estar ya muy cerca, hasta que llega a la esquina y ve otra cuadra por pasar. “Creo que calculé mal”, se dice internamente, al tiempo que comienza a correr para llegar temprano.
(continuará)