(viene del capítulo anterior)
Son las cuatro y media de la mañana. Anderson se levanta con renovados ánimos. Algo en su cabeza le dice que encontrará algo importante para el caso. Se dirige con otros dos salvavidas a inspeccionar los sectores de la playa aún no observados. Nadan primero hacia el extremo sur, pero luego de un par de horas no encuentran nada.
Dejan ese sector y se dirigen hacia el extremo norte. Al inicio ninguno de ellos encuentra algo relacionado con la joven. Sin embargo, Anderson se niega a darse por vencido. Nada un poco más al norte y para observar algo que llama su atención. “Regresa, no hay nada allí”, le gritó uno de ellos. Anderson no lo escuchó: sigue concentrado en su empeño de llegar hacia lo que ha visto.
Su compañero decide no dejarlo solo y nada para alcanzarlo. Ve que se aproxima hacia unas rocas y, luego de unos minutos, consigue llegar hasta donde Anderson está. Mira bien y encuentra que, encima de la roca, hay un trozo de tela. “Creo que es de la misma ropa de la chica”, afirmó Anderson y se puso a examinar los alrededores.
(continuará)