(viene del capítulo anterior)
“Pucha, lo sentimos man”, dijo uno de sus compañeros poniendo una mano sobre su hombro. “Sí pues, ya quisiera que sólo hubieran sido Lidia y Sofía”, respondió Gonzalo y dejó estupefacto a todos. “¿Acaso hay más?”, repreguntó uno de ellos sin creer lo que dijo.
“Por supuesto”, comentó el desafortunado oficinista y mencionó sus casos emblemáticos: Clara, la estudiante de su curso de italiano; Miriam, la bella estilista de la peluquería; Cintya, la chatita de la tienda; Sonia, su mejor amiga de la universidad…
Uno de ellos alzó la mano y pidió la presencia del mozo. “¿Desea más chelas?”, preguntó casi de forma retórica. “Sí joven, dos cajas más por favor”, señaló el amigo poniendo un billete de cien en sus manos. Estaba seguro que la noche sería larga, muy larga…