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(viene del capítulo anterior)
Lidia aún no sale de su asombro. Mira a Gonzalo con cierta repulsión por lo que hizo y por qué lo hizo. “¿Qué estás haciendo? ¡Pudiste haberte matado!”, fueron sus frases de reclamo a quien había subido de esa manera.
“Sí, lo siento, pero tenía que hablar contigo”, respondió Gonzalo dándose cuenta del peligro al que expuso a todos. “Bastaba con que me hubieras llamado”, le retrucó ella viéndolo ya como una seria amenaza de la que se tiene que deshacer.
“Lidia, disculpa pero ya estoy aquí. Hablemos”, fue su débil argumento de convencimiento. Lidia le lanzó una mirada de estupor y esa fue toda su contestación. Para Gonzalo fueron los treinta minutos más largos de su vida… y los pasó en silencio.
(continuará)