Noche lúgubre (capítulo ocho)

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(viene del capítulo anterior)

“Laura, te lo pido, quedémonos un rato más, hasta que te sientas mejor”, dijo Carlos algo ansioso. “No ya, es muy tarde, es mejor que me vaya”, retrucó ella y se disponía a irse sola, cuando él le pidió acompañarla a tomar un taxi.

Ella aceptó y los dos salieron por la puerta del bar. Como no vieron ningún carro llegar, caminaron en dirección al parque. Carlos empezó a contar algunas anécdotas graciosas, haciendo que ella se riera a carcajadas mientras recorría el sendero de hojas caídas.

De pronto, Laura se sintió cansada y quiso sentarse en algún sitio. “Déjame descansar un par de minutos”, fue lo que dijo al divisar una banca y sentarse a recuperar el aliento. Al verla tan indefensa, Carlos iba a sacar el puñal cuando la oyó reírse de una forma muy extraña.

Los ojos de Laura rápidamente se oscurecieron y, con una voz que parece provenir de muy lejos, habló: “Yo ya sé que vienes a matarme”.

(continuará)

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