(viene del capítulo anterior)
Casiopea se sonrojó y Meli estalló en risas al ver el color de su cara. “Disculpa amiga, ya vuelvo”, se levantó y se dirigió directo a los servicios. Entró y se dirigió hacia uno de los lavabos. Se echó un poco de agua a la cara y miró de frente al espejo. “Tranquila, que esto se resuelve conversando”, se dijo y volvió de lo más relajada hacia el café.
Encontró a Meli escribiendo mensajes por su celular. Sio le pregunta quien le escribe, pero su amiga sólo le responde que es un amigo al cual va a ver más tarde. “En fin, tengo cosas que hacer, ¿nos vemos mañana?”, preguntó Sio con cierta ansiedad, a lo que Meli respondió con un sonoro “sí” y una cariñosa despedida con abrazo incluido.
Mientras Casiopea se va a su casa a pensar echada sobre su cama, Meli toma un taxi que la lleva hasta el otro lado de la ciudad. Se baja en un parque y se sienta en una de las bancas a la espera de su amigo. Aunque siempre atenta, no se percata de su presencia hasta que él la asusta apareciendo por detrás.
“¡Qué pesado!”, dice ella con una queja entre risas. “Y bien, ¿es verdad que Alberto se enamoró?”, señaló Sergio con cierta malicia. “Y… ¿te parece si lo hablamos luego?”, respondió ella tomandolo de su mano y se fueron caminando a un lugar más privado.
(continúa)