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No hay excusa, no hay perdón
para esas lágrimas
que hoy derramas
en profundo silencio.
Las explicaciones que surgen
son palabras vacías
ante las que vacilo
porque no son verdad.
Ni el intento
tan doloroso, tan fallido,
de ocultar lo cierto
se me hace suficiente.
Sigues llorando
con amarga tristeza,
gruesas gotas
que no dejan de caer.
Y no puedo, y no entiendo,
y me alejo de allí,
porque no puedo creerlo,
ni quiero verte más.