(viene del capítulo anterior)
Es la mañana del día siguiente. Alberto despierta con sus manos abrazando el cuerpo de Casiopea. Se siente extraño: no es la primera vez que duermen juntos pero sí la primera que no está seguro. “¿Fue sólo por placer?”, se pregunta en su cabeza mientras sus manos acarician a la bella durmiente.
Más tarde, el se levantó dejándola soñar, se vistió y se fue hacia su casa para darse un duchazo. Por lo general se quedaba más tiempo para poder conversar con Sio, como cariñosamente la llama, pero no esta vez. La duda lo había golpeado con fuerza y sólo esperaba que las gotas de agua le ayudaran a calmar su tormento.
El fin de semana no había terminado aún pero Alberto ya tenía concertado un almuerzo con uno de sus mejores amigos, Sergio. habían estado hablando sobre algunos proyectos y también de ‘otros temas’. Durante un receso bebiendo un sorbo de agua, Sergio fue directo al grano: “¿y cómo van las noches con Casiopea?”.
(continúa)