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Es raro verte
sentada frente a mi,
ahora que te enojas,
ahora que pides una explicación.
Mis ojos inexpresivos
te miran fijos por última vez
y mi voz aturdida
se vuelve fuerte.
“No puedo ya seguir,
seguir con esta vida,
con esta pesadez,
con este aburrimiento.
Así como lo oyes:
me cansé de esperarte,
me cansé de buscarte,
me cansé de agradarte.
Ya no puedo verte
de la misma forma,
no quiero más herirte,
no quiero que sigamos.”
Me levanto de la mesa
buscando mi destino,
y tus lágrimas caen
señalando mi camino.