(viene del capítulo anterior)
Nico despertó en medio de la noche, cubierto por un sudor intenso. A su lado, su madre se alegra que por fin hay despertado mientras lo atiende debajo de las luces prendidas de su habitación. “Te dio fiebre y estuviste dormido por dos días”, le explicó ella la situación. Nico sintió que su cabeza le dolía un poco y pidió un poco de agua. “Entonces, mañana es… “, preguntó el joven y su madre respondió afirmativamente.
Más que pensar, Nico decidió que necesita actuar. Yendo al baño a secarse el sudor con una toalla, vuelve a la habitación a colocarse un polo limpio y una capucha gris encima. “¿A dónde te vas?”, le recrimina su madre por su intempestiva acción. “Tengo algo que hacer mamá”, dijo ante la puerta y giró la perilla para abrirla, y antes de salir, volvió a mirarla y le prometió: “Volveré pronto”.
Su madre rompió a llorar en la sala, mientras él ganó rápidamente la esquina y subió a un bus. Se había sentado en un asiento doble, al costado de la ventana. Dos minutos más tarde, alguien se sentó a su costado. “Creo que vamos al mismo sitio”, dijo la voz a su costado. Nico volvió a verlo y tragó saliva: Dante en persona lo había encontrado.
(continúa)