El viejo en la banca blanca (capítulo siete)

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(viene del capítulo anterior)

Durante el almuerzo, ni Erik ni mi abuela dijeron nada. Aún así, la expresión en sus rostros era tan elocuente, que seguramente me pedirían una explicación. Así que, como si hubieran tenido una conversa previa, ella se quedó sentada en la mesa y él se acercó hasta mí para hablarme.

El señor Erik fue directo al grano:”Tu abuela me contó sobre tu comportamiento anoche… y quiero saber si te encontraste con ese vago”. Aunque traté de negarlo, era evidente que mi silencio y un leve sudor me delataron. Me eché a llorar y le confesé que le había dado una probada al cigarrillo que me había invitado.

El viejo me abrazó y me aconsejó no volver a hacerlo.  “No, no volverá a pasar”, le dije más tranquilo. Satisfecho con mi respuesta, me acercó hasta mi abuela y se retiró de la casa. “Tengo unos asuntos que atender”, fue su breve excusa, abrió la puerta y se fue.

(continúa)

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