El viejo en la banca blanca (capítulo tres)

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(viene del capítulo anterior)

Eran como las cuatro de la tarde, y el señor Erik consideró que ya era tiempo de irse. Se despidió de mi abuela, pero yo aun ansiaba conversar un rato más con él. “Está bien”, afirmó el hombre y salimos por la quinta hasta el parque. Nos quedamos hablando y riendo por un buen rato, hasta que volteó la cabeza y su gesto amable cambió.

Miré hacia donde él había visto. Un joven con ropas medio sucias y desgastadas venía en hacia nosotros. Tenía en su mano una especie de cigarillo humeante. “Hola niño, mis amigos y yo queremos invitarte a hablar con nosotros”, dijo el desaseado e indicó con su dedo a un grupo de personas que se encontraban fumando.

Al instante, el señor Erik se paró de la banca y encaró al tipo. “El niño no quiere hablar con ustedes, ¡fuera de aquí!”, me defendió él con toda firmeza. Esta reacción molestó un poco al desaseado, pero esbozó una sonrisa. “Ya nos veremos luego, niño”, apenas dijo el joven y se retiró donde sus amigotes.

(continuará)

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