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(viene del capítulo anterior)
Sostenido apenas por sus brazos, Eduardo escuchó una voz. “O te lanzas a ese hueco o miras cómo te disparo entre los ojos”, dijo el hombre de pie. Eduardo no tuvo dudas al oir esas palabras: era Sergio, alias Ricardo Cornejo, quien así lo amenazaba.
“Si sólo te hubiera encontrado”, respondió Eduardo esforzándose por sostenerse. “Pero no lo hiciste y ese fue tu error”, señaló Sergio con voz muy segura. El silencio se apoderó unos segundos de ese espacio antes que Sergio le preguntara si ya había tomado su decisión.
Entregado a su dolor, Eduardo levantó su cabeza y lo miró con furia. Allí estaba el joven, tranquilo pero triste, sí, ya sin lágrimas que derramar. Eduardo oyó el revólver dispararse… y no pudo ver más.