(viene del capítulo anterior)
“Parece que saliste muy rápido, sobrino”, fueron las primeras palabras de Rodolfo al encontrarlos comiendo. “Sólo quería salir apenas oí los disparos”, lo excusó Constanza con esa breve respuesta. El patrón sopesó las palabras de la muchacha, y finalmente puso una mano sobre el hombro de Lucho.
“Bien hecho sobrino”, continuó palmeándolo Rodolfo y les pidió que ya todos regresaran a la hacienda. Constanza regresó en una camioneta con el patrón, mientras que Lucho y González fueron en la otra. Aunque el muchacho le preguntó por su “demora”, el capataz no dijo nada.
A la mañana siguiente, González encontró a Lucho muy temprano en uno de los sembríos. “El patrón está agradecido con haber recogido a su señora…”, cortó su anuncio con una cara de extremo desaliento.
Lucho preguntó si había un pero. “Pero cree que fue muy arriesgado: ordenó que sigas practicando tus disparos hasta una próxima oportunidad”, dijo por fin el capataz y le entregó otra vez un revólver.
(continúa)