Comitiva en Jarumarca (capítulo tres)

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(viene del capítulo anterior)

Camilo se dejó llevar hasta estar al costado del féretro. A pesar de la difícil enfermedad que sufrió, su padre tiene un semblante tranquilo. Aquel rostro conmueve la dureza de Camilo, quien lloró unos segundos con su mano sosteniendo la mano de Nicanor.

Eleuterio, su primo, viendo su desahogo, le pone la mano en el hombro: “Ven, vamos a la cocina para que comas algo”. Camilo se seca los ojos y acepta seguirlo. Ya dentro de la cocina, Valeria, la esposa de su primo, le da el pésame y le sirve un caldo de cabeza de res en un plato hondo.

“Tome primo, para que se recupere del viaje”, dice la señora de forma muy tierna, algo que le hace sonreír a Camilo. Una vez sosegada su boca tras beber la sopa, el hombre fue directo al grano: “¿y quiénes son esos indeseables que me están buscando?”.

“Son los tres hijos de Sifuentes”, señaló un pálido Eleuterio y agregó, “vinieron hace un rato y advirtieron: que ellos no pararán hasta que tú pagues”.

(continuará)

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