[Publicación nº 500]
“Y bien guapo, ¿estás dispuesto?”, Elisa le dijo con voz sensual y una mirada retadora. Paul se lanzó a la cama y disfrutaron con ganas hasta que se cansaron. Un par de horas más tarde, Elisa se despertó. Cubierta con la sábana, sólo vio a Nina dormir profundamente.
“Paul, ¿dónde te has metido?”, preguntó antes de levantarse y caminar por el pasillo hacia el baño. Encontró la puerta juntada del baño y preguntó de nuevo. “No entres, por favor”, le respondió él con infinita tristeza. Ella no hizo caso y entró en el baño.
El joven mantenía la cabeza agachada y sus brazos apoyados sobre el lavadero. “Te dije que no entraras”, gritó Paul levantando la vista. Elisa sintió horror al mirar su rostro, y volteó hacia el pasillo intentando correr y refugiarse en el cuarto. Pero era tarde: Paul la alcanzó y le apretó con fuerza el cuello.