“Por la cartografía de las estructuras del poder y las aceradas imágenes de la resistencia del individuo, su rebelión y derrota”
Con estas palabras, la Academia Sueca anunció al mundo el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa (MVLL), nuestro ilustre escritor. Dicho galardón, al que había sido voceado tantas veces pero que el fue notoriamente esquivo durante años, le será entregado justa y finalmente este 10 de diciembre. De esta manera, también termina el morbo sobre su ideología política para negarle el Nobel, toda vez que se ha concentrado su mérito en el conjunto de su obra literaria.
MVLL, en el plano intelectual, ha desarrollado los distintos tipos literarios como el ensayo, el teatro y, sobretodo, la novela, de la cual tenemos ejemplos elocuantes como “La tía Julia y el escribidor”, “La ciudad y los perros”, “La Casa Verde”, “Conversación en La Catedral” y “La guerra del fin de mundo, acaso su libro más ambicioso en el propósito de encontrar “la novela total”.
En el plano político, MVLL representa esa “rara avis” del escritor comprometido con su tiempo y realidad social, no sólo en lo concerniente a lo peruano sino también en el ámbito mundial. Otrora admirador de la Revolución Cubana, ideas de las que renegaría luego por la opresión del régimen castrista, Vargas Llosa separa su ideal de libertad de su credo político y denuncia los gobiernos dictadoriales, tanto de izquierda como de derecha, así como las injusticias sociales subsistentes.
Por mi parte, sólo queda comentar que, al margen de cualquier discrepancia ideológica, desde este blog saludo fervientemente la premiación de la obra voluminosa, exuberante, humorística y muy humana de Mario Vargas Llosa, que no es una simple luz sino un alto faro que guía y guiará las nuevas generaciones de escritores peruanos y latinoamericanos.