Entre Emi y Rodri: una chica llamada Giuli (capítulo cuatro)

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(viene del capítulo anterior)

Se pusieron de acuerdo y, tres días después, avanzaron con uno de los cursos. A partir de allí y durante los dos meses siguientes, las visitas de estudio se hicieron tan frecuentes como largas, quizá porque Rodrigo no se hacía entender muy bien, quizá porque Emilia hacía como que no le captaba del todo.

Sin embargo, este mismo tiempo que aprovechaba Emilia en tener a Rodrigo cerca, era el mismo que para Giuli significaba una incómoda ausencia. Un día que pararon a tomar café en una banca del centro comercial, ella decidió poner puntos sobre las íes. “¿No crees que estamos pasando menos tiempo juntos?”, le preguntó ciertamente fastidiada.

Rodrigo se quedó callado un momento. Había pensando que algún día su relación se iría al tacho, pero no estaba consciente de que ocurriría tan pronto. Como admitiendo lo sucedido y sintiéndose repentinamente muy cansado, levantó sus manos y ocultó su cara entre ellas. Luego, las pasó asiendo su cabello mientras inclinaba los codos sobre sus rodillas.

“No te preocupes”, habló él en tono conciliador, “mira que ya acaba el semestre y sólo pensaremos en los dos el verano que ya viene”. La expresión de Giuli cambió: su rostro pareció relajarse un poco, ceeró los ojos y exhaló un tenue suspiro. “¿Me lo prometes?”, preguntó ella un tanto más tranquila. “Sí”, respondió él, dándole a su enamorada un abrazo fuerte que contrastaba con su desconcertada cara…

(continúa)

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