Entrevista en la casa gris (capítulo tres)

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(viene del capítulo anterior)

“Adelante”, me señaló el hombre flaco y canoso. Pero eso no fue lo más sorpresivo, sino la casa. Pensé que estaba viendo una ilusión, así que decidí ponerme los lentes. No era mi imaginación: la fachada estaba perfectamente limpia y libre de maleza, mientras la pintura gris hacía juego con el fresco ambiente de la media mañana.

Todavía un tanto incrédulo, entre en la casa que menos de un minuto había dejado. Definitivamente era otra. La puerta principal no chirrió y los muebles de la sala mostraban una inusual finura, así como el reluciente piso. “¿Cómo es esto…?”, iba a preguntarle a mi interlocutor cuando caminé hacia la cocina.

Observé que las vitrinas, inmediatamente antes desvencijadas, guardaban pulcras los platos. Igualmente, cuando me acerqué a las escaleras, la baranda estaba barnizada y los peldaños eran firmes. “Si quiere puede subir al segundo piso, la cama está ordenada y el espejo sigue siendo un solo mueble con la mesa de noche”, dijo Dante.

Trataba de entender en mi cabeza cómo era posible que una casa sucia y dañada, de un momento a otro luciera limpia y en todo su esplendor. “Este es un escondite, y es mágico, así que fácilmente no hubiera comprendido”, señaló Valera como leyendo mi pensamiento, “pero no es por esto que ha llegado hasta aquí”.

Ciertamente, el misterioso escritor me había concedido esta entrevista porque tenía algo importante que anunciar. Pero fue tal el impacto de la pequeña frase en mis oídos, que me desplomé en el sofá de sólo escuchar: “me retiro”…

(continúa)

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