Sí, ayer fue un día muy frío. Como aquel día que me abrigaba dentro de la cama tratando de imaginar un sueño que de pronto mi primo Willy interrumpió. Eran las seis de la mañana, y un sonoro golpear del cucharón de madera contra una olla destruía las insensatas fantasías que no he vuelto a recordar. Y, sin embargo, sí recuerdo aquella sonrisa alegre y contagiosa que nos parecía socarrona por sacarnos del letargo.
Y como esa vez, hoy a las seis de la mañana nos volviste a despertar, no con golpes de olla, no con tu sonrisa serena, sino con aquella llamada sentida que nos anunció tu partida. Pensar que ayer te fui a visitar, teniendo otras cosas también urgentes que hacer, pero me dijeron que estabas muy enfermo, que tal vez no te volvería a ver. Y fui a tu encuentro, deseando que te alcanzara para poder despedirme. Y pude hacerlo.
Y hoy como aquel martes, volveré a tu lado, primo Willy. No hablarás, mas no será necesario: el mensaje ya fue enviado. Y las diferencias y discusiones, quedan olvidadas. No sé si pueda dormir hoy. Pero, si lo hago, será con la convicción que, desde el cielo, el sonido de un cucharón contra una olla me habrá de despertar…
[A los estimados lectores:
El Blog de Héctor Sánchez entra en receso por el luto de quien escribe. Les pido su mayor comprensión en este difícil momento. Y, como la vida continúa, vuelvo la semana próxima con la continuación de las historias.
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