Tal como se veía venir, finalmente el congresista aprista Aurelio Pastor dejó de ser ministro de Justicia la noche de ayer. La gota que había rebalsado el vaso de su ya frágil permanencia en el gabinete fue la entrevista que dio la tarde de ese mismo martes 16 cuando difamó sin pruebas al Grupo El Comercio por querer sacarlo del ministerio arguyendo intereses económicos.
Entonces, Pastor, que ya había patinado el fin de semana cuando pidió que se forme una comisión en el Congreso que investigue las supuestas irregularidades de la venta de América Televisión al Grupo El Comercio y sus asociados basado sólo en rumores, fue cuestionado incluso por sus propios compañeros de bancada, quienes rechazaron sus imputaciones. Por lo que lo ocurrido ha sido en verdad un despido por parte del Gobierno para curarse en salud y no agrandar más sus polémicas declaraciones.
Ciertamente, muchos no comparten la forma cómo El Comercio informa o la línea editorial que maneja. Pero esto no debe motivar para que personajes como Pastor, parlamentario joven, arruine su carrera política en un puesto como en el de ministro donde cada declaración debe ser prudente y objetiva. Cometió ese tamaño error y ahora sólo le corresponde salir por la puerta falsa.