Han pasado ya 2 años desde aquel fenómeno de la naturaleza, y la conlusión parece ser que, la tragedia no fue sólo los cerca de 600 muertos del fatídico 15 de agosto del 2007, sino que se sigue replicando en cada día que pasan los pobladores de las ciudades y pueblos castigados por el sismo: casas de esteras y plástico, certificados de beneficiarios que parecen sólo eso -un papel- y gobiernos locales y central que no encuentran los mecanismo adecuados para iniciar la verdadera reconstrucción.
Porque, si bien ya nuevos hospitales y colegios están construidos o por terminarse, son los pobladores directos los que no tienen un techo digno donde dormir quienes han tenido que esperar 24 meses para que el ministerio de Vivienda se comprometa, a través del ministro Francis Allison, a iniciar las obras para las nuevas casas. Lo cual, de paso, deplora profundamente la insensible actitud mostrada por las constructoras, las que movidas por insuficientes fondos u otros intereses subalternos, no hicieron nada en todo el tiempo transcurrido.
En los días previos a este aniversario han venido ocurriendo protestas y bloqueos de carreteras para demandar una pronta acción de las autoridades. Más allá del fracaso del FORSUR y de las ineficiencias de los distintos estamentos del gobierno, se espera que las promesas, hoy renovadas, por parte de las autoridades, no caigan en saco y los nuevos recursos, provenientes del crecimiento económico, otorguen a estas familias necesitadas el justo techo que les corresponde, que notengan que malvivir otro año más.