(Debo reconocer que mal no te va, pero cuestiono que no seas lo suficientemente aplicado para las lecturas. En principio pueden parecer fáciles pero, a medida que avancen las semanas, el material ni será muy “easy” ni será muy poco.)
El hecho de que no lea con tanto ahínco no significa que no haga el esfuerzo. Además, hasta el momento, un poco de relax no hace daño: entre hora y hora una llamada a los amigos, una conversa informal, un rato de tele o un juego de compu. Me verás lúdico pero lo cierto es que respondo.
(Claro que respondes y respondes bien, mas una cosa son las calificadas y otra los exámenes. Tantas consultas, difícil que te otorguen. Es mejor tener a conciencia los conocimientos aprendidos; no vaya a ser que el coco se te blanquea y la tembladera no sea del frío sino de la angustia.)
Que ni por un segundo dudes que no soy un descuidado, un malandro, un vago que los lugares de su jato recorre como si el estudio no importara. Tres horas antes de la prueba estoy más concentrado, más fresco, más atento. No creas en todo lo que percibes, mira que te engañas si sales del contexto.
(Del contexto no me salgo, sólo opino lo que veo, y sugiero que no seas tan sobrado con los hechos. La confianza en lo leído no se construye de memoria: se discute, se analiza, se aprende y se cuestiona. No pienses que con media hora se repasa un semestre. Ay de aquellos que, confiados como tú, muy mal terminaron. Bicas y tricas no es mi deseo, así que ahí tienes mi consejo.)
Bueno, está bien. Gracias por el exhorto. ¿Qué horas son?
(Son las cinco en punto.)
¡Qué chévere! Tres horas más de descanso.
(¿Comenzamos con la “despuesitis”?)