[Advertencia: Luis Deryta no se solidariza con las reflexiones vertidas por Hector Sánchez en su momentos depresivos, los cuales distorsionan su pensamientos con rabia y desolación.]
Quien vio la película El Efecto Mariposa, recordará los infructuosos intentos de Evan por mejorar su vida y la de la mujer que ama, modificando los espacios de su mente en blanco, aquellos recuerdos que borrados por cierta amnesia, intenta cambiar a través de su conocimiento ulterior.
Todos los días me repito por qué: ¿por qué no dije que la quería? ¿por qué no la besé? ¿por qué no intenté ser más simpático? ¿por qué soy tan sincero, tirando por la borda mi prudencia? ¿por qué realizo lo necesario cuando puedo hacerlo magnífico? ¿por qué no la acompañé al paradero, sabiendo que buscabas algo más que un amigo? ¿por qué no salgo a la calle y me divierto a mis anchas? ¿por qué me fui? ¿por qué me quedo? En fin, ¿por qué no me arriesgo si el resultado es imprevisto?
Cierto es que nadie está dispuesto a sufrir, y sin embargo, se sufre. Me flagela todo aquel dolor del retraimiento, del decir no. Yo no tengo el poder de cambiar las cosas, por eso sueño despierto, para que algunos sueños no se conviertan en realidad. Como aleteo de mariposa, llega el caos.