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Carlos H. Hurtado Ames
La ciudad de Jauja es una de las más antiguas que se establecieron en los territorios anexados a la Monarquía Española en el siglo XVI, conocidos como las Indias. Se la fundó en octubre de 1533 y abril de 1534, con la denominación de “Muy noble ciudad de Jauja”, dándosele la categoría de capital de Gobernación. El emplazamiento se realizó al costado del centro administrativo inca Hatun Xauxa, que deslumbró y maravilló a los españoles.
Desde ese momento hasta el presente, ha tenido un proceso amplio y sumamente complejo, que abarca un horizonte temporal de casi quinientos años, aunque el pasado histórico se remonta mucho más atrás, cuando fueron principales actores los Xauxa, el grupo étnico que pobló este lado del valle. Como es obvio, en Jauja se respira historia por todos lados. Desde los formidables centros arqueológicos Xauxa, como Tunanmarca, Hatun Malca o Huajlasmarca; el enorme y fascinante sistema de colcas de Hatun Xauxa y la misma ciudadela inca; las diversas edificaciones de la ciudad en la colonia y la república, que le dan un particular aire de ciudad andina/ciudad colonial. Nos centraremos brevemente en esto último.
A pesar de que la ciudad se fundó en los primeros años del coloniaje, el origen del emplazamiento urbano actual es de 1565, cuando se movió la ciudad unos kilómetros de su antigua ubicación a la actual, en un hecho muy usual de esos tiempos. El nuevo emplazamiento, debido quizás a la poca población española que quedó en la región luego de que se trasladara a la costa la capital al fundarse la Ciudad de los Reyes (la Lima de hoy), tuvo la categoría de pueblo de indios, con la denominación de “Santa Fe de Hatun Xauxa”. Por avatares propios de la organización política interna del virreinato, en 1784 se le da la categoría de villa. El privilegio de ciudad lo volvería a obtener luego del proceso de la independencia el 6 de abril de 1822, ratificada el 5 de febrero de 1828, con lo que se iniciaría un nuevo proceso que se caracteriza por el influjo de la modernidad de distintas maneras y en distintos tiempos.
Como es evidente, en todos estos procesos, han surgido una serie de edificaciones y espacios que se constituyen en el Patrimonio Histórico Urbano de la ciudad. Uno de los más importantes está constituido por la arquitectura religiosa, que se resume en la Iglesia Matriz y la Capilla de Cristo Pobre. La Iglesia surgió, como es claro, con el emplazamiento de 1565. A lo largo de su historia ha tenido una serie de modificaciones, tanto interna como externamente, siendo la más notable la realizada por los Canónigos Regulares de la Inmaculada Concepción, desde 1914 hasta 1934. La capilla de Cristo Pobre, por su parte, inició su construcción en 1920, inaugurándose en 1922, y terminándose los trabajos en 1928. De igual forma, ha tenido una serie de intervenciones, siendo la más notable la realizada en la década de los ochentas del siglo pasado, debido al deterioro de varios elementos de la infraestructura.
Otra parte del Patrimonio Monumental de la ciudad son las diversas casas y casonas coloniales que se construyeron en la colonia y en la república. Las más importantes y mejor conservadas se encuentran en el denominado Centro Histórico o Zona Monumental, que comprende, prácticamente aunque con algunas variantes, la delimitación de la cuadrícula del trazo original de la ciudad. Las casas coloniales eran principalmente de un piso; es en la república que se generaliza los ambientes de dos niveles, las que a la vez son los que definen el paisaje urbano de Jauja debido a su mayor número. Por lo general, este tipo de casonas disponen de zaguán y patio principal; sus fachadas son de estilo neoclásico; las puertas y ventanas características de los segundos niveles poseen carpintería de madera, siendo de estilo neoclásico compuestos por pilastrillas en las jambas y entablamentos.
Los espacios públicos también son parte del Patrimonio Urbano de Jauja. Se trata de ambientes por donde discurre la mayor parte de la sociabilidad de la comunidad. Concretamente, se reducen a dos: la Plaza de Armas y el conjunto que conforma la Plazuela de Santa Isabel, el Arco y la Alameda. Indudablemente que el emplazamiento de la Plaza Mayor fue ideado cuando se trazó la misma ciudad hacia 1565. La Plaza era el centro del poder y la interacción social. Ahí estaba la Iglesia Matriz, el Cabildo y Ayuntamiento, la Gobernación, la Cárcel y las casas de los vecinos más encumbrado. Las principales evidencias muestran que era el mayor espacio de sociabilidad; ahí se realizaban las Corridas de Toros hasta el siglo XIX y es muy probable que, desde la colonia, fuera el lugar donde se realizaran periódicamente las ferias. También era el lugar donde se desarrollaban o convergían las diferentes fiestas de acuerdo al calendario festivo anual de la ciudad.
Actualmente la Plazuela de Santa Isabel, que también se le suele denominar como de La Libertad, el Arco, al que se le suele designar con el mismo nombre, y la Alameda son parte de un mismo espacio público. La Plazuela también tenía funciones propias de un espacio de sociabilidad, aunque no en la dimensión de la que tuvo la Plaza de Armas. Hay algunos testimonios, sobre todo de carácter oral, que advierten que ahí se realizaban también corridas de toros y el baile de la Tunantada, antes que se traslade al distrito de Yauyos. El Águila que aparece en el monumento que se ha colocado al medio, data de 1921 y fue confeccionado para conmemorar el Centenario de la Independencia. Es de señalar que, con este motivo, se cambió el nombre del barrio por el de La Libertad.
Finalmente, aunque no lo hemos señalado explícitamente, está implícito que las mismas calles de la ciudad son parte de este Patrimonio. Dos son las más importantes, la de Junín y la de Grau, antiguas calle Real y calle de Mercaderes, respectivamente. Desde siempre fueron por donde se concentró el transito, el comercio y la tertulia. Por la calle Real se iba a la Estación de Tren, el más importante medio de comunicación de Jauja durante el siglo XX; y por Mercaderes se iba al Cementerio, por lo que fue una calle netamente ritual, donde, además, se ubicaron los comercios más importantes de antaño.
Como se puede apreciar, se trata de un Patrimonio ingente que no ha sido valorado en su integridad hasta ahora. Por lo mismo, un proyecto de recuperación se constituye en la alternativa más adecuada y óptima. En la medida que se valore adecuadamente nuestro pasado, conociendo y entendiendo lo que hemos sido, las posibilidades de estructurar un proyecto de desarrollo real serán más claras.
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