Las calles de Jauja

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Balcon de Jauja

Carlos H. Hurtado Ames

Como es evidente, las mayor parte de las calles de Jauja surgieron con el trazo a manera de cuadrícula que se le dio a la ciudad; es decir, en 1565, cuando se estableció el pueblo de indios “Santa Fe de Hatun Xauxa”, una suerte de prolongación de la “Muy noble ciudad de Jauja” de 1534, aunque con otra ubicación. Sin embargo, no todas han tenido la misma importancia en su historia urbana. Prácticamente, dos son las que han sido como el eje central del movimiento económico y la sociabilidad jaujina, reflejada en el hecho de caminar por ellas sin mayor fin que el desasosiego y la tertulia. Estas son los actuales jirones de Junín y de Grau, antiguamente denominados como calle Real (llamada también calle del Carmen en algunos tramos) y calle de Mercaderes, respectivamente.

Una de las pocas descripciones que hay de Jauja en la colonia, que data de finales del siglo XVIII y realizada por Hipólito Ruiz, señalaba que las eran rectas y solo las aceras de las mas principales están empedradas, por lo que, cuando llovía, se forman en muchas de ellas grandes lodazales, que las hacia intransitables. Se puede suponer que las empedradas han de haber sido, precisamente, la calle Real y la de Mercaderes.

A principios del siglo XX, todavía observamos que las calles se definen por su empedrado, lo que, como es lógico, se constituía ya en un problema para la ciudad misma. De esta manera, en una nota aparecida en El Porvenir en 1911, uno de los periódicos más importantes que circulaban por la ciudad, en una columna denominada “Esas calles”, da cuenta de los siguiente: “Lamentable es el abandono en el que se encuentran las principales calles de la población (…) El reimpiedro de la calzada de varias calles, se encuentra empezado y no concluido”. Dentro de esta coyuntura, una de los principales reclamos era, precisamente, la refacción del reimpiedro de la calle de Junín: “Inaplazable. Ya que vemos tan buena voluntad en el Honorable Concejo Provincial de Jauja, nos permitimos insinuarle lo conveniente que es el reinpiedro y construcción de aceras en la calle de Junín de la esquina del telégrafo al puente nuevo. Obra es esta que consideramos inaplazable y complemento de la pila y regadío de la contigua Alameda”.

Este mismo periódico daría cuenta del reimpiedro de esta calle unos meses después: “Reimpiedro. Continua reimpiedrandose la calzada de las dos últimas cuadras de la calle de Junín; por lo que felicitamos al Consejo que con estas obras prueba su interés por la mejora del piso en calle de tanto tráfico y por donde cruzan numerosos peatones por ser camino obligado a la estación”. El hecho de que el principal reclamo de “reimpiedro” que se muestra en este periódico, la antigua calle de Junín, nos dice bastante de la importancia que tenía en la configuración urbana de Jauja esta arteria, que, como vimos, es posible de remontar hasta el momento mismo de la fundación de la ciudad. No se debe olvidar que era el paso de transito casi obligado para quienes se dirigían a la Estación del Tren, por años el más importante medio de comunicación que hubo en el siglo XX en Jauja.

Por su parte, la calle de Grau, al menos la parte que va de la Plaza de Armas a la Alameda, era el paso obligado para el tránsito hacia el Cementerio, por lo que, en cierta medida, era la calle ritual más importante de la ciudad en el aspecto religioso. Además, ahí se ubicaron los principales comercios en la colonia y buena parte de la república; de ahí su nombre de “Mercaderes”.

El cambio más importante de las arterias en cuestión, se dio cuando se optó por la decisión de pavimentar las calles de la ciudad. Este proceso se estaba terminando en 1954, como se colige tras una lectura de El Porvenir, lo que hace suponer que a partir de este año, o unos antes, se generaliza esta situación en Jauja, dándose el cambio del empedrado a la fisonomía de pavimento que la caracterizará. Al parecer, ello no ha sido común a todas las calles. La importancia de las mismas hizo que se establecieran prioridades.

Hoy las calles lucen un estado deplorable. Pasan los gobiernos ediles y no hay el mínimo interés en revalorarlas, a pesar de su importancia en el entramado urbano. Las veredas y el pavimento presentan grietas y rajaduras o borbotones, lo que entristece el alma a quienes sabemos de su pasado. No obstante, la puesta en valor que viene ejecutando el Gobierno Regional, precisamente de los jirones Grau y Junín, entre otras cosas, parece que revertirá esta situación. En este sentido, la expectativa es grande, y que bueno que sea así.

Foto: Halckon Editores

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