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Nora Beatriz Balvín Lazo
Historiadora de Arte
UNMSM
Cuadro Nº 02
La conversión de María Magdalena
La pintura colonial del valle del Mantaro, en la sierra central del Perú, es aun desconocida por los especialistas. Por lo mismo, empezar a explorarla a partir de lo que aun queda de su patrimonio artístico, conllevaría un proceso bastante largo y difícil. Sin embargo, tuvimos la suerte de toparnos con una serie de doce lienzos que relatan la vida de María Magdalena, en la iglesia matriz de San Jerónimo de Tunán, en la provincia de Huancayo, departamento de Junín. Se desconoce su autoría y fecha de ejecución. Son de tamaño mediano, con un estado de conservación regular, celosamente resguardados y sin exhibición alguna por medidas de seguridad. Siendo muy optimistas, esta serie estaría formando parte de las poquísimas que todavía existirían, de todo el valle en mención.
El interés por la serie empezó hace algún tiempo, cuando casi de manera casual, revisé la revista El Serrano, publicación de Cerro de Pasco Corporation, que en dos de sus ediciones del año 1971, figuraba el artículo “Tesoros de la pintura virreinal en el valle del Mantaro I y II” del historiador Waldemar Espinoza Soriano. Las imágenes a colores de temática religiosa, fueron de gran ayuda, aunque caímos en cuenta que algunas no tenían la denominación que les correspondía, ocasionando a veces confusiones. Y de todas las pinturas que se publicaban –aunque no muchas-, nos centramos en la serie de la santa, porque aparecían varios lienzos de la misma, llamando nuestra atención el tratamiento formal e iconográfico que guardaba.
La serie de la santa fue una de las pocas que se registraron como parte del inventario artístico del valle que publicara Espinoza (1971); los mismos estuvieron colgados en la sacristía de la iglesia, y:
“Representan escenas de la vida de Cristo y de la Virgen […] ocho son íntegramente didácticos y religiosos, y los cuatro restantes además de religiosos, documentales. Los religiosos pedagógicos son: 1) “María Magdalena Penitente”; 2) “El Paralítico de la Piscina”; 3) “Cristo en el Gólgota”; 4) “El Santo Sepulcro”; 5) “La Ascensión del Señor a los Cielos”; 6) “La Leyenda del embarque de María Magdalena a Marsella”; 7) “La Leyenda de la llegada de María Magdalena a Marsella”; y uno más cuyo contenido no hemos logrado identificar.
Los cuadros religiosos documentales son: 1) “Jesús en Casa de Marta”; 2) “El Lavatorio en la Casa de Simeón el Fariseo”; 3)”La Virgen en su Jardín”; y otro cuyas escenas tampoco hemos podido reconocer”. (Setiembre, pp. 13)
Seguidamente también nombra un cuadro “La Resurrección de Cristo” como parte de “los lienzos sobre María Magdalena” (Ibíd.).
En la edición de agosto, aparecen dos pinturas de la serie:
“La leyenda del Embarque de María Magdalena a Marsella”. Pintura confeccionada en el valle del Mantaro, en el siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán, y, “La Leyenda del Desembarco de María Magdalena en Marsella”. Tela pintada en el valle del Mantaro, en el siglo 18”. (pp. 15)
En la edición de setiembre, se visualizan ocho pinturas:
“María Magdalena Penitente”. Siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán, y, “El paralítico de la Piscina”. Siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán (pp.10); “Cristo en el Gólgota”. Siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán (pp.11); “La Ascensión del Señor”. Siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán (pp.12); “La Virgen en el Jardín”. Lienzo documental de la segunda mitad del siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán (pp.12-13); “Jesús en la casa de Marta”. Pintura documental del siglo 15. Iglesia de San Jerónimo de Tunán (p.13); “El Santo Sepulcro”. Siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán (pp.14); “El Lavatorio en Casa de Simeón el Fariseo”. Lienzo documental del siglo 18. Iglesia de San Jerónimo de Tunán”. (pp.15).
Asimismo, creemos pertinente hacer hincapié sobre la información que Espinoza recogió acerca de los cuadros:
“Los trece lienzos de la sacristía de San Jerónimo de Tunán, estuvieron hasta hace tres años arrumados y tirados en el rincón de un cuarto húmedo y sucio. Cierta gente ignorante los había dado por perdidos, debido a los huecos y desgarramientos de que habían sido víctimas. Pero gracias al padre Severiano Rojas, actual cura párroco, se ha salvado estas obras valiosísimas […] recogió las telas casi destrozadas, las colocó en marcos de madera y aplicando medios anticuados –según expresa él- pero muy efectivos, con el bulbo de la cebolla quitó la grasa y el hollín de las pinturas. Después los colgó en las paredes de la sacristía […]”. (Setiembre, pp. 13)
Indagando más acerca de estos lienzos, caímos en cuenta que el historiador de arte Héctor Schenone (II: 1992) argentino, describe brevemente las escenas de la serie otorgándole el siguiente orden:
“Jesús en casa de Marta y María, Resurrección de Lázaro, La Magdalena Arrepentida, En la Casa de Simón El Fariseo, A los pies de Cristo Crucificado, En el Entierro de Cristo, Cristo se le aparece después de la Resurrección, Ascensión de Cristo, La Magdalena en el Barco lanzado a la deriva, La Santa en el Puerto de Marsella, Hace Penitencia y es Elevada al Cielo, y, Muerte de la Magdalena”. (pp. 572-576).
Francisco Stastny, historiador del arte peruano, en su artículo “Pintura en el Perú Colonial” (1997) las menciona como: “…pinturas [de] la Vida de María Magdalena…” y publica una imagen en b/n bajo el numeral 99: Anónimo, María Magdalena en un jardín cerrado, hacia 1775. Iglesia de Chongos (Valle del Mantaro) (pp. [116]). Siendo esta última, idéntica a una que conforma la serie de Tunán.
Es importante señalar que el padre Julián Heras (1987) ubicó en el Archivo del Convento de San Francisco de Lima, un inventario de mediados del siglo XVIII, el cual publicó, señalándose que:
“[En la iglesia] de la Purísima Concepción del Valle de Jauxa […] Al lado de la Epistola del altar mayor […] Se sigue otro altar de María Magdalena, la que esta en un bulto grande de cuerpo entero colocada en un nicho, adornada de liensos de varios pasos de su portentosa vida, vestida de un rico manto asul de tela, su diadema de plata, y un crucifixo en la mano, con su velo de tisu asul”. (pp. 43, 44, 45)
Luego procedimos a corroborar la existencia actual de la serie, en las oficinas del Instituto Nacional de Cultura en la ciudad de Lima, en el año 2008 (hoy Ministerio de Cultura), no estando registradas aun hasta el día de hoy. Fue entonces necesario viajar a San Jerónimo de Tunán y visitar el recinto franciscano. Luego de los permisos respectivos, pudimos cerciorarnos que eran doce lienzos, y se les realizó el fichaje técnico y fotográfico a cada cuadro de la serie. También constatamos que tanto el cuadro La Resurrección de Cristo que Espinoza Soriano (1971) menciona, así como Cristo se le aparece después de la Resurrección, que Schenone registró en el segundo tomo de su magna obra (1992), no figuraban dentro de la serie. En cambio, encontramos uno que estos no mencionaron, al que luego denominamos Nacimiento de María Magdalena, la primera del grupo de lienzos.
Esta situación nos llevó a tener que revisar forzosamente fuentes primarias en el Archivo Regional de Junín (ARJ) ubicado en la ciudad de Huancayo y en el Archivo Arzobispal de Lima (AAL). En el primero se intentó ubicar en la sección de protocolos notariales del siglo XVIII algún alcance acerca de la existencia de alguna cofradía de esta santa, tanto en la iglesia de san Jerónimo de Tunán (franciscana), en la iglesia Purísima Concepción (franciscana) y en la Iglesia Santiago de Chongos (dominica), no encontrando resultados satisfactorios.
Asimismo es necesario informar que en la mayoría de las iglesias y parroquias del valle del Mantaro, incluso en el Arzobispado de Huancayo, las personas encargadas de sus archivos coloniales y republicanos, aseguran no contar con dicha información, ya sea por celo de su patrimonio, por desconocimiento o porque realmente no cuentan con dicho material. Tampoco ubicamos algún alcance sobre cofradías de la santa, en la sección de cofradías coloniales e inventarios en el Archivo Arzobispal de Lima (AAL). Por la documentación revisada, nos percatamos que su veneración no era muy popular en Lima y tampoco en el valle del Mantaro. Pero eso sí, la riqueza artística de las iglesias del mencionado valle, fue inconmensurable, a comparación con lo que tenemos que lamentar hoy.
También visitamos la iglesia matriz de la Inmaculada Concepción, ubicada en la Provincia de Concepción, -en cuya capital funcionó la antigua sede del Corregimiento de Jauja-, pero de aquel altar no queda nada, debido a que tuvo que enfrentar tres sucesos fatídicos: el incendio provocado por la soldadesca española en 1821, la destrucción de los chilenos en 1882 y el violento terremoto de 1947. Posiblemente dicha serie pictórica haya ido a parar a la iglesia de san Jerónimo de Tunán como medida de salvaguarda. Pero también sabemos que Stastny ubicó la serie en Chongos en cuya iglesia jamás existió altar de esta santa según la documentación revisada en el AAL. Sin embargo, y como ya señalamos líneas arriba, al no gozar de la veneración popular en la zona, es muy probable que dicha serie haya pertenecido a ese antiguo convento e iglesia de “La Purísima Concepción”, que de acuerdo al inventario que publicara el padre Heras, existieron lienzos que relataban la vida de la santa.
Podemos adelantar que la serie sobre la vida de María Magdalena de Tunán, no tiene antecedentes en ninguna escuela pictórica europea, latinoamericana ni peruana conocida; por el contrario, contiene características aparentemente locales, las que pertenecerían al siglo XVIII. En dicha centuria, un pintor anónimo logró interpretar la vida de la santa a partir de la lectura de los evangelios bíblicos de Juan, Lucas, Mateo y Marcos, los únicos que hacen referencia a la santa -sobretodo como discípula de Jesús-, y, de La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine. Asimismo, se ha encontrado que toma elementos específicos de grabados europeos de diversa temática. Inspirándose también en algunos detalles pictóricos de la vida de la Virgen María, Santa Rosa de Lima y de Jesús, entre otros; no descartando cierta vinculación con pinturas ayacuchanas en claustros conventuales de la misma centuria, poco estudiada a la fecha.
Un tratamiento formal e iconográfico innovador, con una fuerte carga simbólica todavía en investigación, con particularidades diferentes a la desarrollada en el sur andino, lo cual nos estaría develando la posible existencia de talleres especializados en el valle del Mantaro colonial, dirigidos por los franciscanos y dominicos -las dos órdenes religiosas más arraigadas en la zona- y bajo el patrocino de una acaudalada nobleza curacal.
Bibliografía
De la Vorágine, Santiago (2001) La Leyenda Dorada. Tomo I. Traducción del latín de Fray José Manuel Masías. Madrid: Alianza Editorial. 10ª reimpresión.
De la Puente Luna, José (2007) Los Curacas hechiceros de Jauja. Batallas mágicas y legales en el Perú colonial. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.
Espinoza Soriano, Waldemar (1971) “Tesoros de la pintura virreinal en el valle del Mantaro I y II”, en revista El Serrano, ediciones de agosto (págs. 10 al 15) y setiembre (págs. 10 al 15). La Oroya: Cerro de Pasco Corporation.
Heras, Julián O.F.M. (1987) “Iglesias franciscanas en el valle del Mantaro”, en Boletín de Lima, N° 53, Lima, págs. 41 al 67.
Sagrada Bíblia (1984) Versión directa de las lenguas originales por Eloino Nacar Fuster y Alberto Colunga Cueto O. P. Madrid.
Schenone, Héctor (1992) Iconografía de Arte Colonial. Los Santos. Tomo II. Buenos Aires: Fundación Tarea.
Stastny, Francisco (1997) “Pintura en el Perú Colonial”, en Barroco Iberoamericano. De los Andes a las Pampas, a cargo de Ramón Gutiérrez. Barcelona: Lunwerg, D.L., pp. 111-118.
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