El carnaval jaujino es el antiguo y señorial baile de nuestros padres y ancestros: figura principal en nuestra infancia y que, a la postre, se hizo parte fundamental en nuestras vidas. Así es, esencia viva de los de La Libertad y los jaujinos en general.
En el presente artículo haremos una presentación del barrio de La Libertad de Jauja y de cómo desarrolla sus fiestas de carnaval. El mencionado barrio es el más antiguo de la ciudad en cuanto a fundación, ya que data de 1871 y, dentro del proceso celebratorio de todo el carnaval jaujino, es uno de los más tradicionales, importantes y de mayor concurrencia.
LAS INSTITUCIONES BARRIALES EN JAUJA
En la sierra central del Perú, y particularmente en el valle del Mantaro, a comienzos del siglo XIX surge la figura de la asociación, que toma las funciones de la antigua cofradía que por este periodo entra en crisis. La “asociación” era una especie de círculo de afiliados dedicado a la devoción de santos específicos y dependía principalmente de la contribución de sus miembros. Al igual que ahora, muchos de estos cargos tenían responsabilidades específicas en la fiesta y supuestamente debía costear algunas ceremonias o la misa. Muchas de estas sociedades compraron tierras (muchas de ellas, también, las perdieron más adelante), que eran administradas por la autoridad más elevada: el mayordomo.
En el caso de la ciudad de Jauja, las asociaciones más importantes fueron realizadas por personas que vivían en un lugar común que delimitaba el barrio, y que tenían por eje articulador la adoración a la llamada Cruz del Barrio. La Asociación más antigua es precisamente la del barrio de La Libertad, que se fundó en 1871 con el nombre de “Asociación Fraternal del Barrio de La Libertad”; le siguen en antigüedad la del barrio de Huarancayo, que se fundó en 1928 con el nombre de “Asociación Fraternal Huarancayo” y la de la Samaritana, que data de 1934, esto último de acuerdo a lo que informa Pedro Monge en Estampas de Jauja (1980). En el caso de La Libertad y Huarancayo, existen libros de Actas que certifican esta información.
Precisamente ha sido Pedro S. Monge quien, de manera fina y elegante, ha enfatizado la importancia de los barrios en Jauja, sobretodo en cuanto a su participación en la fiesta de la ciudad, verbigracia, el carnaval jaujino: “En Jauja puede decirse que los Carnavales se han hecho para los barrios y que los barrios son obra de los carnavales. Cada barrio ha surgido bajo el signo de la alegría, de la música y la danza, con su capilla, su “monte” y su “pandilla”. Y barrio que no celebra este acontecimiento del año no tiene razón de existir”. Pedro Monge también observó que en el vocabulario local la palabra “barrio” significa algo más que en su acepción general y conocida. Designa, señala, no sólo a cada una de las partes en que se divide la ciudad, sino, sobre todo, a una asociación de vecinos, especie de hermanos, organizada, con obligaciones religiosas y sociales para los tiempos de Carnaval. Cada barrio tiene su junta directiva, con su presidente y sus funcionarios de fiesta, devotos del Señor de la capilla y devotísimos del “cortamonte”. Por eso, para Pedro Monge, al decir los “barrios de Jauja”, se designa en realidad a estos conjuntos organizados, verdaderos resortes de voluntas colectiva, capaces de acciones más grandes que la simple celebración de un carnaval.
Como vemos, una de las principales funciones del barrio es la organización de la celebración de la fiesta del carnaval: el cortamonte. Pero la función de la asociación no se limita sólo a esto, se observa que también realiza actividades en pro del desarrollo del barrio. Este aspecto no será desarrollado en este artículo, que se centra en el barrio como ente organizador y que asegura del éxito de la fiesta.
EL BARRIO DE LA LIBERTAD: ORIGEN DE LA MEMORIA
Histórica fotografía de la Plazuela de La Libertad en Jauja. Foto Recopilada en el Concurso de Fotografías Antiguas “Jauja Recuerdos en Blanco y Negro”, participante: Pio Peña Cairampoma
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El emplazamiento del barrio de La Libertad es el que corresponde prácticamente al ahora llamado Centro Histórico, el damero o la cuadrícula, considerado como zona de resguardo arquitectónico por el Instituto Nacional de Cultura. Esto porque el barrio esta comprendido en la zona central de la ciudad y ha sido así desde los tiempos más antiguos. Los límites del barrio aceptados por el consenso, aunque imprecisos, son desde el jirón Junín, entre los jirones Tarapacá y Manco Cápac; del jirón Manco Cápac hasta el jirón Arica y del jirón Tarapacá hasta el jirón Acolla. El lugar más representativo del barrio los constituyen la Plaza Santa Isabel y la Alameda que va al cementerio, donde termina el límite.
Se trata de un barrio lleno de historia. En efecto, desde los primeros tiempos, La Libertad ha estado presente en toda la historia de Jauja, ya sea en la decisiva participación en las luchas por la independencia o las acciones con Cáceres durante la infausta Guerra del Pacífico. Precisamente, la historia de la institución se remonta a las últimas décadas del siglo XIX, que, como ya señalamos, es lo que nos muestran los valiosos documentos históricos que tiene la Asociación. De acuerdo a esta información, se sabe que el barrio se fundó en 1871 y tiene, por lo tanto, 136 años de existencia, aunque es obvio que el proceso histórico es más amplio. En el respaldo de la primera Cruz del barrio aparecen los nombres de los cobarrianos: Manuel Monge Rivero, Gabriel Vargas Valenzuela, Carlos Vargas Monge, Valeriano Monge, Pablo Bonilla Gutierrez, Francisco Abanto Monge, Manuel Velazco Hurtado, José Ampuero Núñez, Manuel Landa Pacheco, Justo Villanes, Alejandro Osorio, Humberto Lizarraga, Germán García, Juan Ames Galarza, Santiago Solís, Rosendo Solís, Cesar Lira, Rosendo Bravo, Pelegrino Loli, Pedro José Núñez, Cesario Villanes, José Saravia. Pedro H. Prado, Erasmo Posadas, Rolando Colareta, Luis Bardales, Arturo Vásquez, Manuel del Valle, Vicente Caballero, Fortunato López y otros distinguidos cobarrianos que no se han podido obtener sus nombres.
En aquella época, se fundó la Asociación con el nombre de “Santa Isabel”, el que sería reemplazada por el de “La Libertad” a raíz del centenario de la independencia en 1921 y la construcción del peculiar monumento con águila encima en la plaza del barrio. Esta plaza, así como la Alameda que va al Cementerio, fueron realizados en 1859 por el Batallón “Paucarpata”. Esta plaza tiene mucha historia, ya que aquí se realizaban sonadas corridas de toros y fue el sitio primigenio donde surgió el “jalapato”, al igual que la tunantada, como lo viene demostrando la investigación científica objetiva y no el empirismo subjetivo que es poco lo que aporta. La Alameda ha sido y es un espacio público de tertulia, donde han nacido muchos romances, siendo de recuerdo las parejitas y su “amor de tísicos” que inspiraron muchos relatos y poemas. El Arco, que es prácticamente un símbolo del barrio, es un diseño del artista Wenceslao Hinostroza ya en el siglo XX y que reemplazó a las antiguas rejas similares a la de la Alameda de los Descalzos de Lima que antes había.
Edgardo Rivera Martínez, vecino notable del barrio, ha plasmado en varias de sus obras, esta geografía urbana que venimos mencionando.
CARNAVAL: ENSOÑACIÓN Y MAGIA
Lindas jaujinas en pleno carnaval
Sin embargo, lo que más caracteriza al barrio de La Libertad son los famosos carnavales que aquí se organizan. En principio este barrio es el único de entre todos que conserva celosamente la tradición de plantar y tumbar alisos en sus tradicionales cortamontes. Curiosamente, las pepitas del aliso comienzan a madurar por la época de carnavales en Jauja.
Para la organización de la fiesta de carnavales, antes existían dos juntas directivas, una para el monte que se tumba el día viernes, el más antiguo, y otro para el que se tumba el día martes, el llamado de “la juventud”. Posteriormente, estas juntas se unieron, y a partir de 1983, se consiguió la personería jurídica del barrio para los trámites legales respectivos de diferente índole. El origen del monte del día viernes no ha sido determinado con claridad, aunque es posible que sea parte de la expansión de la fiesta de cortamontes en Jauja que se dio, al parecer, entre la segunda y tercera década del siglo XX. En este momento inicial, tanto la llamada traída y el cortamonte propiamente dicho, eran en un solo día, situación que cambio al hacerse más compleja la fiesta. El monte de la “juventud” se remonta a épocas más recientes, a la década de los sesenta del siglo pasado. Este monte es el más concurrido de toda la provincia de Jauja y seguramente de toda la sierra central del Perú. El martes de la juventud no alcanza la vista para ver las cuadras y cuadras de bailantes. Se trata de un espectáculo simplemente impresionante. La jaujina liberteña con su atuendo típico innumerable, abarca una dimensión más alta de la que aquí podemos mostrar.
Todo jaujino que se precie ha bailado o desea bailar en La Libertad y cada vez son más las parejas de bailantes y seguramente se irán incrementando con el devenir del tiempo. En este sentido, la construcción de la plaza folclórica del barrio por la anterior junta directiva es una cosa digna del aplauso (me refiero a la integrada por las profesoras Mary Velasco, Marina Ames y Antonieta Olivera). Mediante ello aseguramos la conservación y permanencia de uno de las expresiones folclóricas más importantes de Jauja, pero sobre todo de nuestra identidad. Por su parte, la actual junta ha puesto más énfasis en la construcción de la Capilla barrial con la participación de casi todos los cobarrianos, que a la vez es un anhelo en el que se ha venido trabajando desde hace muchos años.
Hay magia en el carnaval, quienes esperamos todo el año para ataviarnos de jaujinidad en estos días, lo sabemos. Un milagro secreto, unánime, que se renueva y revitaliza. Tantas sensaciones mezcladas en la traída y en el baile, alegría, euforia, ensoñación, un no sé qué, amor tal vez. Eso que nos hace decir felizmente somos jaujinos, felizmente nacimos aquí. ¿Cuántos sueños, cuántas vivencias, cuánta razón de vivir? Carnaval en La Libertad, así como ese nido que abriga la esperanza; la ilusión que nos convence del milagro de la vida.
Por todas estas razones, hablar del carnaval jaujino es hablar del barrio de La Libertad, y hablar del barrio de La Libertad es hablar de la historia de Jauja. Efectivamente, para comprobar esta verdad tan fundamental, basta con darse una vuelta por las calles del barrio tan llenas de esta historia, o ejecutar el maravilloso baile del carnaval jaujino, elegante por sobre todas las cosas, infinito, lleno de vida y de tiempo.