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EL ALMA Y LOS MUCHACHOS MÚSICOS

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Cuentos Populares de Jauja (Pedro S. Monge)

Cuentos de Jauja

Aprovechando una noche de luna salieron al campo varios muchachos de escuela, llevando sus instrumentos musicales. Iban por los caminos tocando diversos aires, hasta que acertaron a pasar por delante de una capilla, en cuya puerta divisaron a un alma que rezaba. Se les ocurrió entonces fastidiar a esa alma con sus instrumentos de música. Y, sin más ni más, se situaron detrás de la capilla y desde allí comenzaron a tocar sus instrumentos, con todas sus fuerzas, formando un estrépido de los mil diablos.

El alma no toleró tamaña burla, y, revolviéndose furiosa, arremetió contra los bullangueros. Pero en lugar de mandarlos con la música a otra parte, los obligó a permaneces donde estaban y a tocar sus instrumentos toda la noche, sin descansar, so pena de ser muertos si otra cosa hacían.

Los muchachos se vieron obligados a obedecer y se quedaron tocando toda la noche, de miedo al alma. De esta manera se pasaron las horas, toca y toca, hasta el amanecer. Cuando rayó el alba, el alma se fue, dejándolos en libertad.

Jauja, 17 de noviembre de 1955.
Referido por Esteban Mayta, de 56 años, natural de Julcán, padre del alumno. Sabe leer.
Recogido por José Godofredo Mayta Torres, alumno del 4to. Año de Secundaria, Sección “B”.
Recopilado por Pedro S. Monge, profesor del mismo colegio.

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Nota: Pedro S. Monge Córdova. Cuentos Populares de Jauja. Publicado por la Municipalidad Provincial de Jauja, 1991, p. 20.

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EL LEGADO DEL ALMA

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Cuentos Populares de Jauja (Pedro S. Monge)

Cuentos Populares de Jauja

Había una señora que tenía mucha fe en los difuntos. Iba todos los días al cementerio a orar en las tumbas. Buscaba, de preferencia, las tumbas caídas, olvidadas, de hacía mucho tiempo. Rezaba muy devotamente arrodillándose al pie de cada tumba.

Una día de tantos, cuando estaba orando según su costumbre, le tocó el hombro un caballero vestido de negro. La señora se asustó mucho, pero el caballero le dijo que nada temiera porque ella era la única que se acordaba de ellos, y que en premio a su virtud iba a comunicarle un secreto que le traería felicidad.

La señora, ya respuesta del susto, le escuchó atenta, y el caballero le dijo:

– Dios no me recibe en el Cielo porque fui rico. Tengo mi casa en tal parte (y le indicó el lugar en que se encontraba la casa), pero está encantada y nadie puede entrar en ella: yo estoy viviendo allí porque no puedo ir al Cielo. Tengo también chacras, cercos, y también dinero escondido. Te dejaré todo eso. Los “papeles” están en la casa, en tal parte (y le señaló el sitio donde estaban las escrituras de sus propiedades). Todos tienen miedo de ir a mi casa porque está encantada, pero tú no tengas miedo, anda no más, saca los “papeles”, no te haré nada. Una vez que te hayas dueña de todos mis bienes, yo podré irme al cielo.

Diciendo esto desapareció.

La señora fue a la casa y saco los “papeles” del lugar indicado por el caballero. Y tal como éste lo dijera, al día siguiente la señora era rica, poseedora de casas, chacras, cercos y dinero. El caballero no volvió a presentársele más.

Mientras tanto nadie sabía cómo se había hecho rica la señora que un día antes era pobre.

Jauja, 19 de abril de 1954.
Referido por Octavio Quispe B., de 46 años, sabe leer.
Recogido por Grimaldo Quispe Hilario, alumno del 4to. Año “B”, del Colegio Nacional de San José.
Recopilado por Pedro S. Monge.

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Nota: Pedro S. Monge Córdova. Cuentos Populares de Jauja. Publicado por la Municipalidad Provincial de Jauja, 1991, p. 19.

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UNA BRUJA Y TRES HUÉRFANOS

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Cuentos Populares de Jauja (Pedro S. Monge)

Cuentos Populares de Jauja

En la ceja de la selva vivían antiguamente un hombre y una mujer que llegaron a tener tres hijos, el segundo de los cuales había nacido con una estrella en la frente y la virtud maravillosa de pronosticar el porvenir y adivinar el pensamiento de los demás.

Un día los padres partieron hacia la montaña a traer fruta. Los pequeños aguardaron ansiosos su regreso, pero pasaron muchísimos días y los padres no volvían porque habían sido devorados por las fieras. Entonces el niño que tenía la estrella en la frente adivinó la muerte de sus padres y entre los tres acordaron ir en busca de sus restos. Prepararon su fiambre y, cuando todo estuvo listo, emprendieron el viaje. A los tres días de penoso camino llegaron a una casa en donde vivía una anciana, quien al verlos les dijo:

– ¿A dónde van “huillcas” (nietos)? Yo soy abuelita de ustedes; viviremos aquí y se acostumbraran con mi “huilllquita”.

Los tres huérfanos que habían llegado llorando, se tranquilizaron oyendo hablar a la vieja. Después de la comida la anciana les dijo que dormirían con huillquita. Efectivamente, los tres niños y la chiquita de la anciana se acostaron en la misma cama y se durmieron, mientras la anciana se quedo “chac-chando” su coca.

Pero esta vieja era una bruja malvada. Había atraído a los tres huérfanos con el propósito de victimarlos. Felizmente, a cierta hora de la noche, el chico que llevaba la estrella en la frente se despertó y conoció los designios de la vieja que en esos momentos tenía ya preparado su cuchillo. Entonces despertó a sus dos hermanitos y les dijo:

– ¡Vámonos: nos escaparemos! ¡Esta vieja bruja nos quiere matar!

Sin perder un momento, los tres huérfanos salieron en silencio, con mucho cuidado de la casa y se fueron, siguiendo su camino.

A poco rato la bruja entró despacito a donde dormían las criaturas esgrimiendo su gran cuchillo. En la oscuridad agarró una cabeza y la cortó. Buscó la segunda cabeza pero no la consiguió ni tampoco la tercera. Entonces, renegando, prendió luz y vio que había matado a su nieta a quien tanto quería. Los tres huérfanos no estaban.

La bruja gritó, lloró y rabió. Hecha una furia tomó un costal y su tinya y salió en busca de los huerfanitos. Tomó detrás de ellos el mismo camino que habían seguido y a cada paso tocaba su tinya diciendo al mismo tiempo:

– ¡Pára, ñañacha! ¡Tín! ¡Pára, ñañacha! ¡Tín! ¡Pára, ñañacha! ¡Tín!

A cada golpe que daba en la tinya y a cada palabra que pronunciaba la vieja bruja, los huerfanitos no podían caminar, sus pies se ponían como lana.

Entonces el chico adivino aconsejó a sus hermanitos para que se subiesen a un árbol, a donde la vieja no podría subir. En efecto, el mayor se subió hasta la copa del árbol, el segundo, o sea el adivino, se quedó en la mitad sin poder subir más; pero el menorcito no pudo subir nada, y como la vieja estaba ya cerca, pensó esconderse entre las raíces del árbol, cubriéndose con sus ramas, y así lo hizo.

Cuando llegó la bruja vio a los huérfanos encaramados en el árbol. Entonces aparó la boca del costal al pie del árbol y cogiendo su tinya empezó a tocar diciendo:

– ¡Cae, ñañacha! ¡Tín! ¡Cae, ñañacha! ¡Tín! ¡Cae, ñañacha! ¡Tín!

En ese momento cayó el chico adivino dentro del costal, cuya boca amarró la bruja inmediatamente. Como el mayor no caía del árbol, la bruja resolvió subir. Dejó al pie su tinya y se subió al árbol. En ese momento el menorcito salió de su escondite y corrió a desatar la “amarradera” del costal para libertar a su hermano. Una vez desatado, el adivino agarró la tinya y comenzó a tocar diciendo:

– ¡Cae, bufacha! ¡Tín! ¡Cae, bufacha! ¡Tín! ¡Cae, bufacha! ¡Tín!

Y ¡tín! La bruja cayó dentro del costal, cuya boca los chicos cerraron y amarraron fuertemente. Luego, entre los tres, los huerfanitos cargaron el costal con la bruja dentro y lo llevaron a un río y lo echaron allí.

De esta manera terminó la vida de la bruja y los tres huérfanos se volvieron a su casa llenos de temor, llevándose la tinya de la vieja. Se salvaron gracias al niño adivino.

25 de setiembre de 1946.
Masajcancha, anexo del distrito de Paccha, provincia de Jauja, departamento de Junín.
Referido por Epifania Gómez, de 36 años, a Aparicio Pomasunco Vilca, alumno del Tercer Año del Colegio Nacional de “San José”
Recopilado por Pedro S. Monge, profesor del mismo Colegio.

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Nota: Pedro S. Monge Córdova. Cuentos Populares de Jauja. Publicado por la Municipalidad Provincial de Jauja, 1991, pp. 230/232.

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EL JOVEN AMANTE DE LA BRUJA

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Cuentos Populares de Jauja (Pedro S. Monge)

Cuentos Populares de Jauja

Cierta vez, en un pueblo lejano, había una bruja que tenía una hija bonita. Esta muchacha tenía un amante que iba continuamente a verla en su casa.

Un día la muchacha le dijo al joven:

– Esta tarde no vas a venir a verme, porque no voy a estar en casa. Tengo que ausentarme.

No quiso decirle a donde se iba a pesar de que el joven le rogó. Por esta razón el joven se picó, cuando llegó la tarde decide ir a la casa de su enamorada. Llega a la casa y halla las puertas cerradas. Sin embargo, por una ventana que da a la calle ve que hay luz en esa habitación, señal de que alguien está adentro. Lleno de curiosidad se propone averiguar quién está en el interior de la casa, acerca el oído a la ventana y escucha que hay dos personas que conversan en la habitación: son la bruja y su hija que hablan. Intrigado por tal misterio, quiere ver lo que hacen allí madre e hija y asomando la cabeza por la ventana, aguaita con todo cuidado. Lo que entonces vio lo dejó maravillado.

En la habitación había un gran recipiente lleno de agua, que al parecer esperaba a las dos mujeres que estaban desvistiéndose. Cuando estuvieron desnudas se metieron al recipiente y comenzaron a bañarse. Pero el agua del recipiente era sin duda un agua especial, compuesta para brujas, porque a medida que se bañaban les salían plumas por todo el cuerpo. En seguida les aparecían alas y finalmente les salió el pico; total, que las dos brujas quedaron convertidas en un par de lechuzas.

Las tales lechuzas intentaron volar para ver si estaban en aptitud de hacerlo y a la segunda intentona comenzaron a volar. Se salieron por la puerta y desaparecieron por el espacio.

El joven contemplaba pasmado la transformación de su amada y de su madre en dos lechuzas que se fueron volando. Entró a la casa y fue a tocar la ropa de las mujeres que habían quedado en la habitación. De pronto, sin pensar en lo que iba a hacer, le entró la tentación de probar en su persona la virtud de esa agua de brujas. Se desnudó rápidamente y se metió en el recipiente, donde comenzó a bañarse, imitando los movimientos y gestos que había visto hacer a las brujas.

Instantáneamente comenzó su cuerpo a cubrirse de plumas y a los pocos instantes estaba a su vez convertido en búho. Levanta también en el vuelo y sale hacia el espacio, donde se orienta y se dirige por el lugar que habían seguido las brujas.

Volando y volando, llega a las puertas de un gran palacio, a donde penetra audazmente. Allí encuentra a la bruja y a su hija junto a unos grandes príncipes, que no eran otros que los diablos y demonios.

Las brujas, que vivían familiarmente con los diablos, se entregan a realizar actos asquerosos con ellos. Lamían el ano de los diablos, mientras éstos se zurraban asquerosamente. También el joven, impulsado por ese espíritu de imitación, que era fuerte en él, se aviene a participar en uno de estos actos, pero se asquea de repente y exclama: “¡Jesús!”.

Al instante desaparecieron los diablos, las brujas y el palacio en que se hallaban. El joven apareció entonces en el fondo de un barranco muy profundo, entre unas montañas escabrosas. Estaba completamente desnudo. Toda su metamorfosis en búho había desaparecido.

En fin, para salir de allí tuvo que sufrir mucho. Viajó desde ese lugar muchos días, veía gentes, pero éstas huían de él con espanto creyéndolo un fantasma, porque lo veían desnudo, lleno de heridas, hambriento y que iba gritando.

Algunos días después halló chozas en las punas. Los puneños se convencieron de que era gente como ellos y le tuvieron lástima. Le regalaron sus ropas viejas y víveres, y el joven contaba a la gente lo que le había sucedido y cómo había llegado a ese estado. En un pueblecito donde había parroquia se confesó.

Así iba peregrinando, camino a su pueblo, pero muy lejos entre gentes desconocidas. Desgraciadamente, al poco tiempo perdió el juicio a causa de los males que había sufrido y poco después murió sin llegar a su terruño.

Agosto de 1949.
Jauja, capital de la provincia, departamento de Junín.
Referido por el alumno Epifanio Valenzuela Cueva, del 4to. Año “B”, del Colegio Nacional “San José”.
Recopilado por Pedro S. Monge.

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Nota: Pedro S. Monge Córdova. Cuentos Populares de Jauja. Publicado por la Municipalidad Provincial de Jauja, 1991, pp. 227/228.

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EL JOVEN QUE SE DISFRAZABA DE ALMA

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Cuentos Populares de Jauja (Pedro S. Monge)
Cementerio de Jauja

Por aquellos tiempos había un joven a quien le llamaban “Almatapla”, por las veces que había tropezado con las almas, según contaba él. Este joven cada vez que moría una persona en la ciudad, solía salir por las noches cubierto con un hábito blanco a deambular por las calles del pueblo. Lo hacía para asustar a las personas miedosas, que creían que era el ánima del difunto.

En una de esas noches que recorría la ciudad en hábito de alma, se encontró con un ser realmente del otro mundo que le detuvo en su camino para preguntarle quién era y a dónde iba. Sorprendido y asustado el joven disfrazado no supo qué contestar por el momento. Entonces el alma le preguntó si era de este mundo o de la otra vida. Viéndose apremiado, el joven recobró todo su aplomo y respondió resueltamente que era del otro mundo.

Pero ya el alma había advertido que se trataba de un farsante y para comprobar su mentira, lo llevó a una iglesia y deteniéndose ante la puerta cerrada le dijo:

– Si eres del otro mundo, abre esta puerta para que entremos a rezar.

El joven hizo grandes esfuerzos tratando de abrir la puerta, pero no pudo. Entonces el alma pronunció unas palabras extrañas y la puerta se abrió por sí sola.

Entraron al interior de la iglesia. El joven iba detrás del alma, dispuesto a hacer lo que ella hacía. Así se dirigieron al pie de la primera imagen y puestos de rodillas comenzaron a rezar. El alma rezaba de una manera muy distinta de cómo rezamos entre los vivos y el joven trataba de imitarle. De este modo recorrieron la iglesia arrodillándose al pie de cada imagen y rezando muy devotamente.

Cuando al fin terminaron de rezar abandonaron la iglesia y el alma cerró la puerta con las mismas palabras extrañas. Luego se dirigieron al cementerio, a donde el alma regresaba para bajarse a su sepultura. El joven iba encantado con la compañía de este ser del otro mundo, esperando averiguar aún más lo que haría en la noche.

Una vez en el cementerio, el alma le preguntó al joven cuál era el sepulcro en que habitaba. El joven, que no tenía sepulcro, creyendo que podía engañar a un alma, le indicó sin vacilar el sepulcro de otro. Entonces el alma, que conocía muy bien al habitante de aquel sepulcro, no pudo sufrir esta nueva mentira, y, lleno de cólera, victimó al mentiroso.

Al día siguiente hallaron el cadáver del “Almatapla” tendido sobre una tumba.

Jauja, 05 de abril de 1954.
Recogido por José Mayta Torres, alumno del 3er. Año “C”.
Referido por Pedro Vivanco, de 50 a 60 años, natural de Julcán, de oficio zapatero, sabe leer, hermano de la abuela del alumno.

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Nota: Pedro S. Monge Córdova. Cuentos Populares de Jauja. Publicado por la Municipalidad Provincial de Jauja el año 1991, pp. 22 y 23.
Foto: Gynko Álvarez

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CUENTOS POPULARES DE JAUJA

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Recopilados por Pedro S. Monge Córdova

Plaza de Jauja

Recogiendo la inquietud de numerosos amigos y visitantes a este blog y dado a que en el mercado bibliográfico no existe ningún ejemplar de la obra póstuma de nuestro estelar escritor jaujino Pedro Monge Córdova, a partir de la fecha, publicaré unos cuentos resaltantes de “Cuentos Populares de Jauja”.

Tal como indica el nombre de la obra, estos relatos pertenecen al habla popular y fueron recogidos y corregidos por el recopilador en su interacción docente en el centenario Colegio “San José” de Jauja. La fidelidad del contenido radica en que no se omiten las fuentes, antes bien Pedrito Monge cita a los autores de cada uno de los relatos. La Municipalidad Provincial de Jauja tuvo la acertada iniciativa de patrocinar esta publicación el año 1991, y es de desear, que esta misma entidad, patrocine la segunda edición para que las nuevas generaciones conozcan muchos vericuetos de la sabiduría popular de Jauja.

Foto: Gynko Alvarez

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