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Cuentos Populares de Jauja (Pedro S. Monge)
En la ceja de la selva vivían antiguamente un hombre y una mujer que llegaron a tener tres hijos, el segundo de los cuales había nacido con una estrella en la frente y la virtud maravillosa de pronosticar el porvenir y adivinar el pensamiento de los demás.
Un día los padres partieron hacia la montaña a traer fruta. Los pequeños aguardaron ansiosos su regreso, pero pasaron muchísimos días y los padres no volvían porque habían sido devorados por las fieras. Entonces el niño que tenía la estrella en la frente adivinó la muerte de sus padres y entre los tres acordaron ir en busca de sus restos. Prepararon su fiambre y, cuando todo estuvo listo, emprendieron el viaje. A los tres días de penoso camino llegaron a una casa en donde vivía una anciana, quien al verlos les dijo:
– ¿A dónde van “huillcas” (nietos)? Yo soy abuelita de ustedes; viviremos aquí y se acostumbraran con mi “huilllquita”.
Los tres huérfanos que habían llegado llorando, se tranquilizaron oyendo hablar a la vieja. Después de la comida la anciana les dijo que dormirían con huillquita. Efectivamente, los tres niños y la chiquita de la anciana se acostaron en la misma cama y se durmieron, mientras la anciana se quedo “chac-chando” su coca.
Pero esta vieja era una bruja malvada. Había atraído a los tres huérfanos con el propósito de victimarlos. Felizmente, a cierta hora de la noche, el chico que llevaba la estrella en la frente se despertó y conoció los designios de la vieja que en esos momentos tenía ya preparado su cuchillo. Entonces despertó a sus dos hermanitos y les dijo:
– ¡Vámonos: nos escaparemos! ¡Esta vieja bruja nos quiere matar!
Sin perder un momento, los tres huérfanos salieron en silencio, con mucho cuidado de la casa y se fueron, siguiendo su camino.
A poco rato la bruja entró despacito a donde dormían las criaturas esgrimiendo su gran cuchillo. En la oscuridad agarró una cabeza y la cortó. Buscó la segunda cabeza pero no la consiguió ni tampoco la tercera. Entonces, renegando, prendió luz y vio que había matado a su nieta a quien tanto quería. Los tres huérfanos no estaban.
La bruja gritó, lloró y rabió. Hecha una furia tomó un costal y su tinya y salió en busca de los huerfanitos. Tomó detrás de ellos el mismo camino que habían seguido y a cada paso tocaba su tinya diciendo al mismo tiempo:
– ¡Pára, ñañacha! ¡Tín! ¡Pára, ñañacha! ¡Tín! ¡Pára, ñañacha! ¡Tín!
A cada golpe que daba en la tinya y a cada palabra que pronunciaba la vieja bruja, los huerfanitos no podían caminar, sus pies se ponían como lana.
Entonces el chico adivino aconsejó a sus hermanitos para que se subiesen a un árbol, a donde la vieja no podría subir. En efecto, el mayor se subió hasta la copa del árbol, el segundo, o sea el adivino, se quedó en la mitad sin poder subir más; pero el menorcito no pudo subir nada, y como la vieja estaba ya cerca, pensó esconderse entre las raíces del árbol, cubriéndose con sus ramas, y así lo hizo.
Cuando llegó la bruja vio a los huérfanos encaramados en el árbol. Entonces aparó la boca del costal al pie del árbol y cogiendo su tinya empezó a tocar diciendo:
– ¡Cae, ñañacha! ¡Tín! ¡Cae, ñañacha! ¡Tín! ¡Cae, ñañacha! ¡Tín!
En ese momento cayó el chico adivino dentro del costal, cuya boca amarró la bruja inmediatamente. Como el mayor no caía del árbol, la bruja resolvió subir. Dejó al pie su tinya y se subió al árbol. En ese momento el menorcito salió de su escondite y corrió a desatar la “amarradera” del costal para libertar a su hermano. Una vez desatado, el adivino agarró la tinya y comenzó a tocar diciendo:
– ¡Cae, bufacha! ¡Tín! ¡Cae, bufacha! ¡Tín! ¡Cae, bufacha! ¡Tín!
Y ¡tín! La bruja cayó dentro del costal, cuya boca los chicos cerraron y amarraron fuertemente. Luego, entre los tres, los huerfanitos cargaron el costal con la bruja dentro y lo llevaron a un río y lo echaron allí.
De esta manera terminó la vida de la bruja y los tres huérfanos se volvieron a su casa llenos de temor, llevándose la tinya de la vieja. Se salvaron gracias al niño adivino.
25 de setiembre de 1946.
Masajcancha, anexo del distrito de Paccha, provincia de Jauja, departamento de Junín.
Referido por Epifania Gómez, de 36 años, a Aparicio Pomasunco Vilca, alumno del Tercer Año del Colegio Nacional de “San José”
Recopilado por Pedro S. Monge, profesor del mismo Colegio.
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Nota: Pedro S. Monge Córdova. Cuentos Populares de Jauja. Publicado por la Municipalidad Provincial de Jauja, 1991, pp. 230/232.
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