A propósito del post sobre mi visita a Tunanmarca, recibí un correo muy ilustrado de Martín Valenzuela Gave –jaujino aficionado a la Fotografía, quien visitó varias veces este Centro Arqueológico junto a su grupo de amigos-, en el que me envía fotos con sus respectivas descripciones sobre lo majestuoso de estas ruinas que muy pocos la valoran debidamente. Debo precisar que yo no llegué a visitar estos hermosos sitios a pesar de haber estado en Tunanmarca, comparto con ustedes lo enviado por la mencionada persona:

“En la presente foto, se muestra una vista hacia Norte desde Nor Oeste, saliendo de la Plaza por decirlo así”,

“La Plaza (de Tunanmarca) no es un bloque o cuadra como imaginarás, se llama así porque en ese lugar hay un espacio considerable y sin una geometría estricta entre las 5 chullpas que la conforman, como podrás observar en la foto donde están sentados Mario y Ennio. Nosotros ingresamos por el lado Oeste, subiendo por la ladera del cerro hay un camino de herradura que ha sido marcado por los caminantes y por los animales que los pobladores llevan a pastar, de ese lado uno ve hacia abajo el río Molino que indica la ruta hacia Pomacancha; arriba, desde este punto de orientación, avanzando hacia el Norte, sin mucho esfuerzo, se llega fácil a la Plaza (de Tunanmarca) atravesando restos de cerámica y piedras entre poca maleza”,

“De la plaza, si uno observa hacia el Norte, se ve una especie de loma o cerro continuo. Estas ruinas conservadas no son muy visitadas, quizás porque el caminante, que hace la ruta a pie desde el pueblito de Marco, se queda sin oxígeno y el ánimo está completamente satisfecho al llegar a la Plaza. De octubre a febrero, el temor a las lluvias te apuran a salir de ahí, si hay oportunidad de un cielo despejado; y en otoño, te darás cuenta que, el que te obliga a salir es el viento a pesar de la intensidad del sol. Esto debe ser lo errado de la fabula de la lucha entre el sol y el viento. El sol pierde por mudo, porque el viento silba llamando al frío, y los dos, igual cortan tu estadía en este recinto”,

“De las ruinas mirando hacia el Este, observarás el Valle de Tunanmarca (esto es lo que se ve en la foto). Hacia el lado sur, de este valle, está la carretera hacia Marco; antes no usábamos la carretera; íbamos y volvíamos por una paralela cruzando el medio del Valle, por un camino también de herradura, en cuyas laderas las piedras al atardecer dibujan sombras extrañas salidas de tu imaginación, para que tengas una idea, las piedras son similares a las que se encuentran en la foto que precedió”,

“Y a la vera de este camino existe una Cruz de un origen remoto e incierto donde se deja una ofrenda a la tierra -consiste en hacer pequeñas estatuas de piedra que has recogido en el camino o con las que encuentres alrededor de ésta-. Dicen que es una manera de pedir permiso para ingresar a Tunanmarca y agradecer a la tierra la vida que ella nos da. Mis recuerdos sobre el libro de “El peregrino de Compostela” me llevan a hacer una comparación; porque hay algo de un acto similar en el camino hacia Santiago de Compostela (hay varios caminos que conducen a Santiago de Compostela y parten de diversos países de Europa) y la verdad no recuerdo bien cual es el lugar exacto entre las rutas que hay y en si el acto mismo; pero estoy seguro que alguien a imitación plantó, esta cruz o quizás a propio ingenio la dejó para la ofrenda. En la foto, aparecen de izquierda a derecha: Mario, Germán, Ennio, Julio, Manolo y yo, saludando con mi sombra”.

Creo que es hora para que los expertos elaboren una guía oficial para el visitante a Tunanmarca. Cuidemos este Centro Arqueológico.