EL SEÑOR DE MURUHUAY EN JAUJA

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Los Hugos de Jauja

Iglesia Matriz de Jauja
Vista nocturna de la Iglesia Matriz de Jauja

Por Darío A. Núñez Sovero
darionunezsovero@hotmail.com

Jauja, siempre fervorosa y devota de nuestra Virgen del Rosario no esconde su admiración y devoción a patronos de lugares circunvecinos que, anualmente, celebran sus Fiestas Patronales en toda la región central del Perú.

Anualmente, en Mayo, cientos de fieles jaujinos viajaban hasta la localidad de Acobamba en Tarma para estar presentes en las festividades del Señor de Muruhuay. Este peregrinaje estaba teñido de especiales momentos como, por ejemplo, en la ida y vuelta la comitiva solía hacer un alto en las cumbres de Lomo Largo para que, a modo de un caypincruz pudiesen los peregrinos, al estilo Jauja incluido nuestro cortamonte, expresar su desbordante alegría por tan grata visita. Fue, una actitud perentoria en tanto que luego, aquellos mismos devotos, movidos por su emoción y fe, decidieran la reproducción de una similar imagen en uno de los altares de nuestra Iglesia Matriz.

Es, de este modo, que ingresando a la imponente iglesia jaujina y ubicada al lado izquierdo en el primer altar y frente a la imagen del Señor de la Justicia, yace, crucificado, el Señor de Muruhuay, magistralmente reproducido en el maravilloso arte pictórico de Hugo Orellana Bonilla, natural de Ataura, y Hugo Espíritu Escobar, natural de Huertas. El vulgo, siempre agudo y oportuno, motejaba a estos artistas xauxas como los Hugos de Jauja.

La historia se remonta al año 1987. Comienza con la inquietud antes señalada y la escondida iniciativa de poner el arte de nuestros artistas contemporáneos a merced del sabio juicio de la ciudadanía. Es de este modo que, además de tener la imagen permanentemente en Jauja y poder orar ante ella diariamente, con la venia de la Parroquia, se decide ubicar el lugar exacto de la reproducción. En el largo proceso previo se decide traer lajas de piedra desde el mismo Acobamba. Estas lajas serían colocadas cuidadosamente en el altar ya señalado, finalmente se decide convocar a los artistas que deberán reproducir, exactamente, el original .

Por entonces, se hallaban en sus talleres nativos los dos artistas, Orellana y Espíritu, en temporada de pascana, luego de afanosos peregrinajes por variadas mecas del arte. El primero, retornaba de París, donde residió décadas luego de estudiar Pintura en México y Florencia donde había asimilado un torrente de corrientes modernistas del arte universal y, el segundo, retornaba de Costa Rica y México, embelesado por el arte de Siqueiros , Orozco, Diego Rivera y Frida Khalo. Invitados, ambos, no dudaron en aceptar tan generoso encargo.

Una vez juntos, y puesto de acuerdo sobre aspectos técnicos de la obra, concluirla les llevó un mes. La imagen llegó a despertar comentarios nada gratos como que no se trataba del Cristo rubio al que la Iglesia nos ha acostumbrado, antes ellos trataron, y se logró, de reproducir una imagen mestiza al igual que los lugareños de estos pagos, un Cristo de piel cetrina, mestiza, con facciones nuestras. Muy nuestras.

Cuando dialogué con Hugo Orellana, me refirió tres casos especialísimos que generaron asombro a los autores y, probablemente, estupor en el lector. Primero: cuando pintaban los pies, encuentran que ellos ya tenían atravesado el clavo exactamente a la altura que correspondía a la herida. Segundo: cuando pintaban la llaga que tenía nuestro Señor a la altura de la costilla, curiosamente, la piedra ya presentaba allí mismo una hendidura profunda que facilitó la obra y, tercero: la parte de la pintura que llevó más tiempo en reproducirla fue la cabeza, nunca como entonces, pareció a los artistas que podían lograrla (a este respecto me recuerda que otros artistas mencionan que lo más difícil de reproducir son las manos). Finalmente, para satisfacción personal de los autores la obra se concretó y allí podemos admirarla desde la esquina de nuestra confesión y desde la perspectiva de nuestra concepción artística. Una verdadera obra de arte que está al alcance de nuestra mirada. Un regalo que tenemos que aquilatar y agradecer, tanto a los de la feliz iniciativa cuanto a la autoridad artística de sus autores.

Este es un Cristo al que todos ven cotidianamente por su ubicación pero del que pocos conocen la historia de su presencia. Un Cristo al que todos deberíamos venerar y honrar por los innumerables milagros que a la fe jaujina prodiga. Un Cristo que nos conmueve con sólo verlo. Un aporte del arte xauxa a la cultura universal y una constatación de que nuestra tierra es sede de especial sensibilidad que, esta vez, nace del pincel de los Hugos de Jauja.

A 21 años de la concreción, nuestra gratitud siempre está presente, tanto para Hugo Orellana Bonilla que ahora reposa en su etérea morada de la inmortalidad, cuanto para Hugo Espíritu Escobar allá en el vecino Brasil donde reside desde entonces.

Homenaje a Hugo Orellana Bonilla:

Tributo Oficial

Youtube: El llamado de la tierra

Más datos de Hugo Espíritu Escobar:

Óleo sobre tela

Youtube: Tela de pintura a óleo do artista plástico peruano radicado no Brazil

Puntuación: 4.29 / Votos: 7

Un pensamiento en “EL SEÑOR DE MURUHUAY EN JAUJA

  1. Mery

    Soy Xauxa, Jaujina, Carmelita… con muchos años por Lima… considero que llego la hora de ponerme en contacto con mi Gran Patria: LA TIERRA QUE ME VIO NACER y poner mi granito de arena para verla siempre floreciente para sus Hijos que ya vienen…

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