Jauja en blanco y negro, Registro Fotográfico I

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(Siglos XIX – XX): Un desafío visual para despertar emociones y miradas de extraordinaria capacidad interior.-

Jauja en Blanco y Negro

Por: Julio C. Dávila-Mendiola W.
e-mail: elhalckon@gmail.com

Definitivamente hablaremos de fotografías, y que mejor recordar las palabras de Nubar Alexanian, de la Universidad de Boston, cuando sentenció que la fotografía es sobre lo fotografiado, sobre la fotografía misma y sobre el fotógrafo. Y que mejor ocasión ésta para rendir un cálido agradecimiento a tres de los principales fotógrafos que participan en este nuevo y original proyecto de Halckon editores: Jauja en (…).

Uno de ellos, el que fotografió la invalorable vista, la que adorna la portada del empaque, una fotografía del año 1842, una de las primeras en el Valle indudablemente y en la que podemos apreciar a la Iglesia Matriz con una sola torre y la base de la otra y que según Edgardo Rivera, ésta se debió desplomar después del año 1824, esta vista es, definitivamente una obra de arte ante nuestros ojos, además de poseer un incalculable valor histórico. A aquel fotógrafo, del cual hoy en día se desconoce su nombre: ¡gracias! Gracias por dejarnos este sentimental panorama y que nos permite en nosotros, despertar emociones y miradas de extraordinaria capacidad interior; de él podemos apreciar hasta dos vistas.

También va este agradecimiento a don Wenceslao Hinostroza Quintana, artista plástico, escultor y poeta, de grueso calibre, alumno fundador de la Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú; fue uno de los más importantes trabajos de don Wenceslao, la documentación plástica-arquitectónica de los BALCONES DE LIMA, pintados y dibujados en 92 lienzos, a través de estos lienzos podemos conocer y reconocer a la ciudad de Lima-Colonial en su época de oro. De él podemos apreciar hasta cuatro fotografías en éste Registro; una de ellas, el Cortamonte en el entonces barrio de Yauyos del año 1920, aquí apreciamos un momento histórico en la evolución del baile, el baile se ejecutaba en una ronda multicolor, alrededor del árbol y tomados de la mano, varones y damas, bailaban y cantaban al compás de las alegres melodías de las mulizas y huaynos de carnaval. Otra vista muy importante es una de, aproximadamente el año 1932, la plaza en la esquina del Jr. Junín y Bolognesi, vemos aquí, por esos años en primer plano al precioso balcón de estilo barroco que adornaba dicha esquina, fue y sigue siendo motivo de inspiración para muchos artistas plásticos; y vemos en segundo plano a una pareja de jaujinitos con su vestimenta del día a día: el varón con su poncho “al viento” y sombrero, y la dama luciendo su faldellín, su lliclla, sombrero y mantilla; esto intentaría explicar de cómo se originó la especial vestimenta de las parejas en el Cortamonte de carnavales del barrio de Huarancayo.

Y a Benedicto Lara, fotógrafo de singular trascendencia en las dos terceras partes del pasado siglo XX; de él podemos apreciar una fotografía de la procesión en la plaza de entre los años 1900 y 1918, probablemente en su día de fiesta, de la Santísima Virgen del Rosario, Patrona de Jauja; es sin duda uno de los primeros registros de esta importante festividad religiosa, aquí, apreciamos la mayoritaria participación del pueblo jaujino, algunos impecablemente vestidos con terno y corbata, otros con su vestimenta habitual: poncho y sombrero; la dama impresionaba por su intensa devoción religiosa y los cachimbos con sus dos arpas demostraban la alegría de la Fiesta. Es importante también destacar la figura de aquel hombre xauxa, el que figura en la parte inferior derecha de la fotografía, un varón de aproximadamente de más de dos metros de estatura, con su poncho, se conoce como el hombre de Sacas.

Nos interesa destacar también, una fotografía en especial, una del año de 1960, en la que figuran dos antepasados históricos del Chuto, danzante en la Tunantada del veinte de Enero en Yauyos. Ellos, dos personajes del Uwish, danzantes en esa festividad, portaban fuetes, paraguas, chalina como corbata, máscara de carnero y un pellejo del mismo animal como sombrero; esto nos demuestra que el hombre xauxa crea y recrea permanentemente su propia cultura en el tiempo.

A ellos, a los tres, les ofrecemos un agradecimiento multicolor y se los enviamos a través del canto del pichuchanca por la mañana, allá, al infinito entre los dos horizontes y en donde todos están, saludables y felices, compartiendo el aroma del arcoiris.

Finalmente, es pertinente recordar en este momento que en fotografía una cosa es mirar, más importante es el ver, vital y único el sentir. Y en este Registro Fotográfico I, cuyas 20 reproducciones vienen en un empaque de impecable presentación, todas ellas nos muestran un prístino horizonte oculto, otras nos ofrecen una mirada de la distancia y algunas nos retransmiten una profunda ternura, de nuestra ciudad de Jauja a través de los siglos XIX y XX, de la Jauja de la Leyenda, la que habita en tu corazón y en tu imaginación. Sin duda son percepciones únicas, exclusivas y personales. Solo quedan en cada uno de nosotros por siempre. (Jauja, noviembre de 2006)

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