Las grandes gentes viven en un ahora eterno. Eterno lo que viva su civilización, eterno por si hay alguien más arriba que reciba sus ideas. Grandes más por sus mentes que por cualquier otro azar. Por algo que descubra y solo descubra. Por si nunca llega a conocer el fracaso, la extinción. Cuando pensamos en un número somos ese número, aunque en esencia seamos otro; bien el que sepa el suyo propio. A veces lo descubrimos y a veces lo olvidamos, toda la falta de constancia. Constancia para lo bueno, para buscar nuestro nombre y no olvidarlo, para no tener que estar buscándolo en otros. Para que no nos tengan que confundir. Todos somos números y unos están más cerca o lejos de otros, por voluntad propia o cosas inamovibles. Juntos por el puro querer. Juntos hasta donde se pueda. Lo primero que se debería agradecer es nuestro tiempo y luego nuestro espacio. La sensación y solo sensación de sentirse dueño de algo. Para unos dos minutos valen dos horas y para otros ese mismo tiempo son dos segundos. Para otros un segundo podría ser gran parte de la eternidad. Habrá unos que hacen en días lo que otros en años. Sí, nos acortamos o nos alargamos, algunos se van antes porque quisieron o se lo impusieron justa o injustamente (por si es justa la muerte). Otros se van en sus respectivos tiempos. Todos con todos deberíamos buscar alargarnos, mas nos acortamos por cosas que son mucho menos que el estar todos juntos, aunque cada quien en su lugar, cada quien en su tiempo. Cuántas más panzas y traseros podemos tener!? Cuántos más desperdicios!? Lo negativo solo podría ser superior a la positivo de forma particular, pues en nuestras pocas y cortas existencias hemos sido testigos de toda la grandeza e infinitud. Es imposible que no se sumen, como es imposible que no haya los que se repelen. Quizás explotemos de a pocos en cada repulsión, nos explotamos para desaparecer o nos explotamos para crecer, alargarnos. Es acaso que al morir desaparecemos del universo? Tal vez lo que creemos desaparición sea solo movimiento, pasar de un tiempo en alguna medida controlado a uno del que no se tiene ningún tipo de control, pero no dejar de ser ni existir. Existimos en otro modo, de otra forma, en otro tiempo. Cosas que jamás tienen por qué encontrarse o chocarse simplemente no lo tienen que hacer. Como dos astros que jamás tienen porque cruzarse ni menos colisionar, sino solo hasta el comienzo y final de todo. Pero todo está dentro de todo.
Nunca lo vio y si lo hizo nada pero absolutamente nada pudo hacer para evitarlo. Ya había sido tocado por quien jamás puede ser alcanzado. Todos los animalitos tienen sexo, quien escribe no quiere serlo. Ellos se mueren y hasta se desechan como cualquier mero producto de algún mercado. Es imposible trascender con lo material. Lo trascendente son objetos como los números a los que no puedes engañar ni pueden mentir. Qué cosa material permanece? Los animalitos matan, asesinan, solo les importa su propio bienestar y el de su grupo. Nada no razonable puede trascender. Es imposible que exista algún número defectuoso, dañado, malo. Los animalitos pueden llegar a ser incluso peores que los propios animales, pues si hacen un mal, lo hacen con plena conciencia. Es posible que dentro de todos los vivientes hayan humanos, humanos-animales y animales. Desde para saber nuestras edades, reconocernos ya sea niños, adolescentes, jóvenes, adultos o viejos, así como saber qué es uno, si humano o humano-animal, no es más que una búsqueda personal. La ventaja del humano o humano-animal frente a los animales es que pueden elegir qué ser. Humano no es solo alguien que sabe o puede hablar ni tampoco solo pensar. Un criminal de guerra, un violador y asesino de menores o de personas en general, un delincuente avezado que no tiene reparos en matar a alguien con tal de robar son humanos? En el peor de los casos no serían más que humanos-animales, pero humanos jamás. Los animalitos jamás verán a todo su planeta, solo pueden ver su región, su hábitat. Quizás por ello es que esté en déficit el planeta, lo de un año gastado en casi la mitad de tiempo. Empecemos a ser menos animales.