Talión sin ojos ni dientes

10 Mar 2012 poes

Al odiar y a la frustración se grita, mas es en vano; gritarle al cosmos, gritarle a Polaris y que se vaya al Este. Con una desviación de milésimas a una velocidad luz se termina en otro sitio del que se debía. Unas milésimas, por despreciables que puedan llega a ser en un instante, en otro es la perdición total. Cuando se deja de lado lo sobrante y se lo asume como parte de uno, se empiezan los ojos a cerrar. Además, “si él lo hace por qué yo no” y “para que yo pueda hacer lo que quiera dejo al otro igual de libre”. La primera es en algún grado infantil, olvidarse de uno, creyendo que es todo lo contrario, que también queremos ser solo nosotros. Se queda ciego y hace lo que el otro sin que se juzgue, siquiera, si eso deseado es bueno para el que se quiera imitar, menos, lo piensa si lo es para sí: es solo mera imitación como cuando seguro se oye el lenguaje maternes. Se regresa a un estado como cuando llamándole por su nombre, éste no está ni enterado que se refieren a él. Tampoco podríamos dejar y olvidar la idea de las excepciones; sin embargo, como si de un arma se tratase, se la puede usar cuando se deba o usarla de forma errónea, aunque en principio creemos que es la única vez, en el peor de los casos, en lo que algo esencialmente malo pueda vérsele como bueno y hasta hacedor de justicia. Una excepción es una forma de ver algo en un instante distinto a lo que en verdad es. Cada objeto posee distintas veces en la que una excepción es lo que es y no un abuso, del mismo modo en que no es lo mismo robar dos monedas de oro y matar a dos personas. El abuso, es en ese sentido, la completa desvirtuación de lo que es una excepción, se puede convertir como lo hace el uno en dos, o lo que sea necesario, para soportar la carga, mas el uno no puede hacerse algo que no sea numérico, por ende, y en la misma línea, tampoco los demás números posibles. En cierto sentido creemos que lo segundo es hasta aceptable y en grado racional. Si le agregásemos que para yo ser libre dejo libre al otro ‘sin, claro, jamás dañarlo’, pues seria una garrafal contradicción, podría cooperar en lo que tratamos de buscar. Pero podría ser daño el hecho del humo de un habano, monóxido, un suicidio asistido, entre otros con limites tal vez más estrechos? Hay líneas muy marcadas para lo que pueda llegar a ser una transgresión. Ciertas transgresiones quitan con ella el sustento de un hogar, una madre sin su hijo o viceversa y también sin amigos, por lo tanto, por qué no podrían ser las penas imputadas hasta a una o dos o tres generaciones sanguíneas directas. Se provoca un daño que quita por completo una vida, en lo otro se subsiste aunque sea enrejados. Además de al momento el crimen tampoco se pensó en la carga de responsabilidad que podría dejar detrás, entonces, por justicia, hacer responsables de quien agredió a quienes compartían con él. No nos parece justo el hecho de que mientras unos disfrutan aun entre rejas con sus familiares, otros se conformen con flores y velas en el panteón por quien tenían cerca. La ley de Talión, aunque en este caso ya no con ojos ni dientes, como se puede ser vista que agrega daño al daño, creemos, también, que si se la usa sin ser trocadas la excepción en abuso, podría cumplir un cometido justo. Mientras unos conversan aunque limitadamente, otros ya no tienen opción. Dos o tres generaciones con y por la culpa de uno, a otros que ya no tienen la misma posibilidad.

Pensar en quien necesita de uno para algún plato de comida y por ello delinquir, podría jugar un papel inverso positivo a la hora d acabar una vida y pensar en quienes se tiene detrás. Las reparaciones civiles “solidarias” nos parecen desde contradictorias, burla e insuficientes. Si los del amparo legal, “letrados”, mismos empiezan a trocar palabras con un sentido que debería ser siempre bello o por lo menos tender hacia ello, imagínese el vulgo. Se termina igual de alejado por algunas minucias creídas como sin importancia. En términos ideales, que es como creemos que debería ser, es que no haya hombres enjaulados, desde épocas, costumbres y políticas pasadas siempre ha habido rejas pero siempre hay delincuentes, en ese sentido, no ha producido cambios significativos tampoco.

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