Casos curiosos de la Academia: las Papeletas lexicográficas de Ricardo Palma
Una de las principales labores encomendadas a la Real Academia Española, desde su fundación en 1714 es la de homogeneizar la lengua. Susana de los Heros (2012) señala que “estas ideas de estabilidad lingüística son comprensibles en esa época, pues entonces las lenguas se visualizaban como entes naturales que podían corromperse por numerosos motivos, entre ellos, el contacto con otros idiomas. Asimismo, se creía en la idea de un orden que ayudaría a la planificación nacional más efectiva”. De esta manera, la unidad en el idioma era un recurso con valores políticos y sociales.
Si bien hay una fuerte tendencia de la Academia a conservar la unidad del idioma, esto no excluye que la lengua es un sistema dinámico debido a que sus hablantes son sujetos sociales en constante intercambio e interacción y, además, porque una lengua que no cambia, está condenada a morir. Esta situación de cambio de la lengua en América, especialmente en Perú, es la que observó con esmerada atención el literato y filólogo Ricardo Palma Soriano. Este trabajo constante lo llevó a anotar vocablos nuevos que sus amigos le sugerían o que venían apareciendo en el lenguaje, y que en 1892 – 1893 decidió presentar ante la Academia con la finalidad de que las incorporaran en el diccionario, puesto que las consideraba una necesidad en la vida social de los hablantes.