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EL SEÑOR DE MURUHUAY EN JAUJA

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Los Hugos de Jauja

Iglesia Matriz de Jauja
Vista nocturna de la Iglesia Matriz de Jauja

Por Darío A. Núñez Sovero
darionunezsovero@hotmail.com

Jauja, siempre fervorosa y devota de nuestra Virgen del Rosario no esconde su admiración y devoción a patronos de lugares circunvecinos que, anualmente, celebran sus Fiestas Patronales en toda la región central del Perú.

Anualmente, en Mayo, cientos de fieles jaujinos viajaban hasta la localidad de Acobamba en Tarma para estar presentes en las festividades del Señor de Muruhuay. Este peregrinaje estaba teñido de especiales momentos como, por ejemplo, en la ida y vuelta la comitiva solía hacer un alto en las cumbres de Lomo Largo para que, a modo de un caypincruz pudiesen los peregrinos, al estilo Jauja incluido nuestro cortamonte, expresar su desbordante alegría por tan grata visita. Fue, una actitud perentoria en tanto que luego, aquellos mismos devotos, movidos por su emoción y fe, decidieran la reproducción de una similar imagen en uno de los altares de nuestra Iglesia Matriz.

Es, de este modo, que ingresando a la imponente iglesia jaujina y ubicada al lado izquierdo en el primer altar y frente a la imagen del Señor de la Justicia, yace, crucificado, el Señor de Muruhuay, magistralmente reproducido en el maravilloso arte pictórico de Hugo Orellana Bonilla, natural de Ataura, y Hugo Espíritu Escobar, natural de Huertas. El vulgo, siempre agudo y oportuno, motejaba a estos artistas xauxas como los Hugos de Jauja.

La historia se remonta al año 1987. Comienza con la inquietud antes señalada y la escondida iniciativa de poner el arte de nuestros artistas contemporáneos a merced del sabio juicio de la ciudadanía. Es de este modo que, además de tener la imagen permanentemente en Jauja y poder orar ante ella diariamente, con la venia de la Parroquia, se decide ubicar el lugar exacto de la reproducción. En el largo proceso previo se decide traer lajas de piedra desde el mismo Acobamba. Estas lajas serían colocadas cuidadosamente en el altar ya señalado, finalmente se decide convocar a los artistas que deberán reproducir, exactamente, el original .

Por entonces, se hallaban en sus talleres nativos los dos artistas, Orellana y Espíritu, en temporada de pascana, luego de afanosos peregrinajes por variadas mecas del arte. El primero, retornaba de París, donde residió décadas luego de estudiar Pintura en México y Florencia donde había asimilado un torrente de corrientes modernistas del arte universal y, el segundo, retornaba de Costa Rica y México, embelesado por el arte de Siqueiros , Orozco, Diego Rivera y Frida Khalo. Invitados, ambos, no dudaron en aceptar tan generoso encargo.

Una vez juntos, y puesto de acuerdo sobre aspectos técnicos de la obra, concluirla les llevó un mes. La imagen llegó a despertar comentarios nada gratos como que no se trataba del Cristo rubio al que la Iglesia nos ha acostumbrado, antes ellos trataron, y se logró, de reproducir una imagen mestiza al igual que los lugareños de estos pagos, un Cristo de piel cetrina, mestiza, con facciones nuestras. Muy nuestras.

Cuando dialogué con Hugo Orellana, me refirió tres casos especialísimos que generaron asombro a los autores y, probablemente, estupor en el lector. Primero: cuando pintaban los pies, encuentran que ellos ya tenían atravesado el clavo exactamente a la altura que correspondía a la herida. Segundo: cuando pintaban la llaga que tenía nuestro Señor a la altura de la costilla, curiosamente, la piedra ya presentaba allí mismo una hendidura profunda que facilitó la obra y, tercero: la parte de la pintura que llevó más tiempo en reproducirla fue la cabeza, nunca como entonces, pareció a los artistas que podían lograrla (a este respecto me recuerda que otros artistas mencionan que lo más difícil de reproducir son las manos). Finalmente, para satisfacción personal de los autores la obra se concretó y allí podemos admirarla desde la esquina de nuestra confesión y desde la perspectiva de nuestra concepción artística. Una verdadera obra de arte que está al alcance de nuestra mirada. Un regalo que tenemos que aquilatar y agradecer, tanto a los de la feliz iniciativa cuanto a la autoridad artística de sus autores.

Este es un Cristo al que todos ven cotidianamente por su ubicación pero del que pocos conocen la historia de su presencia. Un Cristo al que todos deberíamos venerar y honrar por los innumerables milagros que a la fe jaujina prodiga. Un Cristo que nos conmueve con sólo verlo. Un aporte del arte xauxa a la cultura universal y una constatación de que nuestra tierra es sede de especial sensibilidad que, esta vez, nace del pincel de los Hugos de Jauja.

A 21 años de la concreción, nuestra gratitud siempre está presente, tanto para Hugo Orellana Bonilla que ahora reposa en su etérea morada de la inmortalidad, cuanto para Hugo Espíritu Escobar allá en el vecino Brasil donde reside desde entonces.

Homenaje a Hugo Orellana Bonilla:

Tributo Oficial

Youtube: El llamado de la tierra

Más datos de Hugo Espíritu Escobar:

Óleo sobre tela

Youtube: Tela de pintura a óleo do artista plástico peruano radicado no Brazil

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“País de Jauja”: De la novela a la realidad…

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País de Jauja, Santillana 2007
Por Darío A. Núñez Sovero
darionunezsovero@hotmail.com

Cuando concluí la lectura de esta hermosa y extraordinaria novela de Edgardo Rivera Martínez: “País de Jauja” (1), no pude menos que ensayar un envidiable orgullo por saber, íntimamente, que el autor siendo un jaujino notable, es en su diario acontecer una persona de una franciscana modestia y sencillez patética. El orgullo deviene del hecho de conocerlo, él sin saberlo, y haberlo visto, en mi niñez y adolescencia, recorrer las calles de Jauja transportando un asombroso silencio y una no menos metafísica mirada.

Cuando en el preámbulo de su obra el autor, dirigiéndose al lector, le advierte que en su novela hay “sin duda, bastantes elementos autobiográficos, pero es mucho mayor lo imaginado” (2) recuerda que su novela combina experiencias juveniles, su raigambre andina pero no por ello menos occidental, el descubrimiento del amor y el énfasis de ciertos personajes, como Abelardo y la tía Marisa, todos ellos al unísono en la consolidación de su vocación. Esta última afirmación se debe a que el autor, siempre recurriendo a su reclamada autobiografía, admite su entrañable amor por la música como su, entonces oculta y mayor, aspiración literaria, la que finalmente fue la que lo ha encumbrado como un autor de nota nacional e internacional.

País de Jauja 1993
País de Jauja, La Voz Ediciones, 1993. 515 pp.

Confieso que, sin embargo, antes de leer esta obra, pensaba encontrar en su contenido descripciones de Jauja de la década del 40 del siglo anterior, cronología en la que ubica el contexto de sus relatos tan preclaro autor, de aquella Jauja imaginaria de la que tanto nos hemos imbuido los naturales de ésta, para citar sus palabras, esplendente tierra; que iba a encontrar descripciones poéticas de nuestra Laguna de Paca, de la verdosa y deslumbrante campiña de Jauja, de sus riquezas coloniales, su comida exquisita y sin par, de sus monumentos arqueológicos o el sin fin de parajes maravillosos que indudablemente tiene nuestro terruño. Pero no, felizmente, el propio Rivera se encargó de advertirnos que mucho de su novela describe experiencias personales en la Jauja novecentista que nos dejó.

Amelia en Ataura Jauja
Sentada con vestido negro y sombrero blanco, se observa a Amelia Bonilla en Ataura – Jauja. Se aprecia la fusión cultural de lo occidental con el mundo andino. Foto Recopilada en el Concurso de Fotografías Antiguas “Jauja Recuerdos en Blanco y Negro”, participante: Trini Schutz.

Coincido con el autor a efecto de entender “País de Jauja”, como una fusión cultural entre lo occidental y lo andino, encuadrar a Jauja como una ciudad sui generis en dicho tiempo respecto a otras ciudades en los andes peruanos; la misma que se debió a la gran inmigración que hubo hacia Jauja por su clima que era vital para los que sufrían tuberculosis y asma.

Justo es, esta afirmación, la que nos empujó a atar algunos elementos autobiográficos que existen a lo largo de todo el relato. Me apresuro a expresar mis disculpas si existiera algún atrevimiento involuntario en mis afirmaciones, sin embargo quiero decir que, en todo caso, esta audacia deviene de algunas observaciones personales. Así es como dedujimos, en primer lugar, que el hermano Abelardo, del que con gravedad y respeto cita reiteradamente el autor, es nada menos que nuestro recordado Miguel Martínez Saravia, hombre cultísimo de admirada ascendencia en la formación de numerosas promociones del Colegio “San José” de Jauja. Es de sobra notorio que sin esta generosa compañía el autor no hubiera podido alimentar, en su adolescencia, una formación prolija de indispensable tendencia clásica. Era, pues, como lo admite Edgardo Rivera, su hermano, quién le seleccionaba los libros que debía ir leyendo y a quién acudía cuando quería encontrar enjundiosos comentarios tanto académicos como costumbristas. Era, en suma, una sombra tutelar, una guía paidética, al mejor estilo griego. En este acápite me atrevo a sustentar que siendo verdad la presencia decisiva de Miguel Martínez en la vida del autor de “País de Jauja” y siendo incuestionable la entrañable amistad y relación ideológica que existía, en vida, entre Miguel Martínez y Pedro Monge Córdova, indirectamente, éste último ha intervenido como parte del equipo formativo inicial de Edgardo Rivera Martínez. No quiero desmerecer la vocación autodidáctica de nuestro escritor, menos su rígida e intencionada formación académica, pero sostengo que este aserto es incuestionable, salvo, como dicen las comunicaciones escritas, error u omisión. Mi sustento se resume en la postulación de que tanto Miguel Martínez como Pedro Monge son las epónimas figuras que han aportado visiblemente en la formación del talento literario de nuestro escritor. Pero aquí surge otra pregunta: siendo Edgardo Rivera poseedor de un espíritu sensible de probada tendencia artística en el campo literario y musical, según propia versión novelesca, ¿por qué es que no descolló en la música como sí lo hizo en la novela? Aventuro la respuesta: Es que para esto último tuvo el aliento siempre atento y oportuno de Miguelito Martínez Saravia y Pedro Monge Córdova, mientras que para la música sólo tuvo una esmerada pero limitada maestra como Mercedes Chavarri, según la novela, que en verdad era doña Mercedes Dávila en la vida real, aquella amable señora esposa del conocido Carlos Ayllón, que en la obra es presentado como Carlos Baylón y que vivían en una casona de la cuadra 8 del Jirón Sucre en Jauja, además de la lega contribución que le brindaba su madre, especialmente para la recopilación y pulimento de la música andina de la que era muy afecta.

Jaujino japonés
Inmigrante japonés de los 40, maestro de karate y fotógrafo Soko Nakachi Higa, quien tuviera su estudio fotográfico frente al cine Colonial. Foto proporcionada por Rubén Casimiro Taipe en el concurso de fotografías de Jauja en blanco y negro.

Hay, en todo lo largo del relato, numerosísimas referencias que nos actualizan la memoria de lo que fue nuestra querida y nostálgica Jauja de la referida década. Debo relevar, entre otros más, que cuando el autor habla del peluquero Nakamoto y su proverbial humorismo de corte oriental, nos está mencionando a la peluquería que tenía en Jauja, el ciudadano japonés Alejandro Makino, el mismo que tenía como sede de su establecimiento, la cuadra 5 del jirón Grau y que estaba avecindado con otro hijo del país del “Sol Naciente”, don José Fukushima, también varias veces citado. La peculiaridad de estos hechos radica en el cosmopolitismo de Jauja de entonces: además de concentrar ciudadanos de distintas nacionalidades como el rumano Radulescu y otros japoneses residentes, desfilan a lo largo de las 662 páginas de esta novela personajes varios como los curas españoles del Convento de Ocopa, los curas italianos de la Parroquia de Jauja, la dama Awapara de ascendencia árabe, el usurero Kogan, etc. En contraste, ahí el lector hallará un encendido homenaje a la belleza eufónica de algunos apellidos quechuas como Pomasunco, Incamanco y Canchapoma (3). Esto me recuerda al diálogo que algún día tuvimos con ese notable pintor jaujino, ya desaparecido, Hugo Orellana Bonilla, quién no se hallaba en gracia con los apellidos que llevaba por su vacío contenido y su procedencia extranjerizante “me hubiese gustado, me dijo, apellidarme Carhuancho o Quispe o Yarihuamán ¡qué lindo!, todos con un alto contenido terrígeno”.

Jalapato en la Plaza de Jauja
Jalapato en el frontis de la Municipalidad de Jauja. A la izquierda se aprecia la elegancia de los ciudadanos jaujinos de la época y a la derecha, un conjunto de músicos liderados por el legendario acollino “Huachipso” Blancas. Foto Recopilada en el Concurso de Fotografías Antiguas “Jauja Recuerdos en Blanco y Negro”, participante: Manuel Velasco Aguilar.

Sería largo enumerar las citas de nombres imaginarios que se encuentran en el libro pero que, en verdad, se corresponden con nombres que han existido en la época en que se le ubican los relatos. Es sorprendente la descripciones mágicas del personaje Fox Caro y sus pronósticos sobre la sabiduría y la paz; indagando sobre él, he encontrado que de verdad éste existió y se trataba nada menos que del jaujino don Oscar Castro, fabricante de ataúdes de la cuadra 7 del Jr. Graú, en cuya puerta vendía panecillos y dulces de Jauja su esposa Margarita. Debo destacar, empero, dos cosas que a mi modo de entender son impostergables: el tratamiento narrativo que hallamos para nuestras fiestas costumbristas como la fiesta del “20 de Enero” y nuestras fiestas del cortamente carnavalesco. Sobre lo primero se encuentra que ya desde la época del siglo anterior era motivo de especial esmero el presentar una fiesta de gran colorido, con instituciones que hacían ensayos previos como el conjunto tunantero de los hermanos López, apellido ficticio para los hermanos Erasmo y Guillermo Suárez Zambrano, dirigentes del afamado conjunto “Centro Jauja” que hasta hoy existe gracias al entusiasmo y cariño de continuadores de la fiesta y a cuyos preámbulos gustaba de asistir el autor del libro. También, siempre con relación a la fiesta de Yauyos, encontramos una preocupación que muchos años después (hasta hoy) no puede ser superada: Los conjuntos de músicos, en general, en la música que interpretan, privilegian los saxofones y clarinetes en desmedro de las notas bellas que salen de los violines y arpas. Juzgo que este último juicio es tema palpitante que debería motivar un estudio para preservar y mejorar nuestra fiesta. El lector hallará, en este asunto, descripciones inmejorables escritas con una prosa perfecta, como “prefería caminar sólo, en silencio detrás del arpa, Cuánto me asombraban los tucumanos, con sus espuelas y sus lazos, y esa manera tan extraña de decir: !Cuidado con las siete puntas! Me hacían pensar en distancias inmensas, desoladas. Se diría que en ellos se juntan las figuras del bandolero, del pistacho, del condenado, y por eso el asombrado espanto que me inspiraban”(4).

Con relación a nuestros carnavales, es por todos conocido que ellos en el Valle de Jauja, se inician en los llamados jueves de compadres y comadres en el distrito de Paca. Allí, como hasta ahora, se acostumbra jugar con harta agua, harina y ortiga, confusión propicia para que algunos mozalbetes aprovechen de manosear indecente y morbosamente a algunas damas. Rivera reedita luego la tradicional presencia de la fiesta del cortamente de los barrios Huarancayo y La Libertad donde los cultores de la fiesta bailan, como don Manuel Irribarren (en alusión al extinto Alejandro “Chuyón” Palacios en la vida real) “con su figura alta y flaca, semejante a la de un torero y un estilo de renovada y justa fama” (5).

País de Jauja Peisa
País de Jauja. 548 pp. Segunda edición, marzo de 1996 PEISA

Leer “País de Jauja” es una experiencia de sempiterna recordación, una oportunidad de romántica regresión a nuestra adolescencia y la constatación de ameno estilo del autor. Debo decir, sin escatimar nada, que he hallado la ocasión de repasar muchas cosas y personas del terruño. Los jaujinos deberíamos de leer más de una vez esta hermosa obra, la cual, según admite el autor, fue elaborada paciente y cuidadosamente durante dieciséis años. Ahora poco, en un boletín que publica la Universidad Nacional Mayor de San Marcos se menciona a Edgardo Rivera como el jaujino universal. Y en verdad es gracias a él que Jauja da la vuelta al mundo en todos los idiomas. Gracias, Edgardo, por regalarnos esta visión de nuestra Jauja donde “Brilla el sol y el aire es límpido y clarísimo”.

________________________
(1). RIVERA MARTINEZ, Edgardo. Pais de Jauja. Lima, Ed. Santillana. 2da. Ed. 2007. 662 pp.
(2). Ob.Cit. p.11
(3) Ob. Cit. p. 245
(4) Ob.cit. p. 243
(5) Ob.cit. p. 416

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JAUJA EN LA HISTORIA POR OBRA DE SUS HÉROES: LA GESTA HEROICA DE HILARIO VALLADARES ZEGARRA

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Darío A. Núñez Sovero

Que, Jauja, siempre estuvo presente en los grandes acontecimientos de la Historia Nacional, no cabe duda. Nuestra tierra siempre responderá: ¡presente!, cuando se trate de revisar hechos que han marcado su impronta en el devenir de nuestra historia, especialmente republicana. Los jaujinos vivimos orgullosos de constatar el valioso legado que nos dejaron nuestros ancestros en este quehacer de luchar por la patria hasta ofrendarle la vida misma. Pocas nacionalidades del país pueden mostrar al mundo estos ejemplos de elogioso coraje como lo han hecho los jaujinos.

Es justo, en este acápite, recordar que fueron jaujinos los que estuvieron presentes en el proceso de ‘la independencia nacional’. El 20 de Noviembre de 1820, el cura Estanislao Márquez y el patriota jaujino Alejo Martínez Lira presidieron la proclamación de la Independencia de Jauja, dando impulso exitoso a la independencia de otras ciudades, objetivo que buscaba la campaña de Alvarez de Arenales en el centro del Perú. A este respecto, en su obra “Jauja Antigua” Clodoaldo Espinoza Bravo reclama un reconocimiento para el prócer de la independencia Alejo Martínez Lira (reclamo inútil, pues hasta hoy nada se ha hecho), para que alguna calle, avenida principal o plaza jaujina lleve su nombre pues intervenir decididamente en la Independencia Nacional costó a este valeroso jaujino la represalia del español Ricafort quién ordenó el fusilamiento de su familia (pensar que en pleno 2008 seguimos mencionando en Jauja: jirón Colina, estadio Monumental, cine teatro Colonial, etc., que hiere el orgullo Xauxa y no le dice absolutamente nada).

Caminando años adelante y ya en plena guerra con Chile fueron nuestros paisanos quiénes dieron una hermosa lección de coraje y amor a la patria. Primero en la Batalla de San Juan donde participó el Batallón “Jauja” Nº 23 comandado por el Coronel Nicolás de San Martín y, luego, en Miraflores otro Batallón de 600 jaujinos estuvo presente en esta gesta con don José Rodríguez al frente. Ya en plena Campaña de la Breña, Jauja no sólo fue escenario sino que, cual una madre homérica y enteramente épica, vio cómo se enrolarían sus hijos en las huestes del gran Andrés Avelino Cáceres, “El Brujo de los Andes”. Es en estas circunstancias que en el valle se formaron muchos batallones como la Guardia Nacional de Huaripampa, los Flanqueadores de Llocllapampa, la Columna de Cazadores de Muquiyauyo, el Batallón Libres de Marco y Concho, el Batallón Cazadores de Apata, etc. La Gesta de Malpaso es la mayor elocuencia del valor de los bravos Xauxas, paralela a otras victorias que los lugareños tenían en el valle de Jauja.

Alipio Ponce
Capitán PNP Alipio Ponce Vásquez

En la primera mitad del siglo XX, fue otro jaujino el que dio a la Patria la ofrenda de su propia vida luego de dos acciones heroicas y ello se dio en la Guerra de 1941 contra el Ecuador. Fue Alipio Ponce Vásquez el encargado de ello. Nacido en el distrito de San Lorenzo – provincia de Jauja; hacia el año de 1941, tenía el grado de Teniente y prestaba servicios en Huanta cuando tras la pretensión ecuatoriana de apoderarse de Tumbes, Jaén y Maynas, el presidente Manuel Prado ordenó la movilización de nuestras Fuerzas Armadas y Policiales hacia la frontera con dicho país. De este modo es cómo Alipio Ponce aparece al mando de un destacamento en Matapalo. Desde allí organizaría la incursión hacia Carcabón, en el Ecuador, la cual fue tomada y por el que Alipio Ponce sería llamado el Titán de Carcabón, luego tomaría Huabillos, acciones que le merecieron el reconocimiento y admiración nacional, hasta que en un acto traicionero fue emboscado en la Quebrada de Porotillo donde fue abatido por ráfagas de ametralladoras enemigas en plena tregua con el Ecuador. Este gesto llenó de gloria a nuestro paisano, quién fue reconocido como Héroe Nacional por el Congreso de la República.

En la década del 50 del siglo anterior, fue noticia nacional el fatal accidente que tuvo el oficial FAP Erasmo Adrián Aliaga Becerra, nacido en Jauja, quién piloteando una nave de Transportes TAM cayera en la selva peruana, este hecho enlutó a la familia jaujina por la temprana desaparición de este promisorio prospecto de la aviación de la Fuerza Aerea del Perú.

Piloto FAP Hilario Valladares
Coronel FAP Hilario Valladares Zegarra, jaujino, héroe del Cenepa

En la década de los 80 y 90 del siglo pasado, otro jaujino de acendrada estirpe, escribiría una página brillante en la Historia del Perú. El autor fue el Coronel FAP Hilario Valladares Zegarra. Jaujino nacido en l955, luego de concluir sus estudios secundarios en el glorioso colegio “San José” de Jauja, muy joven, se enroló en la Fuerza Aérea de donde salió como Piloto de Caza. Hasta ahora, muchos residentes de nuestra ciudad recuerdan con nostálgico regocijo cuando, al principio, el Teniente Valladares hacía sus prácticas de vuelo a borde de poderosos Mirage sobre el límpido y azulado cielo jaujino, frescos están en nuestra memoria la estela blanca que dejaba esta nave cuando atravesaba rauda el espacio Xauxa proveniente de las bases de las Palmas, Pisco o la Joya. Hacia el año 1982 y siguientes, Valladares recibió la orden de asumir el combate contra el terrorismo que estaba germinando y empezaba a asolar el país. Siempre a bordo de su nave, luego, se sumaría a la lucha frontal contra el narcotráfico. Es en estas circunstancias que se inicia un conflicto con el Ecuador y Valladares es enviado allí, en plena Cordillera del Cóndor, donde interviene en el problema del conocido Falso Paquisha. Cuando el año de 1995, nuevamente el Ecuador provoca al Perú en el Alto Cenepa, la Fuerza Aérea, conocedora de la experiencia de Hilario Valladares, pues para entonces lo avalaban más de 7000 horas de vuelo, lo comisiona a esta guerra.

Cessna
Cessna A-37B “Dragonfly” subsónico de la Fuerza Aérea del Perú

Es así que, luego de haber bombardeado tropas enemigas que ya estaban en Tiwinza, el entonces Comandante FAP Hilario Valladares, denominado Comandante Fiera y piloto de una nave A-37B, sería el protagonista principal del primer combate aéreo que se ha dado en nuestro continente, donde fue alcanzado por un misil aire – aire disparado desde un poderoso avión K-FIR enemigo. Es de resaltar que los ecuatorianos atacaban con dos aviones a un solo avión peruano. Para que el lector tenga una idea del desigual enfrentamiento diremos que las naves ecuatorianas estaban equipadas con lo último en tecnología bélica. El K-FIR, que probablemente estaba al mando de un piloto de entrenamiento israelí, tenía superioridad frente a nuestra nave pues eran aviones supersónicos (rompían la barrera del sonido) mientras que la nave peruana era subsónica. Inicialmente Valladares trató de eludir un misil y lo logró, pero el segundo lo alcanzó, pues su velocidad era tal que llegó a impactar en la cola del avión, destrozando los motores y el timón de mando. El avión, caía en versión de un tirabuzón invertido, sin ningún control. Cuando trató de coordinar con su co-piloto, éste ya se había eyectado. En esta circunstancia, más o menos a 1000 metros de altura, optó por jalar su maneta de eyección (manija que acciona automáticamente el asiento del piloto en cero segundos y abre el paracaídas en forma casi simultánea, un segundo). Desde ese cielo del norte peruano violado por disparos de ráfagas de ametralladora, trató de guiar su paracaídas con dirección al río. Tenía el presentimiento que era el único modo de conectarse con alguna población, sus conocimientos de supervivencia así se lo indicaban. Sin embargo cayó en plena selva desde donde buscó afanosamente llegar al río Cenepa. Una vez logrado, infló su bote y navegó aguas abajo. La tarde pesaba y su humanidad se hundía en una noche lóbrega por lo que buscó un peñón plano en medio del río donde optó por esperar el amanecer. En esa noche inmensa e interminable, parafraseando a Neruda, nuestro Hilario Valladares era un cabello solitario en la ubérrima dimensión de esa misteriosa y agresiva selva. Un jaujino que se auto insuflaba fuerzas para sobrevivir por su familia y por su patria, estaba en el reino de la enigmática Yacumama. Lo logró porque, al amanecer y luego de reiniciar su nado en su ya raído bote inflable, oyó a lo lejos unas voces. Temió inicialmente que fueran de soldados ecuatorianos, pero extrañamente los dos parlantes le hacían señas para que se acerque más. Preguntando quiénes eran se dio cuenta que eran soldados peruanos a los que se unió no sin poder ocultar su alegría por haberse salvado. Ellos lo condujeron por la espesura de la selva y ya en el PV-1, fue recibido con alegría y alborozo de todos los combatientes peruanos, luego sería llevado a la Base de Piura donde lo aguardaban sus superiores y familiares, felices por saber de la sobre vivencia de nuestro paisano. Allí mismo, en severa Ceremonia, fue calificado como Defensor de la Patria y Héroe de la FAP por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú. Posteriormente ascendió al grado de Coronel luego de una evaluación regular, estando pendiente el ascenso automático que dispone la Ley Nº26511.

kfir ecuatoriano
Caza Kfir supersónico ecuatoriano

Hoy, Hilario Valladares, desde la mullida paz de su hogar, evoca con especial acento las peripecias que le tocó vivir en esta guerra. Muy quedo, comenta el fatal rol que le deparó la vida de vivir en permanente combate. Jauja se siente orgullosa de tener un hijo de los quilates y pergaminos de Hilario Valladares. Nuestro Colegio “San José” se siente orgulloso de haber aportado a la formación de este Héroe que nos enaltece a todos. ¡Loor a Hilario Valladares Zegarra! Los que vivimos en este tiempo, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tendrán que reconocer su valía y su perennidad en el tiempo.

Hilario Valladares Zegarra
Coronel FAP Hilario Valladares Zegarra

Asimismo, es conocido que el Aeropuerto de Jauja sirvió el año 1995 para trasladar a combatientes del centro hasta la frontera con el Ecuardor, entre ellos, muchos soldados jaujinos defendieron la patria.

La contribución de Jauja a la Historia del Perú es rica. Pocos pueblos como el jaujino pueden jactarse de ello. Gracias a nuestros HÉROES, de verdad, nuevamente: muchas gracias.

Más datos:

Alipio Ponce Vásquez

Heroicos pilotos peruanos en el conflicto del cenepa

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Con gloria y sin olvido: Dos años del viaje sin retorno de Pedro Infantes Mandujano(*)

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pedroinfantes
Pedro Adrián Infantes Mandujano

Por Darío A. Núñez Sovero

Es difícil, casi imposible, decir algo cuando un amigo se va a la eternidad, así de pronto, sin presagiar nada de aquella fatal partida. Son dos años y meses que se fue a la gloria un amigo. Se fue sin avisarnos previamente que era su postrer viaje, de ese modo nos evitó, dolorosamente, despedidas que no debieron darse jamás, tratándose de una persona que estaba en la lozanía de su vida, en su cenit existencial, en el mismo tiempo en que los halagos y respetos afloraban como inagotables manantiales por donde él discurría y que eran recíprocamente correspondidos, tratándose de alguien que sabía que la sencillez y la simpleza son caudales que nacen de una educación prolija, como es la que tuvo Pedro.

Silencié por tiempo esta deuda que tenía con Pedro, hablar de sus virtudes sería más que inútil, porque él era un raro arquetipo que sabía brindar lo que hoy casi no se cultiva: la amistad sin barreras y el acendrado amor por su familia y su Jauja nativa. Jauja está en deuda con Pedro, no lo despidió como se merecía pero creo que aún hay tiempo para ello, quizá alguna calle o una plaza pueda llevar su nombre más adelante.

El adiós es una constante en la vida humana. Todo lo que nos rodea nos dice cotidianamente adiós. Así, adiós nos dice el día cuando cae aplomadamente la noche, adiós nos dicen las olas cuando terminan gimebundas en las arenas de las playas, adiós nos dicen las flores cuando cierran sus pétalos al caer las sombras. Adiós nos dice la persona amada cuando tenemos que partir a lejanos exilios, adiós nos dicen los años cuando las arrugas van surcando nuestros rostros. Yo, Pedro, no pude decirte adiós porque la multitud que desesperada y a la vez contrita despedía tus despojos me impedía acercarme a tu ataúd para verte por última vez. Eso es lo que está pendiente en mí y en muchos que desde lejanas estancias no pudieron acompañarte por vez última.

Siempre lo digo, evocando las palabras de nuestro desaparecido Pedrito Monge, que cuando muere una persona no estamos ante la muerte de quién está yerto, los muertos somos los que hemos compartido contigo tantas aventuras, porque, en este caso, contigo se fueron los años vividos intensamente y sin darle tregua al descanso, contigo se fueron todas aquellas experiencias y sueños forjados para ver a nuestra Jauja con la óptica del desarrollo y progreso. Contigo se fueron las secretas cuitas que nos confesábamos sin que oigan vecinos ávidos de generar rumores sin sentido. Nuestro César Vallejo tiene un verso que dice: “qué poco he muerto hoy”. Si, morimos diariamente pero la tuya, que fue definitiva, nos arrancó muchos años y nos quitó al amigo a quién confiadamente acudíamos en busca de compresión y consejo. Tu ejemplo, que debería conocerse con más amplitud, nos enseñó a ser humildes en toda circunstancia. No te llenó de vanidad la alta magistratura que ocupabas pues para tus amigos siempre estabas atento. Eso es algo que no podremos olvidar.

Nos enseñaste a amar a nuestra Jauja, a quererla sin mezquinarle afectos. Desde donde te encontrabas siempre tenías tiempo para visitar la tierra, el barrio, los amigos. No te importaba el juicio ajeno porque para ti más importante era compartir con los que te apreciábamos. Más de una vez demostraste cómo se debe trabajar por Jauja, los memoriosos todavía lo recuerdan. Pero yo te recuerdo a ti con esa sonrisa cantarina con que sabías expresar tus alegrías, con esa espontaneidad con que afloraban los recuerdos de aquella juventud que compartimos en nuestra Jauja. Con esa gravedad con que solías saludar a los ancianos. Te recuerdo, con esa preocupación que demostrabas por los problemas que acometías con éxito.

En muchos recordatorios In Memorian leo esta frase: “no estoy muerto, sólo estoy dormido, moriré cuando me olviden”. Pues bien, tú no estás muerto porque no te hemos olvidado, estás vivo en cada uno de nuestros actos. Estamos como buscándonos en medio de un gentío con la esperanza de volvernos a encontrarnos, pero esta vez para siempre.

La muerte, esa pasajera macabra del país ignoto, esta vez triunfó. Te llevó sin ninguna contemplación, nos privó de ti inmisericordemente. Pero lo que no pudo esa muerte es quitarnos la alegría de tu recuerdo, arrebatarnos el ejemplo que nos sembraste. Tu nombre crece “como crece la sombra cuando el sol declina”. Pedro: descansa en paz.

(*) Pedro Adrián Infantes Mandujano, jaujino, ex Presidente de la Corte Superior de Lima, falleció prematuramente en enero de 2006 en Lima, de un infarto al corazón. Fue el gestor de la construcción del Módulo de Justicia de Jauja, autor de textos especializados de Derecho Civil y Procesal Civil.

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Jauja y sus productos bandera II

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Escrito por Darío A Núñez Sovero

Había mencionado, en anterior vez, los encantos que Jauja muestra al mundo y al visitante y, de entre ellos, había mencionado, sin jerarquizarlos ni darles orden de prioridades, a la Tunantada, la Laguna de Paca y el pan jaujino. Por razones de espacio no habíamos abundado sobre esa retahíla inagotable de lugares y motivos que Jauja esconde y es necesario mencionarlos. El interregno, sin embargo, ha servido para recibir, vía internet, sugestiones valiosas que no debo callar, más al contrario agradecer. Por ejemplo: distinguir entre los productos bandera aquellos que son naturales de otros que son culturales o aquella observación rotunda y casi furiosa de no incluir al carnaval jaujino como uno de ellos.

Cortamonte Jaujino

Nueva generación de jaujinos perpetuando la tradición del Cortamonte

En justicia debo reconocer que la omisión fue involuntaria y que, en efecto, el carnaval jaujino es una expresión del folklore y sentimiento Xauxa incomparable. Antes de proseguir debo detenerme en decirle al compoblano y/o lector foráneo que Jauja siempre será un poema cuyos versos todos los Xauxas vamos escribiendo a diario. Para quiénes hemos nacido en ella, nuestra Jauja será una serpentina infinita que nos envuelve y nos embriaga con sus celajes llenos de policromía y música terrígena que encandila nuestros oídos diariamente. Admiro y reconozco a todos quienes desde los confines del planeta, cual renunciando a una diáspora forzada, retornan al terruño para estar presente en su Tunantada del “20 de enero” y bailar sus carnavales en algunos de sus 16 barrios donde actualmente se realiza la fiesta.

De joven, tuve la especial fortuna de tener entre mis amigos a un artista de ignorada valía como Miguel Núñez Suárez. Él, era conocido entre los Xauxas mayores como Maiki Núñez y, además de ser reconocido como un extraordinario pintor, tenía el antecedente el haber trabado amistad con intelectuales y artistas de renombre como José Carlos Mariátegui, José Sabogal y María Wiese, en el tiempo en que le tocó estudiar Bellas Artes en la Escuela Nacional que dirigía el segundo de los nombrados. Entre las muchas tertulias que entablamos hubo una que me causó especial interés y estaba referido al carnaval jaujino. Maiki me refirió que nunca bailó el carnaval en Jauja e ironizaba a quiénes lo hacíamos. Me refirió que estudiando Bellas Artes encontró que las raíces del carnaval se encuentran en algunos cuadros del renacimiento de Flandes, lugar donde era frecuente esta costumbre por constituir un culto al dios Falo. Por ello es que los varones tratan de plantar el árbol más grande y coposo en claro correlato al pene varonil y por eso era que el baile debía realizarse siempre entre hombres y mujeres pues, al final, el culto debía culminar en la cama, en clara alusión al derribamiento del árbol. Esta sería la simbología del carnaval y, en verdad, muchos artículos publicados en diarios y revistas serias hacen alusión a que el carnaval es una costumbre vinculada con la carne y los placeres que de ella se derivan. El carnaval jaujino se escapa a esa interpretación, pero en este caso los ingredientes que tiene son más que sutiles y cautivadores. El carnaval jaujino trasciende lo meramente carnal y se engalana con ingredientes de belleza, armonía y vistosidad que son un regalo para nuestros sentidos.

Traida de monte

Los varones a ritmo de tinyas (tambor) y huajlash (cuerno sonoro) van a cortar los árboles al Valle de Yacus para retornar a la ciudad con los mismos; asimismo, en la foto, se castiga con “manshus” a palomillas que asistieron sin el respectivo atuendo de la fecha (falta los sombreros)

Desde prácticas originales como la llamada traída del monte, hasta la cortada del mismo (cortamonte), hay todo un ritual de momentos que pasan por el “manshu” que no es sino un castigo que los asistentes dan a quiénes se hallan presentes sin la indumentaria de rigor (ushcata y sombrero) hasta el “talipay” o encuentro de asistentes hombres y mujeres para jugar y “agasajarse” mutuamente con talcos finos y harina u ortiga en las riberas del mítico rio Yacus, hasta el “shacteo” o refrigerio que las madrinas brindan a quienes la acompañan el primer día. En todo ello hay una vorágine donde el derroche de alegría es realmente incomparable. El zumo de la caña y la dorada cerveza son los combustibles que han colmado los espíritus de una eufórica descarga anímica que va generando una sensación de regresión románica. Todo es alegría en esta primera parte del carnaval.

Damas jaujinas

Las damas jaujinas esperan a los varones para jugar con talco y harina, además de compartir el “shacteo” ofrecido por las madrinas

La parte mas formal de la fiesta ocurre en el segundo día, cuando muy temprano una salva de camaretazos sacude el letargo del pueblo todavía convulso por los sopores del primer día. El ciudadano común, mejor aún el cobarriano y los invitados, ataviados con su vestido de vistosa elegancia, asisten a la misa y la procesión del santo protector del barrio, luego, cual un peregrinaje que prepara el ánimo para el momento central, inician un recorrido por las principales calles de la ciudad convocando a todos a estar presentes en la fiesta, deteniéndose cuando algún emocionado amigo se contagia del furor e invita a hacer un “caypincruz” (descanso) humedecido por abundante licor. Luego de un opíparo almuerzo ofrecido por la madrina, las parejas se apresuran a encimarse con su atuendo típico para bailar.

Traje original de la jaujina
Traje típico original de la jaujina, que luce la conocida artista nacional Alicia Maguiña, quien anualmente llega a Jauja para gozar del Carnaval Jaujino

Nada es más bello que ver a las jaujinas emperejiladas con vistosas llicllas y faldellines de colores severos cubriendo los encantos de los que la naturaleza sabiamente las dotó. Cuando la comitiva se lanza a las calles para dar un recorrido a la ciudad, el garbo y la prestancia del orgullo Xauxa afloran para mostrar lo más exquisito de su arte. Ya en el mismo escenario de la fiesta los bailantes esmeran su participación con muestras de acompasado donaire. El temple de la mujer jaujina se doblega para mostrarnos una silueta de candor y fina estampa, mientras el varón guía con pasmosa solvencia el cadencioso vuelo de la pareja que, como campana al viento, gira en medio de la plaza fiestera, mientras el gentío, atiborrado en el perímetro del área aplaude a sus favoritos alentándolos a seguir con esa clara demostración de señorío y prosapia.

Esta alegría Xauxa, para contento de quienes hemos nacido en esta bella tierra, se ha generalizado en toda la provincia y aún, provincias vecinas tratan inútilmente de imitarla. Pero hay algo más que, sin ánimo de contrariar a mis paisanos, quisiera decir. No dejan de ser interesantes los carnavales que se realizan en los distritos de Jauja. Muchos de ellos, como (sólo por citar) Huancaní, Muqui, Muquiyauyo, Huamalí, Huaripampa, Pancán o Sacsá, compiten ferozmente, cada cual mejor, para ser los carnavales más descollantes de la provincia . Derroche, alegría, pantagruelismo, música, etc., son constantes que hacen de nuestros carnavales un verdadero producto bandera.

carnaval

Jaujinos ensayando vistosos pasos de muliza al son de la Banda de Música Sinfonía Junín de Jauja – Barrio La Libertad

Los jaujinos debemos luchar porque nuestros carnavales sean incorporados en los calendarios turísticos del país y debiéramos sugerir que se creen escuelas donde nuestros niños y jóvenes fomenten e incrementen este patrimonio del cual vivimos orgullosos. ¡Viva Jauja!, ¡Vivan sus Barrios!, ¡Vivan sus distritos! He dicho.

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Jauja y sus productos bandera I

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Escrito por Dario A Núñez Sovero
darionunezsovero@hotmail.com

Siempre será motivo de incendiar nuestros pechos cuando exaltamos nuestro peruanismo al recordar que el Perú es un país de ingentes recursos y valioso patrimonio: el Pisco, la marinera, Machu Picchu, etc. son, entre otros productos, bandera de nuestra nacionalidad. De todos ellos los peruanos nos sentimos orgullosos y al mundo admira absorto estas grandezas que se cobijan en esa gran patria llamada Perú.

El enunciado anterior es inspirador para pensar cuáles son, entre otros, los productos bandera de la patria chica. Sí, de nuestra Jauja. Ella también atesora un vasto patrimonio cultural – histórico e ingentes recursos naturales que terminan atrayendo la atención y admiración de cuántos la van conociendo. No puedo presumir que conozco todos los confines de nuestra provincia, pero si estoy persuadido de conocer algunos de los sitios más admirables de nuestra Jauja. A continuación iré mencionándolos uno a uno. Ojalá que el acucioso lector coincida con mis modestas apreciaciones.

El primer producto bandera de nuestra Jauja es indudablemente nuestra renombrada Laguna de Paca. Los jaujinos debemos sentirnos orgullosos de ella y quién no haya, alguna vez, sumergido su humanidad en sus cálidas aguas no merece auto llamarse como tal. Nuestra laguna de Paca es el lugar más paradisiaco de la provincia, al ver la diafanidad de sus aguas uno siente que nuestros espíritus van aquietando sus alborotos. Lugar ideal para doblegar las sensibilidades más pétreas de nuestras damas, la Laguna de Paca es la cómplice terrígena de los más apasionados romances de jaujinos posesionados por Eros. Cuando uno está en las riberas de sus aguas no puede ocultar la reflexión del supremo esfuerzo que Dios dio para que los jaujinos podamos mostrar con orgullo esta invalorable prenda. Por ello, hoy que su majestad está amenazada por los intríngulis del comercio y el mal promocionado turismo del que nadie sino los foráneos se benefician, nuestra obligación telúrica está en generar todas las iniciativas que permitan su supervivencia.

Grupo de rock Corbeta Blanca en Paca

El segundo producto bandera de nuestra nacionalidad Xauxa es la Tunantada. Cuando hablamos de ella necesariamente tenemos que traer a nuestros recuerdos a Ernesto Bonilla del Valle, jaujino de notable estirpe, quién en su obra Tierra Chola nos dice, refiriéndose al momento en que las cuadrillas suben a la Plaza de Yauyos, que “a esa hora la música cae como un llanto en el alma”. Es que la Tunantada hoy por hoy ya no es sólo una estampa folclórica o si quieren una danza, ahora es para Jauja una institución. Ella resume el espíritu festivo del Xauxa y haber calado en el sentimiento y la conducta de miles y miles de personas le otorga un carácter de indudable popularidad. Los mejores danzantes de la región, las mejores orquestas, oleadas de visitantes que llegan para compartir los siete días de fiesta, Xauxas que retornan brevemente para embriagarse con la profundidad del mensaje tunantero, hacen que anualmente la fiesta del “20 de Enero” sea cada vez mejor, con el añadido de que es la oportunidad para reeditar viejos amores a la par de saborear la estupenda culinaria jaujina. La Tunantada se ha vuelto parte de la consustancialidad de la nación Xauxa y su trascendencia debe tangibilizarse cuando se le declare patrimonio cultural del país. Sólo así se estaría preservando su perdurabilidad generacional.

tunantada

Personajes de la Tunantada (Huatrila, argentino y chuto)

He ido reservando el tercer producto bandera de Jauja para el final de esta breve reseña, con el añadido de que quisiera pedir permiso al lector para relatar dos anécdotas. El año 1994, la Municipalidad Provincial de Jauja expresó reconocimiento publico para tres notables jaujinos: Juan Bolívar Crespo, Hugo Orellana Bonilla y Jorge Teófilo Aliaga Osorio. Luego de la ceremonia de estilo hubo una tertulia más íntima y este último (Dr. Aliaga Osorio) me refirió dos cosas que han quedado gravitando en mi cabeza. Me dijo que él no era católico, apostólico y romano sino que era católico, apostólico y jaujino. También me expresó que cuando iba a un lugar donde comúnmente se calma la sed, el no tomaba Coca Cola ni Crush ni Sprite, él pedía “agua de Jauja” (refiriéndose a la “Inca Cola”). Le escuchaba atento y de esas expresiones pude colegir el profundo amor que uno puede acrecentar cuando se refiere a la tierra que nos vio nacer. La segunda anécdota está referida a una amiga europea que visitó Jauja para “regenerar sus energías en Puyhuan” (Molinos), ella atraída por el renombre que Jauja tiene en el viejo continente no pudo resistir la tentación de visitar nuestra tierra y en un descanso me refirió, con un castellano masticado pero entendible, que conocía muchos lugares del planeta pues había estado en Tailandia, Japón, México, Brasil, etc., pero en ningún sitio había probado un pan tan delicioso como es el pan de Jauja. Nosotros, habituados como estamos a comer diariamente pan, preferimos comprar pan francés u otro pan, antes de preferir nuestro bollo o nuestro pan de huevo. Por eso el pan de Jauja es, para mí, el tercer producto bandera de nuestra nacionalidad. Reflexionando, pensé que en todas partes del mundo la elaboración y cocción de panes se va modernizando, se hacen en hornos a gas o de repente en microondas; nuestro riquísimo pan sigue los cánones de los hornos de leña y ello le confiere un sabor que deleita los paladares más refinados. Loor al pan de Jauja, los jaujinos debemos sentirnos satisfechos de la labor de nuestras panificadoras gracias a cuyo esfuerzo el pan y el nombre de Jauja trasciende fronteras.

bollos jaujinos

Quedan en el tintero numerosos otros productos bandera de la provincia, en una nueva entrega, con la anuencia de los responsables de este blog jaujino, los iremos mencionando. La intención es concederles el valor que el olvido no ha permitido hacerlo, sólo los citaré para luego irlos ampliando: la represa de Chimay en Monobamba, las orquídeas de Uchubamba, los caballos salvajes y las cataratas que hay en Curimarca, los restos arqueológicos de Tunanmarca, las Puyas de Raymondi de Canchayllo, las aguas termales de Acaya y Llocllapampa, son entre otras tesoros, banderas de las que los jaujinos debemos agradecer a Dios por habernos dado tanta generosidad.

Centro Jauja

Alegrémonos, entonces, de haber nacido en una tierra maravillosa y enseñemos a nuestros hijos a mantener incólume esa espiritualidad Xauxa que engrandeció nuestro pasado. Digámoslo con orgullo y a voz alzada: ¡soy jaujino, y qué!.

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