Este domingo, 1º de Mayo, en la Santa Sede de El Vaticano, el Papa Peregrino Juan Pablo II será Beatificado por la Iglesia Católica, tras su muerte ocurrida el año 2005 y luego de numerosísimos testimonios de curaciones asombrosas que se le atribuyen a su intercesión. Estos testimonios están narrados en varios idiomas y la mayoría de ellos sostiene que se tratan de curaciones milagrosas e instantáneas de cáncer o enfermedades incurables como el mal de Parkinson.
Juan Pablo II, con el invalorable legado de su obra bienhechora y con el pasar de los años, ha quedado en la historia de la cristiandad como un mensajero de la paz y la peregrinación que lleva un mensaje de amor y esperanza.
El año de 1985, el Papa viajero programó su visita al Perú. Para entonces una laboriosa febrilidad asaltó la quietud del país. Entidades públicas y privadas se afanaban por mostrar al Ilustre visitante lo mejor de la vidriera nacional. Recuerdo que avenidas importantes de la capital como la Salaverry y la Vía Expresa eran adornadas con murales hechas con lajas de piedra. Otros se encargaban de preparar los escenarios donde el Papa haría la misa y se dirigiría a la grey. Esta alegría, que recorría al país, no podía estar ausente en Jauja, para entonces la comunidad religiosa de nuestra ciudad, igual, se aprestó para hacerse presente. Es así que una delegación de más de 200 personas llegó a Lima. Ella estaba integrada en su mayoría por jóvenes liderados por el entonces seminarista José Chuquillanqui Yamamoto y a quienes acompañaban renombradas personas jaujinas como don José Iseki, Mery Velasco, Dora Suárez, Manuel Flores Pinto y esposa, entre otras que la memoria esconde. El 3 de Febrero de 1985 en el Hipódromo de Monterrico dos jóvenes jaujinos llegaron hasta la presencia del Santo Padre: eran el seminarista José Chuquillanqui y Luz Orihuela Miguel. El primero le hizo entrega, a nombre de la comunidad cristiana de Jauja, de un cayado tallado finamente en aliso con la imagen de Jesucristo y, la segunda, un manto tejido con la imagen de la Virgen del Rosario. Impresionantes e imborrables momentos para la religiosidad de nuestra tierra que quedarán tatuados en la memoria del tiempo y que ahora recordamos con unción en estos gratos momentos.
El Padre José Chuquillanqui Yamamoto saludando a su Santidad Juan Pablo II en una visita realizada al Vaticano
Al final, Jauja y todo el Valle del Mantaro se quedaron con la tristeza de no recibir la visita del Santo Padre: la tiranía del tiempo lo impidió; pero quedó el consuelo de saber que le hicimos llegar las muestras de nuestro aprecio, veneración y respeto. A partir de su Beatificación, Juan Pablo II será el santo tutelar de nuestra nacionalidad al que encomendaremos nuestros destinos.