Hace un mes estuvo en ella. Le hicieron un cálido homenaje en el que participaron agrupaciones culturales y sociales de su ciudad. Piensa volver a Jauja siempre que le sea posible porque ahí están sus raíces, su casa familiar, y porque una de sus hijas aún vive allí.
Edgardo Rivera Martínez considera que los premios en el área de cultura cumplen una función de suma importancia. Afirma que por una parte son un estímulo para la creación; y por otra parte son expresión del reconocimiento de nuestro país al trabajo creativo de escritores, artistas, músicos, y a la labor de instituciones culturales.
Lo visitamos en su apacible departamento de Miraflores, cerca al mar. Se muestra afable, de buen humor, dispuesto a la conversación. A través de la forma que utiliza para expresar sus pensamientos y emociones se trasunta la sencillez del maestro, y de aquel adolescente que en una ocasión decidió escribir un cuento y recibió las palabras de estímulo de uno de sus profesores. Las palabras de aliento que él ha ofrecido a más de un novel escritor.
Le preguntamos, ¿en qué momento decidió ser escritor?
Fue una experiencia temprana. Mucho influyó mi familia materna, y en especial mi hermano mayor, Miguel, gran amante de la lectura. Después, ya en el quinto año de secundaria, mi profesor de lenguaje, una persona muy culta, Pedro S. Monge, leyó un cuento que yo había escrito y lo publicó en la revista del Colegio Nacional de San José de Jauja, en el que estudié. Ya me sentía en ese entonces llamado para la creación literaria, también para la música, pero más profundamente para aquella.
Pedro S. Monge, escribió, en la revista de ese Colegio una nota de presentación al primer cuento que se publicó en ella, La cruz de piedra, en la cual dice: “Lector impenitente, ha barajado a todos los representativos de la literatura universal en su afán encomiable de acopiar concepciones estéticas y modelos de estilo para iniciar su propia elaboración literaria. Temperamentos y méritos como los de Edgardo Rivera Martínez justifican holgadamente que un profesor rompa sus normas de rígida imparcialidad para SALUDAR AL DISCÍPULO DISTINGUIDO, CON LA SEGURIDAD DE SALUDAR EN ÉL A UNO DE LOS FUTUROS ESCRITORES DEL PERÚ”.
¿Considera usted que el escritor nace, o puede también formarse?
Son las dos cosas. Son dotes naturales que los seres humanos traemos para la ciencia, para el arte, para la literatura, para la acción, para el deporte. Y al mismo tiempo, el estímulo que significa el ambiente familiar, el ambiente de los estudios de primaria, de secundaria, el medio en el que ha nacido el futuro escritor o escritora, la importancia de la cultura en nuestras ciudades, en nuestros pueblos.
¿Reconoce la influencia de otros autores en su narrativa?
Es difícil responder a esa pregunta. Pero diré en todo caso que hay escritores en prosa que me han fascinado: García Márquez, Borges, Azorín, en lengua castellana; Proust, en francés. Y de los clásicos he sido un temprano lector del Quijote, gracias a que nuestro abuelo materno nos dejó una hermosa edición ilustrada por Gustavo Doré. También el hecho de que mi hermano mayor fuese un gran lector, todo lo cual se ve reflejado en mi novela País de Jauja. Ese adolescente, su protagonista, es en muchos aspectos lo que yo fui o me sentí en esa etapa de la vida.
¿Cómo surgen sus historias?
Es difícil que pueda resumir cómo es que me viene la idea de un cuento. He escrito cuentos en diferentes etapas de mi vida, y a partir de muy diferentes vivencias y experiencias..
¿Nos puede confiar su método de trabajo?
Cuando inicié mi trabajo literario lo hice con una máquina de escribir. Pero como tenía el afán de expresar o representar del mejor modo lo que tenía en mente, mi trabajo creativo era entonces un poco lento. Pero eso cambió radicalmente con la computadora. Gracias a las facilidades que ofrece para rehacer, cambiar, corregir, escribí País de Jauja en algo más de un año. Con la máquina de escribir era más complicado. ¡Cómo sería cuando los escritores escribían a mano y con pluma! ¡Cómo sería en la época de Cervantes!
¿Disfruta usted al corregir sus propios textos?
Sí. Es un trabajo que a veces es un poco arduo, pero se disfruta de los resultados. Es grato volver al mismo texto después de un tiempo, y ver qué puede mejorarse, qué se puede agregar.
¿Qué papel cumplen las ideas, la reflexión, en cada texto narrativo?
Un enorme papel. En mucho planos, y de diversas maneras. En la obra literaria, como en la obra de arte, hay una convergencia de pensamientos, de convicciones, de sentimientos, de aspiraciones, y de otros factores.
Nota: Edgardo Rivera Martínez es autor de una extensa obra narrativa. Su primer conjunto de cuentos, El Unicornio, se publicó en 1963. En 1982 se hizo acreedor de la primera versión al cuento de las 1000 palabras de la revista caretas con Ángel de Ocongate. Su celebrada novela, País de Jauja, llegaría en 1993 (fue finalista en el prestigioso Rómulo Gallegos dos años después y se le consideró la mejor novela de la década). Rivera Martínez destaca además por sus importantes aportes en el estudio de los Viajeros del siglo XIX.