La persona que lee a Jauja

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Hombre xauxa,

hombre que lee, hombre que baila,

hombre mágico.

A Carmen Cáceres Mayor, por la Jauja que
habita en su corazón; una Jauja de Traída de
monte, y otra de Libros. Por su Jauja de sol,
de música y de pan. Por la Jauja de Pánfilo,
el del Pato Donald y Tribilín; del Oso Yogui,
Rico McPato y el Súperman; el de las figuritas,
para canjear y completar el inquieto y siempre
incompleto álbum en los distintos momentos de
nuestra infancia, muy emocionantes por cierto,
ahora que inesperadamente los vuelvo a ver
(…)
Jaujinita

Mariana Koriwaita Espinoza Cifuentes, de 4 años. Octubre, 2007
Julio C. Dávila-Mendiola W.
e-mail: elhalckon@gmail.com

http://elhalckon.hi5.com

ES DE GRAN TRASCENDENCIA ingresar en contacto de lectura con un libro -un libro es síntesis de vida, es, la vida- para aprender a leernos a nosotros mismos; mientras mejor comprendamos lo que estamos leyendo, mejor nos leemos a nosotros mismos. Leer es una forma de interpretación personal, de interpretar nuestra propia vida, de la forma en cómo la estamos viviendo, de lo que somos; en suma, de nuestra forma de ser. El leer nos proporciona las metáforas esenciales para vivir múltiples vidas en un instante, en un momento; y en otras, la oportunidad de recrear nuestro vivir en función de lo que leemos. La sensación personal de nuestra lectura, de cómo sentimos lo que estamos leyendo, es también la forma particular en cómo nos está hablando el autor, es un hablar sólo para cada uno de nosotros, y cada uno lo escucha de distinta manera. Es también, una forma de retornar a la naturaleza, de sentir que somos naturaleza al fin, de recuperar y sentir nuestra propia humanidad. Uno de los libros indispensables y que recomendamos para tal caso, es definitivamente, un libro de Jauja.

Es de suma urgencia leer aquel libro en algún momento en nuestras vidas, para rememorar nuestro nacimiento en la enigmática Tierra de Jauja; en nosotros que, después de nacer y luego de un tiempo emigramos a otros lugares por distintas razones, y es, desde éste momento cuando comenzamos a mitificar a nuestra ciudad, se nos vuelve mítica, legendaria, y la miramos desde el recuerdo; cuando volvemos a recordar nuestra infancia la revivimos como una misteriosa, singular y maravillosa novela; inevitablemente la engrandecemos desde el corazón. Y es aquí cuando necesitamos no leer una vez, si no, todas las veces de ser necesario, para seguir respirando, para seguir viviendo, desde la infancia hasta la “edad primordial”. Leer, y regresar a leer a Clodoaldo Espinosa Bravo, Ernesto Bonilla del Valle, a Pedro S. Monge Córdova, Augusto Mateu Cueva, a Manuel J. Del Valle, Edgardo Rivera Martínez, a Víctor Modesto Villavicencio del Valle, Gerardo Garcíarosales, a Carlos H. Hurtado Ames, Pedro Rodríguez Meza, a Moisés Ortega Rojas, Víctor Ladera Prieto, a Jaime Galarza Alcántara, Manuel Espinoza Galarza, a Maruja Martínez Castilla, Luis Suárez Galarza; entre otros; para también, de alguna forma alcanzar una experiencia totalizadora como ciudadano jaujino. Qué pasaría?, si solamente nos contentamos con recordarla, con engrandecerla y desde el corazón, y sin leer, que pasaría en nosotros?; ineludiblemente y en cualquier momento se nos viene un paro cardíaco, y finaliza nuestra vida terrenal. Es, decisivamente, una experiencia conjunta, van de la mano, vivir y leer, rememorar y leer, engrandecer y leer.

Un entrenamiento especial, al que la podemos llamar mejor “gimnasia jaujádiKa”, es a “leer siempre un libro de Jauja a cada instante”, después de cada comida, de la ducha, antes de dormir, al despertarse, (…); y ? (…), para sentirnos jaujinos, para sentirnos ¡¡ Jauja !! en la totalidad de su significado y de su sentido; en su máximo esplendor, independientemente del lugar en dónde nos encontremos. Para sentirnos “espacio infinito”, en donde nada falta, nada sobra, solamente si lo leemos en la mismísima ciudad.

Un hecho fantástico y borgiano, para generar un “espacio infinito” sería el originar “una novela viva” con todos los hombres que leen en Jauja; vernos unos a otros leyendo, viajando leyendo, corriendo leyendo, jugando leyendo, contando leyendo, gritando leyendo, trabajando leyendo, vendiendo leyendo, comiendo leyendo, durmiendo leyendo, bailando leyendo, (…); leen Huatuco y Sánchez, los que venden carnes; leen Quillatupa y López, los que venden verduras; leen Quispe, Huarocc, y Martínez, los del grifo; leen Pumacahua y Ramos, los de la bodega; leen Mayta y Mandujano, los oficinistas; leen Astocuri y Solís, los diseñadores gráficos; leen Cuyubamba y Rodríguez, “los sepultureros”; leen Quispealaya y Rosales, los jueces; leen Misari, Casachagua, y Flores, los del hotel; leen Ccancho y Yaringaño, los de la compañía de vigilantes; leen Canchaya, Castro, y Quincho, los barmans; leen Chuquipoma, Salinas, y Limaylla, los de la panadería; leen Vilcahuamán y Bullón, los Alcaldes; leen Corihuamán y Del Castillo, los del triciclo; leen Condori, Cáceres, y Salazar, los canillitas; leen Canchari, Camarena, Pantoja, Cochachi, Urco, y Curisinche, los que lustran botas; leen Huamán y Rivera, los arquitectos; lee Choquehuanca el “curita”; leen Carguancho y Cárdenas, los abogados; leen Paguacho, García, y Palacios, los “serenos”; lee también Surichaqui “el campanero”, (…). Tú, bajo el brazo llevando “Imagen de Jauja”; él, sentado en el bus leyendo “Entre caretas y cullucaras”; aquel, leyendo “bien acurrucado” en una esquina “La Presencia de Jauja”; yo, recostado en el frontis de la iglesia, leyendo “épicamente” mi “Aquel hombre xauxa”; ver a Gerardo Garcíarosales, leyendo su “País de Jauja” sentado en una de las bancas de la plaza de armas, “bien camufladito”; a Carlos Hurtado, en solaz y disfrazado de “chuto” en su jardín de sol leyendo su “Estampas de Jauja”; a Henoch Loayza, “muy concentrado” leyendo su “Cuentos Populares” en una “esquinita” de su museo paleontológico; a Miguel Dávila, leyendo su “Facetas de Jauja” al compás de los pasos de un terrible chapetón que insiste en bailar dentro de él, en la plaza del “20 de enero”; a Lucho “El Palito” Suárez, leyendo a modo de pre-calentamiento y antes de arbitrar un partido, “El Albergue desolado” en una de las bancas de la plazuela en su barrio de “La Salud”; a Héctor Leiva, con sus botas de “arriero” y recostado en la puerta de la capilla y después de rezar a Tayta Paca, leyendo “electrónicamente” su “Tierra chola”; a Abel Simeón “El chasqui de Shunta” antes de su maratónica competencia “Alb Marathon” en Schwäbish Gmünd – Alemania, leyendo “incaicamente” su “Confidencias para el pueblo”. Qué pasaría?, si nos vemos todos así, leyendo un libro de Jauja. Seríamos; la “novela viva” “El País que lee; Jauja”, en donde todos, forzosamente “saltan luego de leer” de un libro a otro, y entre uno y otro, unos pintando, otros vendiendo, otros bailando, y es que un libro de Jauja nos lleva a hacer cosas fantásticas, después y antes del después, y después del después, como a pintar un cuadro, a releer un libro de filosofía, a pensar, a escribir un libro en un día, a sentir, a sembrar, a sembrar un árbol cada día, a cosechar, a cosechar Beethovens, a colgarse de una estrella, a estrellar la iglesia, a enamorarse de un olluco, a obsequiar 100 dólares a cualquiera , a leer a Karl Popper y a Locke, a atrapar una nube, a pintar mil nubes, a bajar el sol, a colgar un sol bailarín, a empujar la luna, a limpiar las calles, a escuchar música; a bailar y bailar, y volver a bailar, y es asi, desde siempre, desde antes de la respiración, que en Jauja no se camina, (…) se baila.

Y es que Jauja es un pueblo que lee y que baila, su gente, todos, viven maravillosamente sus tradiciones y su folclor, hoy en día, con el mismo vigor de siempre, mostrando al mundo con arrogante sencillez sus impecables valores culturales. Tan es así que en forma evidente, que cuando un hombre lee a Jauja se transforma, con sus momentos y sus misterios, y de un modo espléndido y permanente, desde la mañana de un miércoles, en hombre-Tumbamonte; un domingo por la tarde, en un hombre-Tunantada; al atardecer de un martes, es hombre-Corcovado; a mediodía de un jueves, es un hombre-Pachahuara; un sábado todo el día, en un hombre-Huayligía; desde la madrugada de un lunes, en un hombre-Herranza; un día feriado en mayo, en hombre-Jija; y es más allá de todo, eterna y rotundamente un hombre a quien le brota la magia desde la profundidad de su corazón; es un corazón-mago.

Y sólo un corazón-mago transforma constantemente su alrededor. La lectura conmueve -a ti, a mi, y de igual pasa con todos- a nuestro corazón, y es el mismísimo corazón quien se transforma, y se predispone a generar distintos puntos de vista, diferentes, para entendernos mejor con todos los demás. Y es cierto que alguien de los demás se va a preguntar algún día: ¿y cómo es que has cambiado?, ¿y tan rápido? Y no es que hayas cambiado, o que hayamos cambiado, sino, lo que pasa es que al entrar en contacto con alguien, para entenderte mejor, para entendernos mejor, barajamos tantas posibilidades del entendimiento humano, sintonizamos claramente el lenguaje y el punto de vista de nuestro interlocutor del momento, despertamos de inmediato una secuencia múltiple de pensamientos coincidentes, logrando elevar de esta forma nuestra capacidad de pensar y de análisis; asimismo agregamos valor a nuestras opiniones, ahora son más interesantes; nuestras observaciones se hacen más precisas, más profundas. Enriquecemos nuestra vida interior para ver lo que otros no ven, y es que siempre vemos lo que tenemos al interior de nosotros, es decir se produce una feliz coincidencia entre lo que hay en ti, dentro de ti, dentro de nosotros, con lo que ves, con lo que vemos en el exterior, fuera de nosotros. También, aceleramos nuestra creatividad con posibilidades de interpolar mentalmente imágenes y textos, y ésto, es indispensable para seguir viviendo en familia y en comunidad. Y es cierto que todos somos creativos por naturaleza, desde el origen, desde el nacimiento, lo que pasa a veces es que lo olvidamos, algunos lo olvidan para siempre; otros lo recuperan en el transcurso de sus vidas, y la lectura nos ayuda en este proceso.

El hombre de Jauja que lee es un farol andante, que alumbra y relumbra. Y no sólo es luz que alumbra a los demás, sino que es una luz con desbordante carisma, una luz que baila y que todos la queremos tener; es una luz que interactúa y que genera una simbiosis emocional, queremos sentir y saber lo de otros, lo que otros saben, participar un sentimiento, compartir conocimientos, bailar juntos. Un libro se “vuelve sangre” en la vida de una persona en un veloz proceso combinatorio entre lo que va leyendo y su forma de ser; observa, escucha y siente el mundo en una y de una forma única, sinigual, no hay dos personas iguales. Y es que también la lectura expansiona, dilata, extensiona la consciencia, atiza la inteligencia espiritual y enriquece la percepción; y, más allá, en el infinito, todos podemos ver y pensar lo mismo, solamente cuando alineamos nuestra vibración; somos básicamente cada uno de nosotros una misma vibración, pero a menudo la distorsionamos con nuestra labor cotidiana, con nuestras preocupaciones del día a día; cuando la alineamos y la sintonizamos –el poder que nos da la lectura- todos en un solo dial por decirlo de una manera, en un mismo sentido, vemos y sentimos lo mismo, y es que somos naturaleza, somos una sola consciencia, cósmica, galáctica. Y se genera una magia expansiva cuando el hombre interactúa con el contenido de un libro, cuando “se vuelve sangre” dentro de él, luego, después, se produce la transformación; perfecta y potente, sólo cuando se “dispara” desde el corazón.

La persona que lee a Jauja adquiere la condición de “ciudadano jaujino”, modelo de ciudadano universal; se comporta como ciudadano-naturaleza.

La persona que lee a Jauja se transforma desde el corazón, y transforma permanentemente su alrededor físico y/o espiritual; su visión es universal sin descuidar su condición particular.

La persona que lee a Jauja aprende a bailar desde el corazón, y siente que bailar desde el corazón es divino, es meditar. Baila antes para sí mismo, y luego para los demás. Entiende que bailar es antes que el pensar, bailar para pensar, mientras baila siente, y es cuando adquiere mayor objetividad para comprender los acontecimientos que ocurren en su alrededor.

La persona que lee a Jauja es un soñador, idealista, y romántico; llena su vida de grandes sueños e ilusiones sabiendo que los va a alcanzar. Empieza a construir desde la belleza que se expande desde su interior, con la energía que le erupciona como un volcán. Trabaja, corrige y perfecciona su lenguaje. Es un apasionado en el ámbito de las ciencias, las artes y la historia.

La persona que lee a Jauja lee y reflexiona; y en tiempo constante tiene la oportunidad de descubrir el pensamiento de los demás, elevando de ésta forma su modo de pensar; y ahora, por lo tanto, tiene la fortuna de identificar los criterios que otros manejan en relación a diferentes temas y distintos problemas.

La persona que lee a Jauja es, antes o después un multimillonario, y es porque percibe la vida desde la arista de la abundancia. Aprende a disfrutar de la riqueza que de una forma implícita lleva y conlleva el vivir. Es un benefactor.

La persona que lee a Jauja siembra de inmediato un árbol; contagiando a otros para hacer lo mismo. Se vuelve un sembrador de árboles. Asimila al árbol como el misterio ancestral de su búsqueda trascendental; busca crecer desde la densidad de la materia a la elevación del espíritu; y se pregunta: ¿cuál es nuestra capacidad de elevación y de enraizamiento, es decir, de estar presente en todo lo que existe?

La persona que lee a Jauja es un humanista, un filósofo que crece desde el conocimiento reflexionado, y ésto le sirve para discernir lo que ocurre alrededor de su vida, para también influir positivamente y con mayor profundidad en los demás. Incrementa su seguridad y su confianza en sí mismo para ayudar a los demás.

La persona que lee a Jauja desarrolla un infinito cariño, contagiando a mil por mil el cariño que siente por su Tierra; siempre y en todo lugar se expresa de ella con cosas agradables e interesantes, habla de sus danzas, de sus recursos turísticos y de la creatividad de su gente; generando una energía galáctica, cósmica, un entusiasmo sinigual en los demás.

La persona que lee a Jauja eleva una oración por toda la humanidad, y recupera la capacidad innata de defensa por la madre tierra; tiene siempre presente el pensar del gran jefe Seattle, el indio Salish: El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que le hiciere al tejido, lo hará a sí mismo. Y cuando relee siente que se conecta con Dios, sintoniza su vibración para expandir su vivir. Y es que somos en gran medida lo que leemos, y leemos en función de lo que somos y sentimos.

Finalmente, LEER A JAUJA no solamente es leer un libro de Jauja, si no, sentir y leer el pensamiento de sus nubes, leer y pensar en la capilla de Cristo Pobre, sentir y leer sus paisajes, leer y pintar sus danzas, sentir y leer sus complejos arqueológicos; leer el pensamiento de las estrellas, sentir la enorme antigüedad de la tierra debajo de nuestros pies descalzos; sentir y leer su laguna de Paca, leer y pensar en el Puyhuan, leer y dibujar la luna, leer y escribir nuestra infancia. Es también sentir y escuchar la música de su silencio.

He aquí, al hombre xauxa, al que siente y lee el pensamiento de las estrellas.

Y también; salpicamos cada una de todas
estas palabras con el aGuA de JaUjA para
que resplandezcan a modo de un homenaje
al hOMBrE qUE bAiLA, al que dibuja su
nombre, sus sueños, sus alegrías y sus penas,
su vivir con cada paso, en cada requiebro,
al que lleva su arte en movimiento cruzando
y saltando obstáculos, a todas partes y sin
fronteras; a veces, sino tantísimas;
incomprendido. A él; al que baila
brillantemente.

Foto: Marko Capcha Solís – DIRCETUR JUNÍN

Puntuación: 4.23 / Votos: 18

8 pensamientos en “La persona que lee a Jauja

  1. GYNKO

    Bien amigo Julio, parece que hubo imsomnio por alla. Si no me percate bien, creo que falto decir que La Persona que lee a Jauja CONOCERÁ JAUJA, y el saber de Jauja hará que su sentir, su vivir, su bailar, su sueño, su ideal, su recuerdo, su energia… tenga sentido y pueda decir con Mucho Orgullo: YO SOY DE JAUJA!.

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  2. Carlos H.

    Decir que al leer un libro de Jauja se conocerá a Jauja es una verdad de perogrullo e innecesaria de decirla. Efectivamente Sr. Gynco, no sólo se percató mal sino que leyó mal. Al menos, creo, que no estamos entre niños de cinco años.

    La lectura y el libro es un mundo infinito e inagotable y que bueno que Jauja sea un ejemplo de ello. Nuestra ciudad tiene una gran cantidad de producción intelectual lamentablemente ignorada por el centralismo limeño, y por los mismos jaujinos dicho sea de paso.

    Finalmente, me fascina el espíritu lírico que trasunta los textos de Julio. Espero los pueda recopilar pronto en un volumen.

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  3. snunez Autor

    Uno no ama lo que no conoce. En ese sentido, la conclusión inmediata de la persona que lee a Jauja, es el nacimiento de una pasión ferviente por nuestra tierra.

    Es así que muchos jaujinos andamos sin valorar lo nuestro, algo grandioso que se pierde en el País de la Ignorancia; sin embargo, es cierto que gracias a un libro podemos abrir los ojos no sólo para poder conocer lo nuestro, sino también para aprender a comunicarnos mejor.

    En mi caso, fue muy fascinante leer "País de Jauja" el 2001. Al leerlo, que orgulloso me sentí de ser jaujino y josefino. Edgardo Rivera Martínez es el jaujino número uno. Gracias a él, Jauja dio, nuevamente, la vuelta al mundo y ha sido tema de interés para los intelectuales.

    Disculpen la franqueza, pero es una verguenza encontrar a un jaujino que no haya leído dicha obra.

    De otro lado, estimado Julio, te agradezco por la difusión que realizas de las obras literarias e históricas referentes a nuestra Jauja querida.

    La riqueza de la cultura sólo lo ostentan algunos pero es necesario difundirla a favor no sólo de nuestra patria chica: Jauja, sino de todo el país.

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  4. MARTHA SALALAZAR ESPINOZA

    hola a todos los jaujinos(as)mi nombre es martha salazar y estoy tratando de realizar un trabajo de investigacion sobre la tunantada y necesito material bibliografico(libros evistas boletines etc) si alguien pudiera ser tan amable de facilitarme direcciones de donde pueda encontrar lo que necesito se los agradeceria mucho. su servidora y admiradora de la tunantada. MARTHA S. E.

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  5. luis aranda cruz

    a martha si te ayuda en algo te puedo recomendar algunos libros como el del musicologo Raul Romero ojo no es el de habacilar sino otro tiene un libro que habla de las danzas en el valle del mantaro,la revista aguacero y el rajatabla tienen una edicion donde detallan la danza de la tunantada,tambien el libro de Sausa primera capital del Peru , detalla algunas cosas de la tunantada.haber si dejas donde ubicarte me gustaria ayudarte. saludos. luis.

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  6. Clinica De Ojos Del Perú

    https://www.facebook.com/me
    JAUJA: Los carnavales más grandes del Perú.

    Primera capital histórica del Perú, fundada por Francisco Pizarro.

    Ubicada en la cabecera norte del Valle del Mantaro, la actual localización de Jauja acogió en su momento varias expresiones culturales preincaicas. Incluso durante el Imperio inca existían agrupamientos de indígenas Huancas. Durante el incanato se estableció el poblado de "Hatun". Uno de los episodios más notables que la tradición oral ha rescatado fue la masacre que el Inca Pachacútec infligió a los huancas de la zona que se levantaron contra el imperio. La tradición señala que el inca ordenó la mutilación de las dos manos a todos los varones y la mutilación de la mano derecha a todas las mujeres. Ese episodio tuvo lugar en la pampa de Maquinhuayo, a escasos cinco kilómetros al sur de la actual ciudad de Jauja.
    Durante el viaje de los conquistadores hacia la ciudad del Cuzco, Francisco Pizarro decidió la conveniencia de fundar una ciudad que sirviera como cabecera o capital de los territorios que estaba descubriendo. De esa manera, el 25 de abril de 1534, Pizarro funda la ciudad aprovechando el amplio valle en el que se ubicaba (el más ancho de toda la Cordillera Andina. La fundación se realizó bajo el nombre de "Santa Fe de Hatun Xauxa" utilizando la denominación quechua que los incas otorgaron a la localidad.
    En cuanto al origen del nombre, a pesar de que las raíces etimológicas de la palabra "Jauja" se suelen buscar en vocablos quechuas o aymaras, es más que probable que simplemente se adoptara ese nombre en recuerdo y homenaje a la ciudad española de Jauja, como sucedió con tantos otros topónimos en el proceso de colonización. No debe olvidarse que en castellano antiguo Jauja se escribía "Xauxa" porque la letra X se pronunciaba como una "J" débil, como aún sucede en México. La ciudad española de ese nombre fue fundada por los árabes en el siglo XII sobre poblados mucho más antiguos. En lengua árabe la palabra jauja se puede traducir como pasillo, pasadizo o portillo.
    Durante el año 1534 Pizarro y su tropa hicieron una prolongada etapa en el valle de Jauja antes de marchar hacia el Cusco, para esa época Jauja con su ameno clima era sede de enormes tampu o tambos (depósitos) en donde los incas habían acumulado enormes cantidades de alimentos, vestimentas y riquezas varias que permitieron a los españoles vivir holgadamente durante meses. Precisamente, esta abundancia fue probablemente lo que les hizo recordar a la española Jauja, en la cual, según relata con exageración Lope de Rueda, las calles estaban empedradas con piñones y por ellas corrían arroyos de leche y de miel. Así se asentó la legendaria magnificencia del valle del Mantaro, y más en concreto del País de Jauja.
    Los españoles establecieron la ciudad como la primera capital del Virreinato del Perú aunque luego, con la fundación de la ciudad de Lima, se mudó la capital a dicha localidad para aprovechar la cercanía al puerto (actual puerto de El Callao). Esto debido a la importancia que tenía para los conquistadores la comunicación marítima con la metrópoli.
    Durante la colonia, Jauja pasó a formar un corregimiento dependiente de la intendencia de Tarma, que era la principal ciudad de la zona. Posteriormente fue el pueblo de Huancayo que fue tomando importancia. Durante esta época, Jauja fue reconocida por su clima seco, especialmente beneficioso, según la medicina de la época, para los enfermos de las vías respiratorias y tuberculosis. El hospital de Jauja acogió a muchos residentes españoles que venían desde la capital e incluso la misma metrópolis para atenderse en la ciudad.

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