Aeropuerto de Jauja registra incremento de pasajeros

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3961 viajeros utilizaron el Aeropuerto de Jauja solo el mes de marzo de 2015
Aeropuerto de Jauja
Darío A. Núñez Sovero

Recientemente la empresa CORPAC S.A. ha emitido su boletín estadístico, actualizado al 14 de abril de 2015. En el rubro de Movimiento de Pasajeros Nacional advertimos, con especial regocijo, que el Aeropuerto “ FranciscoCarle” de Jauja viene adquiriendo singular importancia en el escenario nacional. Los guarismos que se registran son de una relevancia contundente.

Pasajeros entrantes al aeropuerto de Jauja (2015)

Enero: 1599

Febrero: 1684

Marzo: 2086

Pasajeros salientes del aeropuerto de Jauja (2015)

Enero: 1629

Febrero: 1558

Marzo: 1875

Veamos: en enero del presente año a nuestro aeropuerto llegaron 1599 viajeros y ellos, progresivamente, se han ido incrementando habiendo sido en marzo: 2086. Este hecho en el que se advierte el incremento de pasajeros habría ocurrido debido a los fenómenos naturales que ocurrieron el mes de marzo del año en curso, lo que motivó a que el Ministro de Transportes señale que es prioridad del Estado la modernización, equipoamiento e implementación del Aeropuerto de Jauja pues sirve como alterno a la Carretera Central, además de servir como alterno al Aeropuerto Jorge Chávez de Callao en caso de un terremoto en la costa central del país.

Finalmente, esperamos que la modernización del Aeropuerto de Jauja se concrete lo más pronto posible debido a que es una necesidad no solo para Jauja sino también para toda la región central del país.

 

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Psicoanalista jaujino Saúl Peña Kolenkautsky

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Saúl Peña

Dario Núñez Sovero

El día de hoy salió una extensa entrevista al psicoanalista jaujino Saúl Peña Kolenkautsky (Revista Domingo del Diario La República, páginas 4-6). Él es un Médico psiquiatra egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Obtuvo el Postgrado de seis años en el Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Londres y se formó como psicoanalista de adultos, niños y adolescentes en el Instituto de la Sociedad Británica de Psicoanálisis. Grupo Independiente. Miembro Fundador del Colegio Real de Psiquiatras del Reino Unido y   Pionero del psicoanálisis en el Perú. Analista didáctico, profesor y supervisor del Instituto de Psicoanálisis de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis.

Su grato recuerdo a Jauja, el diario El Comercio lo retrata así:

“Mi padre, Alejandro Peña Silva, era jaujino, como yo. Y abogado. Mi madre Nena Kolenkautsky Koifman es judía-rusa. El se enamoró desde que la vio. Establecieron un vínculo sin palabras, sin ningún idioma hablado. Ella no sabía castellano ni él ruso. Pero para suerte de mi padre, ella se hospedó en el segundo piso de la única notaría que tenía Jauja entonces: la de un tío mío. Una noche, mi padre le pidió al portero que apenas la señorita se durmiera rodeara de flores su cama, y que pusiera al lado una tarjeta suya. Mi madre se despertó en medio de un jardín colorido. Después de ese gesto empezó un romance muy intenso. Soy fruto de ese amor. Tengo incluso una fantasía: creo que fui concebido en una huerta de Jauja, en plena libertad.”

Es muy grato que los jaujinos brillen en todas las áreas del saber humano y es más grato, todavía, advertir la prosapia de quién reiteradamente se reclama oriundo de esta tierra de leyenda: Jauja. Desde aquí felicito este ejemplo de humildad y cariño de un hombre cuya relevancia es ejemplar.

 

 

 

 

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LOCO ALEJOS Y TITO DRAGO

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Echa Muni

Darío A. Núñez Sovero

Nuestra ciudad, como muchas otras, tiene algunos personajes de especial presencia,  cuya personalidad, por ocurrente y atípica, no deja de llamar la atención diariamente. Uno de ellos, en nuestra andina Jauja, es Andrés Alejos Moreno a quien todos conocemos como el “Loco” Alejos, sus más íntimos lo llaman “cotorra”.  Él, cotidianamente, recorre la ciudad con su socarrona y altisonante voz sacando a los viandantes del ensimismamiento en el que se enclaustran producto de sus atribuladas preocupaciones. Lo conocí hacen más de 60 años cuando, palomilla él y con otros de su afinidad como “Carlota” o “Calavera”, correteaban tras una pelota con un improvisado equipo al que llamaron “Carlos Concha” y que, desafiantemente, enfrentaba a cuanto equipo se le ponía al frente en ese escenario del recuerdo para el deporte jaujino como lo fue el viejo Estadio “Junín”.

“Loco” Alejos se hizo, luego, policía municipal y más adelante pasó a ser empleado, función del que ahora es un respetado jubilado, pues no podía ser otro el resultado a sus 84 años de edad, aun cuando, esta longevidad, no le ha restado ímpetu y jocosidad a cada una de sus intervenciones amicales. A lo largo de su existencia si ha acuñado un sello característico de su peculiar estilo es, a manera de pregón, vociferar su amor inclaudicable para el equipo de sus amores: el “Echa” Muni. Jauja toda sabe, por él, que es el único jaujino hasta la fecha  aportante mensual del club, del mejor arquero de esos tiempos, el “mago” Valdiviezo, la historia de los “tres gatitos”: “Caricho” Guzmán, Vides Mosquera y Tito Drago; de “motorcito” Guzmán, de Franco Navarro, Agüerito o el “Cholo” Sotil, etc. Y, esta  letanía deportiva que lo absorbe casi demencialmente, lo dice con una convicción tal que ya raya en el hastío. Por ello, y para bajarle los decibeles, me ocurre escribir esta nota en razón de que el sábado último lo sorprendí oteando mi puerta y no pude menos que entablar una amena charla donde el tema de su añorado Deportivo Municipal era impostergablemente obligatorio. Es así que, antes que me abrume con sus conocidas historias de los “tres gatitos” y compañía, me adelanté y le pedí que me escuche dos versiones que escapan de su versación: le dije, primero, algo que él no conocía. La primera vez que vi al recientemente fallecido Tito Drago (padre de “Titín”, el “Diablo”, abuelo de la actriz Emilia Drago de “Asu Mare” y figura emblemática del Deportivo Municipal), corría el año 1956 más o menos y  fue en su tienda de artículos deportivos que tenía en la esquina de Caylloma y Moquegua en Lima, local que era el centro de concurrencia y tertulias de los actores deportivos del país de ese tiempo. La segunda historia ocurre en Trujillo, allá por el año l960. Haber vivido en una familia conservadora y de valores cristianos me llevaba a asistir dominicalmente a misa. Aquel día, muy temprano, asistí a la misa que los padres dominicos celebraban en la Iglesia San Francisco y, sin darme cuenta, me ubiqué en una banqueta delante de dos caballeros que, muy contritos, compartían la santa ceremonia. Al percatarme de quienes eran tan distinguidos asistentes, me doy cuenta que eran Roberto “Tito” Drago y Juan “Loco” Seminario. Mientras voy relatando este encuentro, de súbito y con inesperado gesto, Alejos me interrumpe y me pregunta si me he lavado la boca. Me doy cuenta –enseguida- que he tocado dos nombres sacros para los hinchas del Echa Muni. Para culminar mi relato, le cuento que la tarde de aquel domingo ambos jugadores y su elenco jugaban contra el “Rambler” de Salaverry, desaparecido equipo trujillano muy querido al que derrotaron con un gol de media volea del gran Tito Drago. Es en este instante que advierto en mi interlocutor un rostro mustío poblado de nostalgia. Casi estupefacto, el “Loco” Alejos se aleja sin despedirse mascullando sus recuerdos. El cariño desmedido a su club lo ha derivado a renunciar protocolos y un callado adiós me obliga a alejarme de su recia figura, aún a pesar de sus largos calendarios de existencia. Ignoro si cuando me reencuentre volverá a hablarme de su vieja monserga deportiva.

 

 

 

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Los Reyes Magos anuncian el 20 de enero

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Tunantada

JUSI TAKIY, Chuto Tayta

Ha terminado la Pascua de Reyes, ya han pasado dos semanas del solsticio de verano y se comienza a sentir el calor. Entonces recuerdo la infancia con los primos, corriendo por la casa del abuelo, jugando con los regalos recibidos durante la adoración al Niño Dios en la Epifanía de los Reyes  Magos, esos buenos Reyes que también nos trajeron regalos; saltando por las veredas, siempre altas pues las lluvias pueden inundar las calles; y caminando a la plaza Santa Isabel por las calles Arica o Acolla para comprar pancito o unos dulces en la bodega. Por supuesto, también compartíamos con los primos un poco de machica con azúcar, unos tumbos, unos alfajorcitos o bizcochuelos en cantidades generosas para recuperar las energías por las correrías de niños en plenas vacaciones por el Barrio de la Libertad. Barriu la Libirtad-pita shamulaa.

También me invade una mezcla de alegría y nerviosismo pues nos acercamos a las cuatro semanas después del solsticio de verano y en nuestra querida Jauja se piden lluvias que aseguren las cosechas del año, y si las lluvias ya llegaron es momento de agradecerlas. Takiy gustamah kala masyadu.

Voy a revisar mi vestuario para bailar por esa lluvia tan necesaria para la siembra, pero también por esa lluvia emocional que nos embarga de amor o desamor en cada acorde de violín, arpa y saxo, a la cual  todos conocemos como “sentimiento”. Llapanta hushayki, mi shunqu.

Presuroso busco unas bolsas en el armario del cuarto de mi pequeño hijo, y luego de desordenarlo un poco, encuentro la huatrila y el chaleco negros con ligeros bordados de colores y ribetes de raso en color fucsia, me pruebo el chaleco y como todos los años vuelvo a pensar si lo llevare al sastre para ajustarlo y usarlo ceñido total hoy los sacos y chalecos de vestir así se usan, pero ese chaleco suelto sigue teniendo su encanto, así que será para el otro año. De igual forma, vuelve a surgirme la idea de usar una huatrila pintada como nuestras bellas llikllas shawshas pero eso también será por otro año.

Encuentro, la bolsa, de lo que hoy llaman, accesorios, primero veo mi elegante sombrero tipo tongo negro con sus cintas multicolores, que se ha convertido en el accesorio mas usado en eventos oficiales. Luego mi corbata negra, que no se si cambiarla por la fucsia, probablemente termine bailando con una de las que llevo al trabajo. De pronto, encuentro la hermosa mascara de piel blanca y con esa expresión tan singular que nos hace a todos tan parecidos y diferentes cuando danzamos en la Histórica Plaza de Yauyos. Siempre es momento de pensar en una máscara nueva, pero nos une un afecto tan grande que posiblemente tengamos que cambiar de vestuario o de personaje si queremos usar una máscara diferente.

Y ahora, como iluminadas con luces multicolores que representan las flores de nuestro hermoso Valle, encuentro las mangas, que según me han dicho es lo mas Shawsha de nuestro vestuario, se usaron mucho para el trabajo agrícola durante cientos de años, así que las reviso con mucho orgullo y recuerdo a nuestra hermosa Ciudad Fortificada de Siquillapucara en el Distrito de Tunanmarca y sus valeroso guerreros que lucharon contra Capac Yupanqui en 1,200 d.C. Así que en ese momento los flujos sanguíneos de mi origen shawsha transitan con mayor velocidad y hacen latir intensamente mi corazón.

Finalmente encuentro mis botas y fuete de cuero, que me hacen recordar al “Caballo de Paso” orgullo de la costa peruana, pero que también vive o se pasea por tierras shawshas, aunque debo reconocer que las botas las he usado algunas veces para salir a pasear en motocicleta durante las noches limeñas y vuelve a mi mente esa idea de subir un 21 de enero a las 3:00pm a la plaza en una motocicleta cruiser, con la mejor cuadrilla y orquesta, total nuestra tunantada también se va globalizando y evolucionando pero sin perder su esencia shawsha.

Antes de terminar de arreglar mi vestuario para salir presuroso a la estación de buses y poder llegar a tiempo a la misa del 20 de enero, recuerdo a nuestro San Sebastián, quien fue un atlético soldado romano, gran lanzador de flechas y mártir cristiano que vivió en los años 200 d.C. y a San Fabián, nuestro vigésimo papa de la Iglesia Católica, quien murió un 20 de enero del año 250 d.C. en la época de las persecuciones a los cristianos por el Imperio Romano. Y agradezco a Dios por cada oportunidad que nos da de vivir y revivir nuestra amada Danza de la Tunantada, Patrimonio Cultural de la Nación.

Ñahishmanmi kutimushah!!!!

 

JUSI TAKIY

Chuto Tayta

 

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“RUFO”, MI PARIENTE HECHO PACIENCIA

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Rufo y Fiona

Darío A. Núñez Sovero

Hace una decena de años, más o menos, su figura temblorosa anunciaba a un cachorro frágil que se  arrebujaba en mi puerta y lo hacía merecedor de la compasión de mi hijo Darío Vladimiro quién, casi a hurtadillas, lo hizo ingresar a mi casa para que adopte nuevo domicilio y, desde entonces, no nos abandonó jamás. La sorpresa inicial de su inesperada llegada no nos permitió advertir que estaba envuelto en una suciedad repelente que no fue óbice para coordinar con la familia un necesario baño que, finalmente, lo dejó como un hermoso  prospecto canino de un pelaje abundante y terso, ideal acompañante de nuestra perrita “Fiona”, para suerte de su misma especie.

Los años y su vigorosa constitución genética le fueron dando un aspecto de un can enorme cuya estampa inspiraba temor y, al transeúnte común, le suspendía la respiración en la vana idea de un arrebatado ataque; ignorábamos todos que estábamos delante un ser dotado de una escondida nobleza capaz de irse acompañando a todo aquel que le deparara alguna encendida caricia. “Rufo”, poco a poco, se fue adentrando en nuestras vidas y se convirtió en el acompañante cotidiano que ponía alegría a nuestra rutina. Sus ladridos, cada vez más graves, le fueron dando a nuestro domicilio un silencioso respeto que se diluye cuando constatan, los visitantes, su proverbial mansedumbre que le hacen merecedor de elogios a los que suele devolver con requiebros mil.

Personalmente, he advertido en este “Rufo”  nuestro de cada día un cúmulo de virtudes, algunas de ellas apenas alcanzaré a explicar. “Rufo” es el acompañante obligado que abriga nuestra invernal soledad, hoy que los hijos partieron (como la canción escolar) cual bandada de palomas que se fueron del vergel, “Rufo” es el sustituto exacto que nos regala permanentemente su prodigalidad casi filial. Las 24 horas del día permanece a nuestro lado agotando su perruna existencia al pie de nuestras tribulaciones cotidianas. Por otro lado, es el confidente callado que advierte nuestras “caídas del alma” cuando alguna penosa circunstancia colma de tristeza nuestro espíritu, entonces su obligada presencia nos solaza con esa mirada enigmática y  pétrea, depositaria de una calma cósmica de lenguajes indescifrables. También es el celoso vigía casero que anuncia con su estruendoso ladrido la presencia de algún visitante que tembloroso toca nuestra puerta y que al constatar nuestra amabilidad calma sus ímpetus refractarios convirtiéndose en un amable anfitrión que regala sus relamidos afectos. La sumatoria de estas encomiables conductas cánidas lo han hecho justo  merecedor de nuestra cálida estima al igual que la de nuestro vecindario que sabe de su nobleza animal. Ello, naturalmente, ha modificado en algo nuestra casera habitualidad, tanto que es visto y tratado como un miembro más de nuestra familia: cuando advertimos algo que lo necesita se lo damos. Comer fuera de casa significa retacear una porción nuestra para entregárselo, llegada la noche una solera felpuda se extiende al pie de nuestra cama para gozar de su callada compañía, los fines de semana una inmensa tina es llenada de agua para que, luego de ser entibiada por nuestro esplendoroso sol, pueda gozar de un refrescante baño, salir de paseo es un desafío porque obliga a cautelar su alegría cuando sus congéneres lo abruman de compañía exponiéndolo al irracional manejo de conductores que atraviesan nuestras calles sin ningún miramiento.

“Rufo” mantiene una figura imperturbable. Jamás sabremos si, por ejemplo, la temprana partida de su amada “Fiona” le talló una tristeza permanente en su alma. Lo que sí sabemos es que mientras viva sus días serán un sereno consuelo para esta soledad que se ha convertido en una continua experiencia. Por todo ello y aunque no me entiendas te digo: gracias “Rufo”, pariente mío hecho paciencia.

 

 

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Exordio necesario

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75 aniversario del Centro Jauja

Centro Jauja

Darío Núñez Sovero

El “Centro Jauja-Erasmo Suárez Zambrano” es la institución tunantera más antigua de la provincia de Jauja. Su fundación institucional se remonta formalmente hacia el año 1939, aunque hacía fines del siglo XIX, los antiguos cultores y fundadores de nuestra entidad, ya se habían nucleado en lo que posteriormente sería ésta. Desde entonces, a la fecha, han transcurrido 75 años de una vida activa e intensa, salpicada de innumerables anécdotas que han hecho de sus integrantes personajes de especial gravitación en nuestra ciudad.

Es, desde el punto de vista histórico, el “Centro Jauja”, el hito fundacional de una tradición que, con el tiempo, se ha forjado como una de las más grandes expresiones de nuestra identidad: la tunantada. Demás está decir que a partir de nosotros, y lo decimos con respeto y un discreto y disimulado orgullo, se forjaron las demás entidades que cultivan esta nuestra añeja costumbre, dentro y fuera de nuestra jurisdicción.  Como toda obra humana, existen responsables para que nuestra tunantada haya cobrado una vigorosa realidad en nuestro tiempo y en este aspecto es necesario recordar los afanes fundacionales de la familia Suárez Zambrano. Ellos, primero el padre y venerable  patriarca don Pablo Suárez Núñez y luego los hermanos Erasmo y Guillermo, supieron otorgarle a nuestra tradición expresada en fiesta, el condimento necesario con el que ahora la conocemos, y que en el decurso del tiempo ha capturado los ojos del Estado, tanto que la ha al  declarado como Patrimonio Cultural de la Nación. Para explicar la historia y el decurso de nuestra tunantada hay que vincularlo, necesariamente, con la historia del “Centro Jauja”. Por ello es que, estas Bodas de Diamante institucionales constituyen, por igual, una brillante oportunidad para revisar una porción significativa de la historia de nuestra cuatricentenaria ciudad.

Lo expresado anteriormente no es una afirmación banal ni presuntuosa. Baste saber que   sus tiempos germinales se vieron interrumpidos cuando el país hubo de confrontar la infausta Guerra del Pacífico y nuestros tunanteros, concientes de los peligros de la patria, hubieron de alinearse en las trincheras del fuego.  Baste, también, releer pasajes de la laureada novela autobiográfica “País de Jauja” del novelista Edgardo Rivera Martínez para darnos cuenta de cómo nuestra tunantada fue moldeando pacientemente el alma colectiva de los xauxas, justamente a través de las inspiraciones musicales e interpretaciones orquestales del Conjunto tunantero de los hermanos Suárez Zambrano (aún cuando figurativamente el autor no dice el nombre de “la cuadrilla”). Baste saber, por otro lado, que los mejores intérpretes de nuestra danza fueron cultores que se iniciaron en las decenas de promociones de nuestra institución: allí están danzando nuestros ancestros en los barrios de La Salud, Huacllas y La Libertad y evocar estos hechos nos dicen de la prestancia de “Huayhuar” Artica, “Achcar” Cordero, Alberto Suárez, José Camarena y otros dignos cultores, cuyo arte dancístico honra la elegancia del tunantero xauxa. La Tunantada nació en Jauja y pertenece a todos los jaujinos. El vehículo por donde discurrió esplendorosamente en sus inicios es el “Centro Jauja”. He ahí el aporte de nuestra entidad al desarrollo histórico de Jauja.

Musicalmente, el aporte no ha sido menor. Cada año en bagaje de huaynos y mulizas ha ido incrementándose sorprendentemente porque, justamente, en el “Centro Jauja” se inició la conocida costumbre de estrenar anualmente el “tono” que iba a regir la presente fiesta. Ello ha dado oportunidad a la que inspiración de los artistas de la música discurra como un torrente maravilloso de creación musical. Por ello es justo mencionar que, inicialmente, los músicos que participaron en el Centro Jauja provenían de San Jerónimo de Tunán donde el prestigio del Conjunto “Los Aguilas” trascendía fronteras. De estas canteras, dos músicos que anualmente continúan alegrando la fiesta del “20 de Enero” de Yauyos-Jauja siguen participando en nuestra institución y es justo mencionarlos: los hermano Saquicoray.

Decía, al inicio de esta nota, que la historia del “Centro-Jauja” está impregnada de riquísimos incidentes. En todos ellos, sus danzantes, sus socios, sus músicos, sus melodías, sus participaciones, etc., han tenido un rol ameno y descollante. Por ello, esta modesta entrega, apenas es una muestra de su variedad y valía; es también un sencillo homenaje para una institución cuya vida ha marcado hondamente la vida de nuestra Jauja a través del siglo XX.

Jauja, Julio del 2014

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A don Tiburcio Mallaupoma, el lírico de Jauja

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Tiburcio Mallaupoma
Darío A. Núñez Sovero

Soy el oyente taciturno de tu música alfombrada por celajes infinitos, urdida en el sentimiento vivo de tu “Lira Jaujina” y la maravillosa comparsa de tus dolorosos sentimientos.

Viejo Tiburcio, morador permanente de nuestras alegrías, raro híbrido de Clio y Dionisos, tu violín gimebundo es ahora un viejo almacén de nostalgias, el receptáculo austero de nuestras remembranzas. Ese violín de metálicas notas alimentó romances forjados por las sombras señeras de nuestra fiesta, romances fundidos bajo el dulce eco de tu inspiración siempre leve y envolvente.

Tu figura egregia y andina reaparece, por ello, cada 20 de Enero festivo, donde nuestros corazones se nutren de sentimiento xauxa, y la inspiración que borbota de tu alma es simiente vivificada en nuestro llanto y el incontenible rio de blancos recuerdos.

Te recuerdo justamente al pie de tu mirada quijotesca en busca del horizonte. Te recuerdo genial en cada “ensayo” siempre al pie de tu violín como si fuera el báculo final de tu vejez. Te recuerdo cerrando, egregio, el acompasado trasuntar de tus bailantes mientras el dulce runa simishausha de “Huayhuar” Artica y “Achcar” Cordero iba envolviendo a las niñas en una seducción cautivadora y alegre . Cada rincón de tu sonoro trajín sabe de tu enfermiza búsqueda por crear himnos para cada corazón enamorado. Sin ti sería difícil explicar el amor de nuestro tiempo.

Fuiste un creador de notas y en cada una de ellas mi alma se envolvía de melancolía. Fuiste calmadamente hilvanando pesares escritos en el aire asfixiante del enjambre fiestero de Yauyos donde mis ansias se perdieron bajo tu música siempre encantadora y a la vez triste.

Por eso es que tu nombre no conocerá el olvido ni adioses pasajeros mientras hayantunanteros que sigan encendiendo su pasión telúrica plena de tunantada al son de tu presencia tutelar sobria. Mientras los amantes reflejen las emociones de nuestro pueblo y tus canciones sean marcos relampagueantes que iluminan el sentimiento de mi Jauja, estarás Tiburcio siempre en los ojos eternos del tiempo. Por eso es que estas mis adelgazadas frases tratan de recomponer el pentagrama que se rompió con tu sentida muerte.

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75 años de historia tunantera del “Centro Jauja”

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Centro Jauja

Darío A. Núñez Sovero

La tunantada, paradójicamente, estará pronto de fiesta. Nuestra costumbre ancestral que cautiva a miles de xauxas, que inspiró a Edgardo Rivera Martínez en muchos pasajes de su obra “País de Jauja” y que tiempla los espíritus de todos sus cultores, se vestirá de gala diamantina en unas semanas más. El 29 de Julio próximo el “Centro Jauja”, la primera institución tunantera de la región, que a partir de la muerte de su fundador, complementó su denominación con el de Erasmo Suárez Zambrano (en su memoria) cumplirá 75 años de fundación. Esta entidad, como se puede colegir, es la más antigua que se conoce en la región en campo de la actividad tunantera y, como tal, se ha constituido en la rectora de esta estampa costumbrista, a la que le ha señalado exitosos rumbos, tanto que el propio Estado, vía el Ministerio de Cultura, la ha reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación.

Desde sus años aurorales hasta la muerte de su fundador ocurrida el 29 de Julio del año 1992, el Centro Jauja se manejó dentro de una concepción familiar. Erasmo Suárez fue continuador de la entrega tunantera de su padre, don Pablo Suárez Núñez, quién fue un hombre que desplegó su entusiasmo desde su estancia en las minas de Morococha. A su muerte y considerando que este patrimonio cultural no podía caducar, los continuadores de esta institución decidieron mantenerla asumiendo todas las responsabilidades y obligaciones que ello conlleva. Aún resuenan en mis oídos sus proféticas y últimas palabras dirigiéndose a quién le sucedería: “Gílmer (Hidalgo) te dejo mis costumbres… mi tradición”. La decisión de continuar, de por sí, fue meritoria y por tanto pintó de cuerpo entero la calidad espiritual de sus integrantes, habiéndose así mantenido hasta hoy. Es de entender, entonces, que siendo la primera institución de este ramo asume la paternidad de todas las actualmente existentes y que por ella han pasado los más grandes y excelsos cultores del legítimo arte tunantero. Un ejercicio primario de la Lógica nos lleva a hacer la siguiente proposición: si la tunantada es patrimonio cultural de la Nación, el Centro Jauja es patrimonio cultural de Jauja y Jauja es la cuna de la tunantada. Así de simple.

Siendo que se aproxima una fecha tan importante, los actuales directivos están empeñados en elaborar un nutrido programa de festejos. Para ello han demandado el apoyo de sus socios desplegados por todos los confines del planeta, quienes vienen respondiendo favorablemente, destacándose actividades culturales y sociales. Entre las primeras destaca la presentación de una publicación donde se resume la historia de esta añeja institución, símbolo viviente de una tradición que ennoblece a nuestra querida tierra de Jauja.

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Una publicación original e interesante

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Tunantada

Darío Núñez Sovero

Con una agudeza oportuna y necesaria, la institución  “Centro Cultural Francisca Pizarro Yupanqui”, integrada por jaujinos residentes en la ciudad de Lima, organizó la Primera Exposición Colectica de Pinturas: “Tunantada: Armonía de las Diferencias”.  El evento fue la ocasión para presentar, a los interesados, un resumen de la obra artística que sobre esta ancestral costumbre, diferentes artistas, vienen produciendo de acuerdo a sus variadas percepciones e impresiones que ellos tienen sobre nuestra fiesta. En elegante material de impresión y asistidos por coloridos contrastes, esta publicación debe ser el inicio de un obligatorio recuento que, sobre nuestros usos, existen en la autoría de artistas que vibran con la majestuosidad de esta reconocida expresión de “Patrimonio Cultural de la Nación”.

A decir verdad, esta institución, viene laborando desde hace años en forma silenciosa pero eficiente para dar a conocer al país una de las expresiones mayores de nuestra identidad: la tunantada. Sabemos  por los diferentes medios que,  además de esta actividad, ellos han desarrollado otras que han dado brío y brillo a nuestra ancestral estampa nativa. Los hemos apreciado en pasacalles, festivales, presentaciones en eventos, etc. Y, recientemente, han dado inicio a una Escuela de la Tunantada, evento que se desarrolla en la Casona de la cuatricentenaria Universidad de “San Marcos”. Estos esfuerzos meritorios permiten difundir, en los diferentes conciertos culturales del país, la variada riqueza costumbrista de nuestra provincia por lo que, en mi modesto punto de vista, amerita extender el reconocimiento de nuestro pueblo, vía autoridades, a este puñado de hombres que con una claridad que linda con un real patriotismo se han propuesto poner a Jauja en el pináculo de la atención nacional.

La publicación, a la que aludo, es un importante aporte a nuestra hemeroteca. Alli reposará para que cada vez que queramos regalarnos con la belleza de los cuadros de David Huaytalla Dionicio, Zoilo Bullón Méjico, Juan Carlos Maldonado Taza, Juan Zárate Cuadrado, Percy Gómez Lizárraga, Ruth Kemp, Manuel Huaytalla Ponce, Constantino Castañeda Balbín  y Gílmer Huaytalla Ponce, lo tengamos a la mano como un precioso regalo que nos recuerde que hemos nacido en una tierra esplendorosa y llena de encantos, uno de los cuales es esa pintura viva de nuestra tunantada, recreada en la aguda percepción de nuestros grandes artistas.

 

 

 

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La honestidad de nuestras composiciones

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Darío Núñez Sovero

Los valores, en general, son principios que orientan el comportamiento humano. Todos solemos cultivar valores en nuestras vidas. No sólo porque, con el tiempo, nuestras conductas terminan siendo paradigmáticas para los nuestros sino, además, porque necesitamos rescatar un conjunto de hechos que se han venido estereotipando como dignos de admiración y que terminan siendo vacuos. En el asunto de nuestras composiciones y sus autorías existen muchas conjeturas. Se habla de valederas y de “pirateos” y ello no se condice con la tradición que tenemos de ser tierra de compositores y autores.  Por  ello es que quiero resaltar, en un caso, un claro ejemplo de transparencia y honestidad y, en el otro, una actitud que, personalmente, me resulta cuestionable. Hablo  del campo de la composición musical de nuestra Jauja y quiero adelantar que, para hacerlo, dudé al principio; pero luego de un fructífero diálogo con un viejo y admirado maestro josefino concluimos que era mejor escribirlo en claro e irrestricto respeto por la verdad, la verdad histórica en este caso, aún a riesgo de lesionar  alguna susceptibilidad de nuestros lectores.

Cuando niño y en el lejano Trujillo en la década del 50 del siglo anterior, un grupo de buenos y  jóvenes universitarios jaujinos solía reunirse en la casa de don Godofredo Bonilla, un jaujino aposentado allende por razones laborales. En dicha vivienda,  la tertulia sobre el acontecer del terruño, sumado a la lectura obligatoria de “El Porvenir”,  que era el diario jaujino que llegaba por suscripción, eran ingredientes más que suficientes para hacer atractivas las citas. Recuerdo, entre otros, ver reunidos a Luis Bonilla García, el tragadereño Tolomeo Camarena Solís, Lauro Delgado Llallico, Pablo Bravo Cárdenas, los hermanos Luis y Rebeca Bonilla Mungi. Jaime Yuli Linares, la hermana de éste:  Enma;  Alejandra de la Cruz, etc.

Para que las reuniones  alcancen su clímax, se daba inicio al más grato momento: recordar las canciones de la tierra. Entonces tunantadas, huaynos, mulizas y valses,  con sus notas quejumbrosas y llenas de reminiscencias,  colmaban el lejano aire trujillano y el recuerdo condensaba más la nostalgia por la patria chica amada, por nuestra Jauja natal. Los responsables de ello eran Juan Loayza Castro con su voz timbrada y bohemia y las guitarras de Eduardo Ponce Ramírez y Lucho Bonilla Mungi.  Entonces, por vez primera, escuché las notas de ese pegajoso huaynito llamado “La vida es carnaval”. Los versos:

Paradito en las esquinas

publicando mi querer

como si fuera un delito

el amar a una mujer.

Todita la noche me tienes

paradito en tu puerta

besando ya la chapita

como si fuera tu boquita.

Dichas composiciones empezaron a sonarme muy familiares, la melodía xauxa se convertía en el cincel implacable que modelaba mi cariño telúrico. Años después este batallón de jaujinos, de probada  solvencia profesional,  sería responsable de muchas acciones en bien de nuestra juventud y el desarrollo de la región. Tiempo después, fue en la década del 70 que Juan Loayza, conocido como el “Chino”, me conducía en su vehículo de Jauja a Lima. Él debía llegar a Trujillo donde había sido nombrado como Director Regional de Educación y apurado como iba me dio tiempo para hacerle una pregunta. Le inquirí por el nombre de la damita que había inspirado tan delicados versos. Su respuesta fue inmediata y asombrosa. Me dijo que él no era el autor. Que dicha canción era anónima y en su juventud la había recogido del cantar popular. La alusión que había en el disco grabado y en el que figuraba su nombre no era verdad. Respuesta que pasmó y, aleccionadoramente, me enseñó que el valor de la honestidad debe ser un norte permanente de nuestras actitudes. Fácil le hubiera sido decir que la autoría recaía en él pues así lo decían los discos grabados.  ¡Enorme este xauxa cuya memoria debiera ser honrada por sus grandes logros profesionales y personales!

Mis mayores me educaron sobre la base de aforismos y de ellos rescato éste: “de todo hay en la viña del Señor”. Y efectivamente, ello cae de perilla cuando constato un hecho adverso al anteriormente comentado. Resulta que en nuestro diario trajinar, ha caído en mis manos un magazine popular argentino editado el 2 de Mayo de 1945 de nombre LEOPLAN que aparecía en el país gaucho quincenalmente. En el interior de la edición Nro. 263 aparece un artículo firmado por José Luis Lanuza que titula “El acento criollo” y en titulillo añade: “al margen del cancionero criollo”. El artículo reproduce un conjunto de coplas criollas de aquel tiempo que “debían ser devueltas al caudal común de la poesía popular castellana”. Cito textualmente al autor: “… ¿Qué pensar de una copla en quichua que se canta por el norte mas o menos con este sonido?

Yuyariy churaskaiquita

Makiysniyman makiykita

Huakaspaa nihuaskaikita

Mana maiccaj konkanahuayquita.

Pues bien, Juan Alfonso Carrizo nos advierte (en el discurso preliminar de su Cancionero Popular de Jujuy)  que, “puesta literalmente en castellano, nos da la siguiente copla española que figura en el Cancionero de Lafuente y Alcántara de 1865:

¿Te acuerdas cuando pusiste

Tus manos sobre la mía,

Y llorando me dijiste

Que nunca me olvidarías?…”

El acucioso lector debe recordar esta última estrofa y debe saber (a “pie juntillas”) que se canta en el famoso Huarancayo. Hasta ahora tenía información que esta composición que se entona  en Jauja era de “autoría” de un paisano extinto. Indagando, me he informado que el mencionado “autor””,  en su juventud, estuvo enamorado de una dama de indudable respetabilidad y cuya viudez trató de ser doblegada por el entercado galán con la “canción” aludida, situación que finalmente logró habiendo pasado con ella  dos cortamontes. Por esos azahares del destino ellos no pudieron unir sus vidas, pero la canción quedó allí como un “presente” para las generaciones venideras.

Ello no quita que se aventure una hipótesis: la copla gaucha llegó con los tucumanos (gente del norte de argentina), arrieros muleros que, al decir de Pedro Monge,  relajaban sus afanes viajeros en el barrio La Samaritana de Jauja. Allí, en las noches, se entonaban estos cantos que han quedado entre nosotros para la posteridad, entre los que se cuenta esta estrofa de la canción jaujina que comentamos.

 

 

 

 

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