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PRÓLOGO: ADREDE DE UNA PROXIMA PUBLICACION SOBRE LA AMADA TUNANTADA

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Darío A. Núñez Sovero

La Tunantada es un campo, un tema o, si se quiere, un aspecto que, en el campo cultural, está inscrito con tinta indeleble en el alma popular de la ciudadanía de la región central del país, en donde se encarneció después de ser el parto sublime del espíritu festivo del alma xauxa. Su vigencia cobra ribetes de inusual popularidad, tanto que se ha tornado imprescindible en cuanto evento sociocultural hay en estos momentos.

En lo que se refiere a una posición personal, nadie discutirá que la Tunantada se ha incorporado en cada uno de nosotros con la fuerza avasallante de algo que, pareciese, estuvo creado y cantado para traducir nuestros sentimientos más profundos. Como si fuera la asignatura que nos ha impuesto la escuela de la vida para aprobarla con beneplácito cada vez que nos convoquen para rendir examen en el recinto agorero de la plaza de Yauyos-Jauja. Es que, solo al escuchar sus notas quejumbrosas pero de mielado acento, pareciese que un mundo sonoro trata de leer nuestras tragedias existenciales diarias. La Tunantada, para el mundo de Los Tunantes, es pan que desborda la alforja sentimental de nuestras alegrías y frustraciones para convertirse en poderoso alimento de nutre nuestras precarias vidas.

Hoy, la Tunantada, es algo así como el santuario donde se reactivan y, a la vez, se calman nuestras tribulaciones más agudas. El estilete que horada interioridades y profundiza las heridas más sórdidas en el sano propósito de embalsamarlas. ¡Ah, tunantada! Ofrenda de afiebrado pentagrama que busca cristalizar melodías que aquietan desenfrenadas efervescencias. (Te amamos, Tunantada, porque eres la buscada traducción perfecta del tumulto doloroso de nuestras múltiples experiencias).

No sé si, al final, este texto sea un panegírico o termine siendo un madrigal para esta expresión consustancial al alma jaujina, que es la Tunantada.  Lo cierto es que los hombres que habitamos estas legendarias tierras no escatimamos elogio para lo que se constituye como una de las expresiones máximas de nuestra nacionalidad. Esta es, entre otras, la poderosa razón para que los miembros de la institución Los Tunantes, novísima en su género e integrada por auténticos cultores y estudiosos de nuestra tradición, nos hayamos trazado el propósito, altruista y de alta significación, de estudiarla desde las perspectivas más insospechadas. Desde aquellos puntos de vista no manifiestos tangiblemente,  pero que subyacen “bajo la piel” tunantera como un alimento que la motorizan permanentemente, dándole esencia y razón de ser.

Que se sepa, nunca se han hecho esfuerzos por estudiar este fenómeno cultural de la Tunantada de manera tan completa. Es cierto que existen algunos estudios que la abordan con entusiasmo y cierta versación, pero lo hacen de modo parcial y desconectándola de su integridad. Digamos: sesgándola. Los Tunantes, nos hemos propuesto -respetando lo avanzado que aplaudimos y valoramos- estudiar la Tunantada desde una perspectiva más completa, de forma  integral.

Así es como, en el presente texto, el lector encontrará, en la versión autorizada de cultores como Rubén Suárez, Gina Huaytalla y Eduardo Arias, una explicación detallada y paciente sobre la definición, los orígenes y la evolución histórica de la Tunantada. Tema de por si polémico por cuanto esclarece rotundamente que ella no es algo que aparece o se forja en los albores del siglo XX, sino que es el resultado de un largo proceso evolutivo a través del cual fue tomando ribetes especiales para mostrarse tal como hoy la conocemos.

También, y dada la experiencia de ellos, en la segunda parte, encontramos un análisis y cuidadosa exposición sobre las características tradicionales y actuales de los personajes (bailantes) de la Tunantada. Aquí la versación de Billy Segura y Arturo Amaya se hacen evidentes para mostrarnos, desde dentro, cómo es el atuendo o vestuario de los trece personajes que bailan en las llamadas cuadrillas de tunantes, la génesis de cómo es que son incorporados a los conjuntos tunanteros y algunas explicaciones de los variados matices que se muestran en las vestimentas de los bailantes. Esta descripción se torna en fundamental para garantizar la preservación de esta hermosa tradición dado a que, últimamente, se viene advirtiendo una creciente tendencia distorsionadora, fenómeno que responde más a intereses comerciales que a fines de autenticación. Esta es la gran tarea que nuestra entidad -a la que con justicia hemos registrado como “Centro Cultural de Promoción y Revaloración Los Tunantes”-  tiene  que asumir para devolverle la lozanía, autenticidad y prosapia que posee desde antaño.

Sin ánimo de desmerecer lo tratado, no es sino hasta el capítulo tercero de este estudio en que entramos en un campo novísimo y polémico: concederle a nuestra Tunantada una dimensión nueva de interpretación. La responsabilidad de este tema recae en los puntos de vista de Antonio Palacios Rivera. Él, como un reconocido y autorizado cultor de este tiempo de nuestro idioma shausha limay, nos entrega una interpretación original que vincula profundamente a la vigencia de la tunantada con el entrañable amor que tiene el hombre de estos lares con la naturaleza, especialmente con los vaivenes temporales que anualmente se repiten en nuestro hemisferio. Esto se puede colegir cuando leemos cómo, con plena convicción, afirma “…Los antiguos shawshas producto de ser hábiles observadores de la naturaleza identificaron que cada veinte de enero, llegaba “tayta chapa” y con antelación preparaban ciertos rituales para neutralizar las contraproducentes heladas y granizadas…” uno de estos rituales sería la tunantada primigenia que forjaron  como el “kutichiy”, ritual de reciprocidad que consistía en alabar y agradar a las deidades para que los campos de cultivo proporcionen abundantes alimentos. Esta tesis –que naturalmente necesita de mayor abundamiento- vincula directamente a la tunantada con los “apus” andinos. He allí su originalidad. Hay, por otro lado, un aporte más de Palacios Rivera al entendimiento cabal de nuestra tradición de la Tunantada: su vinculación intrínseca con la variante quechua wanka que conocemos como quechua shawsha. Encuentra que, para aplacar una inesperada ira divina, los antiguos shaushas hicieron de su idioma un poderoso vehículo comunicacional que recreó poéticamente sus fonemas para expresarles su alegría y gratitud. Es así que, desde entonces, es el shawsha limay el medio que la tunantada acoge como transmisor del júbilo colectivo de los habitantes, tradición que tiene vigencia actual y que, propone, hay que repotenciar y, al igual que la Tunantada toda, revalorar. Esta interpretación de la Tunantada vinculándola al ámbito meteorológico y lingüístico ha despertado resquemores que nuevos aportes se encargarán de desvirtuar. Lo importante es que se está brindando otro ángulo de estudio que, como ya se ha dicho, necesita de mayores aportes.

Todos aquellos que queremos a la Tunantada como una expresión original del mundo afectivo de los naturales de esta región, sentimos que en el tono lastimero de sus notas hay un mensaje intrínseco de nuestras dolidas vivencias. Profundizar el estudio de este armonioso contingente sonoro, es el propósito del estudio que, en la cuarta parte de esta publicación, nos alcanzan José Luis Hurtado Zamudio, Carlos Gamarra Meza y Candy Hurtado Bonilla. Ellos, por vez primera, se adentran en los melifluos vericuetos de la música tunantera para decirnos cuáles son las características principales de su contenido, sus tonalidades a veces lúgubres pero significativas para el alma humana que ellos  denominan “sentimiento en la melodía”, pero que en el fondo nos es sino el traslado del complejo mundo andino, cargado de una aplastante geografía, que va corroyendo la afectividad humana traducida en esa música que pareciera estar hecha a nuestra medida, como si una asfixiante ajorca apretara el alma humana, aún de los más pétreos espíritus. Hay, pues, una alta significación en la música tunantera que tiene mucha sustancia en el orbe volitivo de los xauxas. Ese es el gran aporte que, hasta ahora, no se había dicho pero que latía permanentemente en el éter esperando la sesuda visión de nuestros estudiosos para explicárnoslo.

La oleada de permanente crecimiento de la Tunantada en todos los ámbitos donde subyace el sentimiento y la simpatía por nuestra tradición, ha posibilitado la formación de incontables instituciones que, en fiestas jubilares del país, eventos sociales y, especialmente, en las fiestas patronales de la provincia de Jauja, se expresan de manera visible tratando de mantener los rasgos de originalidad y autenticidad tunantera. Es de este modo cómo hoy la tunantada es cultivada tanto en el ámbito nacional como internacional. Centenas de cultores sienten, como una necesidad vital de nuestro sentimiento gregario, el alinearse en alguna de estas instituciones, para recrear la alegría y tragedia diaria de nuestras vivencias. Por razones pandémicas, esta vez, nos ha sido imposible hacer un inventario más acabado de todas las entidades que, en torno a la Tunantada, se han formado en diversas latitudes. Por ello, en este necesario, obligado y limitado recuento, presentamos las instituciones existentes en el ámbito de la ciudad de Jauja y algunos distritos circundantes, donde late con cierto vigor el sentimiento tunantero. Queda pendiente, para nuevas entregas mostrar, la realidad de todas las instituciones existentes que indudablemente son muchas y a las que alentamos para que sigan esforzándose por mostrar, a la curiosidad del observador, la prosapia, elegancia y belleza de nuestra secular tradición. Compromiso que, en mi calidad de responsable de esta quinta pate de la presente edición, la asumo plenamente.

No podía concluirse este interesante estudio sin hacer un descarnado informe de cómo se viene desarrollando la fiesta de la Tunantada en la sede emblemática del distrito de Yauyos-Jauja. Esta responsabilidad, en la parte sexta, recae  en la experiencia y versación de las conocidas personas de Luis Castro Hurtado, Arturo Amaya Suárez y Eduardo Arias Nieto. Ellos, con su conocida prolijidad, han hecho un análisis de todo lo que viene ocurriendo actualmente en la fiesta conocido como “20 de Enero”. Para ello, no solo han acudido a su experiencia sino que, además, la han complementado con la aplicación de instrumentos que la ciencia investigativa nos proporciona como la Encuesta. Es así que a través de las respuestas de 60 encuestados han construido un perfil de lo que viene ocurriendo anualmente en el desarrollo de este evento que, en verdad, es la fiesta más renombrada de la región. No conforme con los resultados, proponen sugerencias y recomendaciones que deben ser recogidas, con beneplácito, por los responsables de su anual organización; muchas de las cuales ya han sido alcanzadas a las autoridades del Ministerio de Cultura a efectos de tener elementos válidos para la evaluación quinquenal que se hace para seguir otorgándole la calidad de Patrimonio Cultural de la Nación. He aquí lo valioso de este aporte: no remitirse solo al campo descriptivo de la festividad o resaltar los valores intrínsecos que en ella habitan, sino, además, ayudar a las autoridades a evaluarla permanentemente para que siga preservando su vigencia a través de los tiempos, como un legado que registra el espíritu festivo de nuestra raza, heredad del que sentimos profundo orgullo.

El Centro Cultural de Promoción y Revaloración Los Tunantes, desde este punto de vista, no es una entidad xauxa más. Es una institución que ha nacido para estudiar y aportar con el desarrollo auténtico y pleno de nuestra nacionalidad que en el campo del arte se expresa a través de la Tunantada. Y si algo original tienen estos estudios es que, los responsables, lo hacen desde la interioridad de sus vivencias, de sus valiosas experiencias, que se han ido acumulando a través de muchos años como amantes y cultores de ella. Lo valioso de este estudio, también, radica en que sabedores que la Tunantada recorre confines insospechados, es necesario que todos nos despojemos de la alegría con la que ella nos envuelve para dar paso a la obligada reflexión de los variados aspectos que en ella coexisten.

Amar a Jauja es una conducta reservada para quienes hemos acrecentado este sentimiento a través de nuestras vidas. Este amor se traduce en muchos aspectos, de ellos el amor que sentimos por nuestra Tunantada quizás sea la más hermosa y delicada tarea que hemos asumido y que, esta vez, se manifiesta en este trabajo que ponemos a la valiosa consideración del lector. Si logramos que nuevos cultores se incorporen a amar y cultivar nuestra tradición, la alegría y satisfacción invadirán nuestros espíritus y nos sentiremos largamente halagados.

Jauja, Diciembre del 2021.