El poeta y la presidenta

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Presidente de Brasil

Darío A. Núñez Sovero

Amanece en Jauja y mientras vamos viendo la agenda del día, es día de los vivos hoy 1 de Noviembre, escuchamos las noticias del mundo vía cable. Una nos llama la atención: con el respaldo del 56% de 135 millones de electores Brasil ha elegido como su Presidenta a Dilma Rousseff. Ella, al igual que sus antecesoras en Sudamérica, Violeta Chamorro de Nicaragua, Cristina Vda. De Krichner de Argentina, Michelle Bachelet de Chile, se convierte en la Primera Presidenta mujer de Brasil, para mí la sétima economía (para otros es la 5ta.) más poderosa del planeta.

Escucho atento su primer mensaje al país y advierto que menciona que cumplirá su palabra de “erradicar la miseria, luchar para desterrar la pobreza. Es justamente en esta parte que mi mente me devuelve a Manual Scorza, aquel genial poeta peruano muerto trágicamente en el aterrizaje de su vuelo en Barajas-España en 1983. Este luchador de la palabra dejó para la posteridad obras de relevante importancia como “Redoble por Rancas”, “Garabombo el invisible”, “la danza inmóvil”, etc..Y mientras sigo el discurso de Dilma Rousseff voy asociando el mensaje al poema que Scorza ensaya en su obra “Las imprecaciones” y que, sabiamente tituló a manera de profecía para las palabras de la elegida presidenta “Epístola de los poetas que vendrán”. Para que el lector aprecie su palabra iluminada aquí lo cito:

Epístola de los poetas que vendrán

Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
tal vez mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.

Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas más altas que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!
El metal resplandeciente de su cólera
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre
¡es más puro que el diamante!

El poeta libertará el fuego
de su cárcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.

(*) el énfasis en negrita es obra del que escribe este post.

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