Histórica foto que recuerda la visita del Embajador de Japón a Jauja hacia los años 60. Se aprecian de izquierda a derecha: Los tres primeros son visitantes, siguen don Víctor Hiroshi Kanashiro, Joaquín Kanashiro, Shimabukuro, Eduardo Onuma, Antonio Iseki, la autoridad local de ese tiempo, el Embajador de Japón, Benito Araki, Nobuo Taniguchi, Masao Miura, José Fukushima, esposos Tabuchi, visitante e Hiroshi Kato (parados). Visitante, Makino Umemoto, Fernando Toichi Taira, visitante, Ricardo Otzuka, Chinen, Pedro Onaka y Murakami (hincados).
El gran y desaparecido humorista peruano Sofocleto en una de sus columnas célebres llamada Frases para la Histeria solía decir que los japoneses tienen un déficit de sueño porque tienen atrasado por siglos su vida onírica, aludiendo a los ojos rasgados que tienen. Durante la primera mitad del siglo XX una pujante y numerosa comunidad nipona llegó a Jauja con las ansias de una realización personal insospechadas. Vinieron sin más equipaje que un caudal de ansiedades, o como diría el poeta “cargando sus locas esperanzas”. Llegaron desde lejanos lugares del Japón como Okinawa, Hiroshima, Yokohama, etc., para darle a nuestra tierra una vida más que febril y dinámica. Y, para alegría nuestra su paso por la historia de Jauja ha sido más que satisfactoria. Por nuestra parte y siempre hospitalaria y haciendo alusión a su denominación de la muy noble ciudad de Jauja hubo una receptación de amplia prodigalidad y un rico proceso de mestizaje que han dejado huellas memorables en nuestro devenir.
La importancia de este proceso migratorio radica, entre otros aspectos, en que sólo en los últimos cuarenta años tres alcaldes niseis han dirigido los destinos de nuestra provincia. Los memoriosos recuerdan la gestión muy provechosa de don Juan Makoto Higuchi Imamura a quién, entre sus numerosas obras, debemos que numerosas calles de Jauja fueran pavimentadas. Tiempo después un japonés como Pedro Onaka Ichiroshi, fuera el responsable de continuar la obra de su anterior paisano y hacia 1987, José Iseki Koitabashi, sería el encargado de concluir esta triada dirigencial de nuestro pueblo, habiendo descollado en la culminación de numerosas obras como la Antena Retrasmisora de Tv, la Vía de Evitamiento y otras que sería largo enumerar. Pero lo mas destacado de estas gestiones eran, por un lado, que no percibían remuneración alguna por su labor siendo íntegramente ad honorem, y, por otro, que fueron gestiones de una absoluta transparencia, no habiendo recibido cuestionamiento alguno al manejo económico, situación que en este tiempo de corrupción generalizada es difícil concebir.
Cuando llegó este grupo poblacional a Jauja, la vida de nuestra ciudad cambió radicalmente. El valor del trabajo se consolidó y enseñoreó en nuestra economía y muy pronto muchos ciudadanos japoneses empezaron a demostrar que con tesón y constancia se podía avanzar. Tanto que casi en todas las actividades económicas tuvieron un rol descollante. Es de recordar que fue don Genaro Higuchi quién abrió el campo de la fabricación de bebidas gaseosas con la emblemática Inka Kola que dio trabajo a decenas de trabajadores jaujinos. Su hermano Fortunato sería paralelamente un hombre destacado de la panadería y desde esta actividad proyectaría entonces el mundo de los panetones Higuchi que hizo las delicias de los paladares jaujinos en navidades de antaño. Hoy, esta familia, está afincada en Lima dedicada a los caballos de carrera en el Hipódromo Monterrico. En paralelo a don Genaro, Pedro Onaka, abriría más tarde la fábrica de aguas gaseosas Inti. En el campo agrícola, como si fuera ayer, recuerdo nítidamente cómo don Antonio Iseki trasladaba a bordo de su viejo camión a peones hasta sus campos de cultivo para desempeñar faenas de los que obtenía grandes cosechas (¿sabrán nuestros paisanos que el Barrio San Antonio de Jauja fue denominado así en recuerdo a este venerable patricio japonés?). Como para demostrar que no todo lo que brilla era oro, muchos japoneses a su arribo tuvieron que pasar difíciles momentos, algunos de sus paisanos recuerdan cómo Makino Umemoto y un tal Kawamura tuvieron que vender tamales y panes en la estación del ferrocarril a fin de agenciarse de recursos para sobrevivir.
A pesar de ello, en el rubro de los bazares cómo no recordar a las familias Kato, Kanashiro y Miyahira, la primera de las cuales todavía resiste la seducción de la emigración, pues que sepa los últimos volvieron a su tierra de origen. Las mejores pulperías y tiendas de abarrotes eran de japoneses: es de recordar en este rubro a los hermanos Chinen, a la familia Yamamoto, a los Taira y en especial a quién inició el trabajo como un gran mayorista luego de revertir su indigencia: don Makino Umemoto. La tienda que expendía cueros y suelas estaba bajo la propiedad de la familia Higa y los mejores restaurantes de Jauja estaban bajo la responsabilidad de los Nakamura, Araki , Miura y Nakasone, las fotografías de los hermanos José y Ricardo Otzuka eran visibles frente al Cine Colonial, y en cuanto a hoteles cómo no recordar al Hotel “Los Angeles” de don Joaquín Kanashiro en el Jr. Junín. En el deporte, es de destacar el concurso de Luis Sato como asistente de Akira Kato en la preparación de la selección nacional de Vóley que dio tantos lauros al país; pero, además, hubo algo que no supimos aprovechar: el japonés Zoko Nakachi (siempre callado y meditabundo) era cinturón negro de Karate y quería a como dé lugar poner una academia para enseñar a la juventud jaujina el arte de la defensa personal, murió en Jauja sin contar con el apoyo que buscaba.
Zoko Nakachi, llegó a Jauja muy joven y vivió ahí hasta su muerte. No pudo consolidar la idea de consolidar una academia de karate, cuando no había ninguna en el Perú, dada su condición de cinturón negro
La actividad de la comunidad japonesa les permitió incursionar en todos los órdenes de la vida de nuestra Jauja: la familia Onuma fabricaba caramelos; en el ámbito del folklores es de recordar la participación de un nisei, nacido en Jauja, que cantaba huaynos en la vieja carpa de la avenida Bolívar en el Porvenir-Lima llamado Makino Tori donde al lado de Juan Bolívar destacaba nítidamente con su poncho y pañuelo jaujinos, mas adelante César Ichikawa se encargaría de pasear su voz por el mundo como vocalista de los afamados Dolton’s (a este respecto, José Kato nos dice que, César nació en la 5ta cuadra del Jr. Grau donde ahora funciona el local de la Beneficencia). En el campo del arte pictórico, Jauja tiene su representante nisei y él se llama Oswaldo Higuchi Onaka quién ha hecho exposiciones en el país, Norteamérica y Europa, siendo reconocido como un artista plástico notable. En el campo profesional tenemos que mencionar al Dr. Tabuchi quién actualmente es un destacado médico del Hospital del Niño en Lima y a la fenecida Dra. Rosa Kanashiro, quien fuera una destacada Presidenta del INABIF. Ni qué decir del bazar de la familia Onaka donde se encontraban trajes típicos en épocas de carnavales o las peluquerías de Makino en el jirón Grau o la relojería de Fukushima (todavía recuerdo las memorables noches que pasábamos en el Doria donde don José daba magistrales demostraciones de billar a tres bandas haciendo “voladas” hasta el cansancio) y la joyería de Nobuo Taniguchi en el Jirón Grau (único japonés que tenía a su servicio a una bellísima geisha). Recuerdo que, en épocas de carnavales, don Fernando Nakasone era asiduo derribador de montes en los barrios de Jauja, así como después lo haría su hijo Yoshío, lo que demuestra la rápida compenetración de esta comunidad con nuestra rica cultura. También hay que mencionar que, en el ámbito de las gestiones, descendientes de ellos han posibilitado grandes obras en Jauja como, por ejemplo, la realizada por doña Lucía Yamamoto Horita gracias a cuyo entusiasmo se adquirió el terreno donde actualmente se ha construido el Coliseo del Colegio “San José” de Jauja, cuando desempeñó el cargo de Presidenta de la Asociación de Padres de Familia . De esta misma familia, años después, tendríamos al Reverendo Padre José Chuquillanqui Yamamoto, quién actualmente despliega generoso y reconocido trabajo en pro de la comunidad de Manchay en Lima, habiendo transformado a una comunidad pobre en un poblado lleno de progreso y esperanza.
La comunidad japonesa residente en Jauja, anualmente, se reunía para celebrar el onomástico del Emperador Hiroito de Japón, así como también hacían sus reuniones campestres para celebrar el advenimiento del Año Nuevo, especialmente en los parajes de Huertas; tenían además un local social “El Nisei” donde actualmente está la sede del Colegio San Agustín y, no olvidemos, el famoso Parque Chino era de ellos, el mismo que luego fuera cedido para que funcione el Instituto Superior Pedagógico “Pedro Monge” (al parecer este desprendimiento es usual en la colonia japonesa, amigos míos me comentaban que en Huanta el pueblo vive agradecido con la familia Hiraoka la que ha donado su casa para que en ella funcionen oficinas públicas). ¡Qué rica actividad cívica de esta comunidad japonesa en la vida de Jauja!.
Es posible que en el desarrollo de este post haya olvidado el valioso aporte de muchos otros distinguidos ciudadanos provenientes del país del sol naciente que llegaron a Jauja para dejar una imborrable huella de bienestar y progreso. Sobre esto expreso, en primer lugar, mis disculpas, pues es una omisión involuntaria. En todo caso estoy refiriendo aquello que he visto y de lo cual me felicito, pues en muchas ocasiones tuve la suerte de alternar con muchos de los mencionados. Recientemente, el gobierno, pidió perdón, a nombre de la nación, a la comunidad afroperuana por la marginalidad en que vivió en el pasado, pienso que este es el momento en que Jauja, vía sus entidades políticas y sociales, debe reconocer y premiar el esfuerzo y aporte de la comunidad japonesa al progreso y desarrollo de Jauja. No importa que muchos ellos ya no estén (más de trescientos japoneses descansan sus restos en nuestro Cementerio General), lo que importa es que su paso por nuestra historia ha sido muy provechoso y útil.
Como buen peruano que soy, deseo el exito a la comunidad de Jauja, y por este motivo invito a que visciten a lapromesadecristo.com para que puedan disfrutar de una pelicula que les guiará al exito. Sinceramente no tendrán mas remedio que ser exitosos.
Una vez màs las felicitaciones por este reportaje bastante completo de lo que significò la inmigraciòn japonesa a Jauja. De este contenido hay datos que desconocìa y tambièn hay temas que complementar como el aporte de la construccion del parque chino en el Barrio El Porvenir (donde hoy funciona el ISP Pedro Monge)
Cuando mi padre el señor Jose Villasis chavez , estuvo de administrador del banco de Credito ,en jauja , por los años 60 , y o tenia 14 o 15 años , y tuve el gusto de conocer a la familia Taniguchi , amigos de mi padre , tenian dos hijos , varon y mujer de los cuale s hice amistad , intercambiabamos comics , eran magnificas personas guardo gratos recuerdos de ellos . Por favor me gustaria saber de ellos . muchas gracias .
MUY FELIZ DE SER JAUJINO, Y A LA VEZ MUCHA NOSTALGIA A HABER LEÍDO DE LA COMUNIDAD JAPONESA EN NUESTRA ADORABLE JAUJA, COMO NO RECORDAR CUANDO INGRESABA A LA PANADERÍA HIGUCHI EN LA ESQUINA DE JR.JUNIN; QUISIERA SABER DE TODO ESTA GENERACIÓN DONDE SE ENCUENTRAN ESPERO QUE ELLOS TAMBIÉN RECUERDAN POR EL ANIVERSARIO DE NUESTRA PRIMERA CAPITAL DEL PERU, MUCHOS SALUDOS A TODO LOS JAUJINOS.
Es muy importante reconocer la contribución de las personas, en especial de los inmigrantes japoneses que contribuyeron con su cultura y su gran espíritu emprendedor a enriquecer esa “especial característica peculiar” del poblador jaujino, por supuesto del poblador citadino. Recuerdo a la gran “maestra” Ana Matsumoto, esposa de Don Jorge Tabuchi, muy sencilla pero magnífica persona y profesional en su campo, como lo son sus hijos.
Me siento horgullosa de ser jaujina , agradezco el aporte de la cultura Japonesa a nuestra pedasito de cielo Jauja hermosas tierra con un excelente clima .
Juan Nakasone Tamaki de Okinawa Japon fue mi padre y mi madre fue Simona Suarez Enero de Jauja. Yo soy el penultimo de seis hermanos nacidos todos en Jauja, en el Jiron Junin. Mi hermana mayor Felicia nacio en 1932 y mi hermano menor Wilfredo en 1948. Mi padre fue comerciante en Jauja dedicado al transporte de carga y pasajeros y tambien tenia tiendas de abarrotes en la Plaza Santa Isabel. Sus omnibus circulaban entre las minas de Oroya y Cerro de Pasco, Jauja y Lima. Llevaban el correo de Jauja hacia los centros mineros adonde trabajaban muchos paisanos del Valle del Mantaro. En esos años tambien empezo a circular la empresa Sudamericano. Mi padre empezo a llevar las frutas de Satipo al Valle del Mantaro y hasta Ayacucho en los 1935 adelante. Fue contemporaneo con sus paisanos Iseki y los demas mencionados en este brillante articulo. Los inmigrantes japoneses contribuyeron mucho con el desarrollo de toda la zona del Centro del Peru. Muchas gracias por tan interesante informacion.
Muy interesante