Jauja, ciudad capital – LA HISTORIA QUE NO FUE

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¿Cuál habría sido el destino del país si la capital se hubiera mantenido en los Andes y no en Lima?

Jauja Capital - PERU ECONOMICO

por JOSÉ RAGAS
Historiador y docente de la Pontificia
Universidad Católica del Perú


A manera de homenaje a Lima luego de su 474 aniversario, vamos a descargarla momentáneamente de la responsabilidad de haber sido la capital del país y trasladar dicho peso a otra ciudad. La historia comienza en octubre de 1533, cuando las huestes de Pizarro salieron de Cajamarca tras ajusticiar a Atahualpa y, luego de llegar al Valle del Mantaro, fundaron la ciudad de Jauja. No obstante, en abril del año siguiente, Pizarro retornó al valle y fundó por segunda vez la ciudad con el propósito de darle un estatus más importante que el de una simple plaza militar. Una serie de razones llevaron al conquistador a desistir de su empeño, pero este dato es irrelevante para nuestros propósitos.

La ubicación de la capital en el centro del país significaría un reordenamiento de los espacios regionales y su rol dentro del sistema económico nacional. Las dinámicas regionales, además, habrían cambiado con los siglos, produciéndose reacomodos y adaptaciones según la capacidad productiva de cada espacio.

Primer impacto
La región central era la más privilegiada del Virreinato y de la República, no sólo por su posición estratégica, sino también por la concentración de diversos recursos: minas en Pasco, ganadería y agricultura en el valle y una genética predisposición al comercio por parte de sus pobladores.

El agotamiento del yacimiento de Potosí y la pérdida de impulso del mercado interno por la plata proveniente del sur andino llevaría a desarrollar las minas de Pasco y Hualgayoc, marcando una nueva etapa de crecimiento en la economía del virreinato, la cual se interrumpiría por los desórdenes de las luchas caudillistas. Visionarios como Francisco Quiroz viajarían a Europa a conseguir el dinero necesario para proseguir la explotación argentífera y, ya superado el estancamiento económico, este empresario nacido en Pasco en 1798 habría sido presidente con el respaldo del partido político que él fundó, el Club Progresista.

Hacia mediados del siglo XIX, con la incorporación del Perú a la economía capitalista global, ya tendríamos un perfil más definido de los espacios regionales. El guano habría servido para dar un nuevo empuje a las actividades económicas de la región central con base en la ganadería y la minería, la cual conocería unos años más de bonanza con la plata para luego pasar a exportar metales industriales a partir del siglo XX. La región sur no habría cambiado su situación de proveedor de lanas finas al mercado mundial a través del eje Puno-Cusco-Arequipa. La costa norte tampoco habría variado su condición agroexportadora del binomio algodón-azúcar, mientras que la sierra norte despegaría a inicios del siglo XX con la modernización de las haciendas y su sorprendente giro hacia la industria láctea. La diferencia más saltante la hallaríamos en la costa central, cuya elite trataría infructuosamente de aprovechar los recursos del guano para mermar el poder de la capital por medio del financiamiento de caudillos a sueldo y de tropas de mercenarios.

Tras algunas batallas, la derrotada elite limeña se habría exiliado en Londres o París, en espera de mejores tiempos. Algunos retornarían con la noticia de la guerra entre el Perú y Chile en 1879. La diversificación productiva, así como la existencia de diversos polos de producción, nos habría hecho menos vulnerables a los depósitos guaneros. El resultado de estos cambios quedaría evidenciado en un saludable eje transversal costa-sierra con acceso a la ceja de selva desde muy temprano, sin tener que esperar hasta mediados del siglo XIX, cuando Manuel Pardo “redescubriría” la importancia del valle de Jauja y la necesidad de conectarlo con la costa por los ferrocarriles.

¿Un nuevo centralismo?
Es posible que se hubiera creado un nuevo tipo de centralismo, al margen del lugar donde estuviere la capital. El Perú –que compartiría con México la ubicación de la capital al centro del país– se parecería más a países como Colombia y su saludable descentralización en torno a cuatro ciudades: Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla; o a Chile, con el eje Santiago-Valparaíso, equivalente al de Jauja-Lima. Pero la tensión propiciada por las diferencias regionales no exime de nuestro análisis la posible derrota de Jauja por otros núcleos más activos o dinámicos, como Arequipa, Lima o… Huancayo. De ser así, entonces habría que remitirnos al caso brasileño, donde Brasilia desplazó a Río de Janeiro.

EL PERÚ SE PARECERÍA
MÁS A PAÍSES COMO
COLOMBIA Y SU SALUDABLE
DESCENTRALIZACIÓN EN TORNO
A CUATRO CIUDADES; O A
CHILE, CON EL EJE SANTIAGO-
VALPARAÍSO, EQUIVALENTE AL
DE JAUJA-LIMA.


Quizá Jauja no hubiera podido llegar a albergar a los 8 millones de peruanos que viven actualmente en Lima, por lo que los anexos periféricos se habrían llenado de grupos populares de escasos recursos, conformando un cinturón de barriadas que afecta hoy a las grandes urbes.

Con el crecimiento de la ciudad, los pequeños pueblos alrededor de la ciudad habrían comenzado a conectarse entre sí, del mismo modo que lo hicieron los valles de Lima durante el siglo XIX. Al no haber tenido una muralla que la circundara, el crecimiento se daría de modo más libre y con un flujo regular de los pobladores de los anexos aledaños, que satisfarían las necesidades de servidumbre de las familias acomodadas del centro urbano. Es interesante pensar qué habría pasado con los procesos de inmigración y desplazamientos internos que se llevaron a cabo desde el siglo XIX en adelante. El “desborde popular” tendría como principal fuente los campesinos llegados a las minas y que tentarían suerte en la capital ante la opción de volver a sus pueblos de origen, sobre todo después del cierre de las grandes minas por la Gran Depresión de 1930. La existencia de comunidades fuertes y campesinos independientes en la región nos recuerda el modelo farmer estadounidense antes que el de los junkers (terratenientes) alemanes, por lo que la ciudadanía impuesta desde la capital favorecería la igualdad y el predominio de la clase media, como ocurrió en Estados Unidos, y no el monopolio del poder por una elite económica, que fue lo que ocurrió en Alemania. La presencia de un pensamiento liberal, alejado de cualquier rezago de monarquismo y conservadurismo, habría contado con el apoyo de la población y el sufragio universal habría caído por su propio peso en vez de restringir la ciudadanía a la población blanca/letrada/costeña como ocurrió entre 1896 y 1931. En el ámbito social, el mestizaje entre población criolla y africana que dominaba en Lima se habría trasladado hacia un mestizaje entre población andina y blanca, lo cual no exime los matrimonios interétnicos entre esclavos –ya existentes en la sierra central y sur desde la Colonia– y posiblemente alguno que otro culí dispuesto a trabajar en las haciendas del Valle del Mantaro.

Una cultura nacional andina
El plano cultural también ofrece un campo interesante de hipótesis. Habría un mayor reconocimiento a escritores como Edgardo Rivera Martínez, especialmente por su País de Jauja y novelas como Conversación en la Catedral o Un mundo para Julius formarían parte de las nuevas voces del interior del país. El Día de la Canción Nacional incluiría uno que otro repertorio de conjuntos afroperuanos o de los cultores de la marinera. El pío pío habría sido remasterizado en una versión chill out y el saxofón y el arpa se enseñarían en las escuelas, en donde los niños aprenderían a zapatear desde muy temprana edad.

EN LUGAR DE UN
NACIONALISMO CRIOLLO
TENDRÍAMOS UN
NACIONALISMO MESTIZO/
CHOLO, QUE HARÍA DEL
POBLADOR ANDINO LA
QUINTAESENCIA DE LA
PERUANIDAD.


El recientemente fallecido Zenobio Dagha, impulsor del huaylarsh, ocuparía el lugar que alguna vez tuvieron Felipe Pinglo y Lucha Reyes, mientras los abanderados de la música nacional serían Eusebio “Chato” Grados y Amanda Portales. La jura de San Martín el 28 de julio de 1821 sería un episodio apenas mencionado en los textos de colegio, los que reservarían espacio para los eventos importantes: la proclamación de la independencia en la plaza de Jauja por San Martín y los notables de la localidad, y la batalla de Junín como episodio previo al desenlace de la capitulación de Ayacucho. El gran héroe nacional sería Andrés Avelino Cáceres, por su participación en la Guerra del Pacífico.

Las rivalidades regionales mencionadas anteriormente provocarían el resentimiento de las provincias. Desde la costa, es más que seguro que se habría ensalzado al poblador blanco o al litoral como sinónimo de desarrollo y modernización mientras que los indigenistas cusqueños de la primera mitad del siglo XX remontarían el origen de la nacionalidad peruana al período anterior a la Conquista, cuando el Tahuantinsuyo estaba vigente y el Cusco era su centro de poder. El altiplano puneño no habría renunciado a sus reivindicaciones separatistas en virtud de su identidad aymara.

Así, en lugar de un nacionalismo criollo tendríamos un nacionalismo mestizo/cholo, que haría del poblador andino la quintaesencia de la peruanidad. Los textos de Arguedas habrían reemplazado a los de Riva-Agüero y Belaunde, y Lima la horrible se leería con un placer que se asemejaría a la culpa ajena. La Universidad del Centro y otras más que se crearían a lo largo del último siglo organizarían mesas de debate y paneles sobre el “ser mestizo nacional”.

Estas disputas se trasladarían también al gramado, y tendríamos campeonatos con hinchas coreando por equipos regionales como el Cienciano, Alianza Lima, Universitario de Deportes, además del clásico nacional entre el Deportivo Junín y el ADT de Tarma, seguido del clásico moderno entre Deportivo Wanka y Sport Huancayo. El torneo local estaría conformado por equipos como Nación Wanka, Los Ángeles de Catalina Huanca, Concentradora Minera Corona, entre otros. Claro, también habríamos pasado un mal rato por la decisión de la FIFA de impedir que se jugaran partidos a más de 3,000 metros de altura. Y es que los 3,300 metros de la capital peruana ofrecerían un obstáculo difícil de sortear, por lo que en el remoto caso de que hubiéramos clasificado a un Mundial (en el Perú y en el mundo de la ucronía todo es posible) tendríamos que haber escogido el estadio de alguna ciudad de la costa.

También circularían muchos comentarios sobre los limeños y su debilidad ante las enfermedades que constantemente los asolan, y es casi seguro que la literatura costumbrista haría más de una mofa sobre el costeño recién llegado al Valle del Mantaro y su dificultad para sobreponerse al soroche, o del provinciano engañado ante la astucia comercial de los jaujinos y huancaínos. La imagen del limeño sofisticado, siempre atento a las novedades que traen los barcos y los extranjeros de ultramar, habría rondado el imaginario del país desde la Colonia hasta por lo menos el siglo XX. Los chistes contados en las chicherías y bares también incluirían a los limeños como pedantes, insoportables o ingenuos, adjudicándoles los rasgos que el humor universal les atribuye a los gallegos y a los porteños.

El tema central
Por lo visto, la historia peruana habría sido muy distinta si la capital hubiese sido Jauja y no Lima. El mismo presidente García, en su anterior mandato, lanzó la posibilidad de mudar la capital a Huancayo. Y es que la tentación por señalar que todos nuestros problemas se habrían solucionado con el cambio de la capital debe ir acompañada de una cierta dosis de prudencia. Como hemos visto, esta posibilidad habría significado una reorientación en la conformación de los espacios regionales y con ello los procesos sociales, culturales y políticos serían distintos a los de hoy. Algunos problemas que nos aquejan ahora persistirían, por supuesto, aunque posiblemente en menor grado, además del hecho de que nuevos problemas aparecerían.

Sin duda, el cambio más importante que se habría producido es que los capitalinos seríamos más sensibles a los problemas del interior del país, y no reaccionaríamos con indiferencia a situaciones como la que hoy afrontan los pobladores de Pasco, obligados a mudarse ante el avance de la contaminación. Aún hoy seguimos pensando en cómo reducir el centralismo, por lo que la inquietud que motivó este artículo mantiene su validez. ¿Acaso el mismo nombre renacentista de Jauja no invita a la utopía?

Nota: El presente artículo fue publicado el mes de enero de 2009 en la Revista Perú Económico, pp. 40-42, la misma que fue realizada en homenaje a la ciudad de Lima por su 474º aniversario de fundación. Es posteada en este blog por guardar relación con la proximidad del 475º aniversario de la fundación española de la muy noble ciudad de Jauja como Primera Capital del Perú

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5 pensamientos en “Jauja, ciudad capital – LA HISTORIA QUE NO FUE

  1. Darío Núñez Sovero

    Con el respeto que me inspira el profesor José Ragas, autor de este artículo, y en aras a la fabulación que hace sobre la posibilidad de que Jauja hubiese seguido siendo la capital de la república luego del colonialismo y transcurrido el tiempo republicano que vivimos, debo manifestarle que como ejercicio mental me parece bien que especule tal como lo hace, lástima no más que especula mal porque en sus elucubraciones acusa vacíos que como jaujino debo decir.

    En primer lugar, creo advertir una oculta vocación xenofoba y burlesca del autor sobre el mundo andino, privilegiando lo costeño, aunque directamente no lo dice. En segundo lugar: pienso que con relación al desarrollo económico del país éste no habría cambiado casi nada, pues los espacios regionales que él llama serían los mismos enclaves económicos que citan autores como Heraclio Bonilla Mayta y José Matos Mar, pues la visión de José Pardo y Lavalle de construir el ferrocarril central habría facilitado mucho el flujo de los bienes económicos que se intercambian entre la región andina central y la costa, pues lo demás permanecería igual ya que el norte seguiría con sus monocultivos de caña de azúcar, algodón y arroz y el sur con toda la riqueza lanar que es reconocida en todo el mundo.

    Si Jauja hubiese seguido como la capital del país, demográficamente, hubiera evitado la gran ola migratoria que se generó en Lima en las décadas del 50 y 60 del siglo pasado y tendría por demás la capacidad para albergar cuánta población le permita su espacio geográfico, con el añadido de que su ambiente por demás ecológico le hubiese permitido tener a una comunidad sana, rebosante de salud y optimismo; además, alimentada por un agua de sabor exquisito, puro y transparente.

    Debo recordar al autor que los grandes literatos peruanos son provincianos: Vallejo, Ciro Alegría, Vargas Llosa, López Albújar,Valcárcel, José María Arguedas, etc. además de nuestro Edgardo Rivera Martínez, por lo que la comunidad nacional en este aspecto no percibiría el hecho que Jauja sea la capital del país y no, necesariamente, tendría que leer esa hermosa novela (catalogada como la mejor novela latinoamericana de la decada del 90)"País de Jauja". Igualmente, ¿por qué tendría que ser el huayno la constante musical del país? o ¿Zenobio Daga el pontífice del violín?. El autor desconoce que en nuestro valle, y especialmente en Jauja, han existido epónimos cultores de nuestro folklore como Tiburcio Mallaupoma, Juan Bolívar Crespo, Amadeo Abregou, Juan Loayza Castro, etc. gracias a cuya inspiración hoy la nación canta y encanta con el sentimiento típico del hombre andino. La marinera es una danza híbrida resultante de nuestra condición de colonizado tan igual como lo es nuestra Tunantada o la Pachahuara, por lo que aventuro que estas estampas estarían en la marquesina nacional y tendrían la difusión que el olvido le niega. Entonces, ¿qué hubiese sucedido en el país si Jauja fuera la capital?. Nada, distinguido profesor. Nuestros héroes seguirían siendo los mismos, con Cáceres y nuestros montoneros a la cabeza. Debe Ud. saber que Jauja cuenta con un áeropuerto cuya pista de aterrizaje es 300 metros más grande que el Jorge Chávez del Callao, el mismo que hubiese, con creces, compensado la carencia de un puerto, por lo que sus similitudes con Bogotá o Brasilia, hubiesen sido idénticas. Jauja habrá sido una utopía, hoy es una realidad. ¡Viva Jauja!

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  2. GYNKO ALVAREZ

    No hay duda que el profe Dario es un Genio, no solo porque conoce a Jauja y su historia, sino porque es de Jauja.
    Completamente de acuerdo con él y creo que seria ocioso comentar algo mas en ese aspecto.
    Solo que a mi parecer nuestro orgullo seria algo diferente y posiblemente mas tirano y mas discriminador. (Lo digo por mi).
    Tal vez la crianza, la educación y las costumbres hubiesen cambiado bastante, nos hubiesemos vuelto una ciudad cosmopolita llena de edificios sin espacio para el campo, ya se habrian "tomado" la laguna de Paca para cuando yo naciera.
    Tunanmarca, Huancas, Pueblo Viejo y las demas ruinas serian monumentos historicos desde hace mucho.
    Y nuestro Glorioso San Jose hubiese tenido millones de alumnos pugnando por ingresar a sus aulas.
    Es mas, derrepente ya no se llamaría Perú nuestro país, sino JAUJA.

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  3. Diego Al berto Valenzuela Chancafe

    respecto de las razones que obligaron a desitir a Pizarro yo pienso que son dos. Primero habian autoctonos e incas que estban descontentos en el valle, y segundo que desde la costa se podia comerciar gandes cantidades de productos.
    Res pecto a que si hubiera cambiado algo, estoy de acuerdo con el Sr. Dario Nuñes, pero mudarse a la sierra central si puede servir militarmente.

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  4. Gustavo Fuentes Flores

    Los análisis geopolíticos que anteceden encierran diferentes probabilidades con lo que hubiera sido la historia de Perú. Acoto otra posibilidad: A inicios del coloniaje en las sierras de Jauja colindantes con la selva central se desarrolló la rebelión de Juan Santos Atahualpa, situacion que en el caso de la Jauja Capital habría adelantado los íconos de independencia que en la historia se dio con la rebelión de Túpac Amaru recién en los 1780. Estoy de acuerdo en mencionar que otra habría sido la realidad del país sin embargo: No fue así, hay que admitirlo.

    Los temas de ubicacion estratégica de nuestro Valle en el aspecto geopolítico han sido adevertidos desde siempre, no trasladándonos muy lejos en la época de Velazco se rumoreaba mucho de una posible repatriación miitar de Arica y Tarapacá y para ello el Gobierno Militar decidió establecer en aquella época la Estacion Terrena Satelital en nuestro valle, específicamente en Sicaya que efectivamente se construyó en secreto por la mano de obra japonesa(Nippon Electric Co) y finalmente desisitido de esa idea inicial pasó a ser una Estacion Terrena de Entel Perú y que luego Telefónica lo donó hace poco al Instituto Geofisico. Esto para ilustrar a Jauja entre otros asuntos como por ejemplo la idea de construir el actual aeropuerto fueron pensados y planeados en su tiempo bajo propósitos militares.

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