Facsímil de la crónica publicada en el suplemento semanal Variedades,
del Diario Oficial El Peruano, el día lunes 19 de noviembre del año 2007,
corresponde a Moisés Aylas Ortíz y la foto a Jesús Raymundo T.
AL MARGEN DE QUE si eran o no cuatrocientos años de la llegada de la Virgen del Rosario a Jauja, hace dos años atrás festejábamos ese acontecimiento, celebración que reflejó la honda presencia de María por la que está marcada nuestra provincia de Jauja. Satisfacción profunda me causó saber que sin contar los defectos de unos y otros en la tarea evangelizadora de la zona, la Virgen del Rosario ha dejado su presencia como fuente de esperanza, amor, trabajo y unidad.
Sabemos bien, que en los comienzos de la evangelización del gran Imperio del Tahuantinsuyo, y de una manera singular del gran Reino Huanca, cuya capital quedaba en la otrora impresionante ciudadela de Siquillapucara*, fue en Jauja, donde por primera vez se celebró la Santa Misa. Desde entonces, no solamente se le puede considerar la Primera Capital del Perú, sino también la Capital de la Fe de la zona central del Perú.
Fue en Jauja donde se inició la tarea evangelizadora de todo ese vasto sector, de aquel entonces, de nuestra patria. Desde Hatun Xauxa se irradió la Fe al Hanan, Hurin (Lurin) Huanca, es decir, a todos los confines del Reino Huanca; pero desde Jauja también se propagó la Fe a la selva central. Y como en toda la Historia de la Iglesia, la evangelización de esta zona del Perú, también estuvo acompañada por la presencia amorosa de María, la Madre de Dios. No en vano nuestro pueblo es profundamente mariano, es decir, devoto de María. Muchos pueblos de nuestra amada arquidiócesis de Huancayo están marcados por la presencia silenciosa, pero amorosa y eficaz, de la Virgen; por nombrar algunos: Apata con la Virgen de la Natividad, Orcotuna y Sapallanga con la “Mamacha” Cocharcas y nosotros los jaujinos con nuestra “Mamanchic Rosario”.
Y es que Jesús desde la Cruz, a través del discípulo que más amaba, nos regaló a María en la expresión: “Hijo, ahí tienes a tu Madre”. Desde entonces, María camina y avanza con nosotros.
Después de unos cuatrocientos años, no importa la exactitud de los años, interesa saber que no en vano ha pasado tanto tiempo y que el amor de María se ha difundido a lo largo de nuestra zona; y si hay detalles por los que queremos caracterizar a Jauja, uno de ellos radica precisamente en su Virgen del Rosario.
Sin embargo, cabe resaltar, que nunca habrá verdadero culto a María, verdadera devoción a Ella, si no existe un compromiso silencioso, pero al mismo tiempo eficaz, con la Iglesia, con nuestro pueblo, con sus necesidades y esperanzas. María tomó en serio la tarea que suponía en ella ser la Madre de Dios. A nosotros, como devotos de Ella, nos toca otro tanto.
Siempre me han incomodado las devociones por costumbre o figuración, pues están lejos de la misma esencia, más todavía si hay que mantener esta costumbre por capricho antojadizo de algunos que tienen miedo a perder relevancia en el pueblo. El concepto de que teníamos dos vírgenes: una de ricos y otra de pobres, está lejano del plan de Dios porque son creación e invento de algunos para asentarse en sus intereses y caprichos. Desde el inicio, en el plan de Dios, la Virgen es una sola y si tuvo que ponerse de parte de algún grupo, entonces fue por los pobres. Por algo decimos de Ella en su canto de alabanza: “ensalzó a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos”.
De ahí, entonces, la invitación de María a tomar en serio el plan de Dios hacia una devoción eficaz, comprometedora y misionera.
¡Cuántas de nuestras celebraciones en nombre de la Virgen se quedan simplemente en meras ceremonias, sin un compromiso eficaz con el hombre de hoy! Y cuando digo con el hombre de hoy me refiero al hombre en su totalidad. ¡Cuántas de nuestras celebraciones se quedan en el día de la festividad, sin un compromiso con la Iglesia! ¡Cuánto de nuestra Fe a veces se ha convertido en un adormecedor de nuestras conciencias, de las exigencias de nuestros pueblos. Peor todavía, ¡Cuánta de nuestra Fe, simple y llanamente se resume a unas horas de presencia en la festividad! Lejos ciertamente de lo que Dios quiere, más lejos todavía de lo que supondría nuestra devoción a María. María tomó en serio su papel de Madre de Dios, por eso a prisa fue a la montaña donde su prima Isabel y se puso al servicio de ella.
Decía presencia efectiva, eficaz, pero también silenciosa, sin aspavientos, sin tanto ruido, sin propaganda, sin anuncios, sin comentarios. En un mundo donde todos queremos ser avistados y reconocidos, donde buscamos los aplausos y las felicitaciones, donde queremos que todos sepan lo “mucho” que hemos hecho, María es una invitación al compromiso silencioso que de suyo tendrá mayor eficacia.
He leído algunas historias que cuentan que la Virgen del Rosario fue la Virgen más ricachona. No es mi papel decir si lo fue o no, pero yo diría que hoy la Virgen del Rosario es ricachona por todo lo que de riqueza juvenil e infantil tiene a lo largo de nuestra tierra.
Nosotros también estamos llamados a servir desde y en el lugar determinado que la vida y las circunstancias nos han colocado. Hacernos servidores supone reconocer en otros la imagen de Dios y considerarlos hermanos nuestros.
En tiempos en que se van perdiendo los valores y creando antivalores que van limitando al hombre a ser cada día menos persona, María sigue siendo un interpelante en nuestras vidas y en nuestra sociedad, más todavía en la tibieza de nuestra fe, de nuestra respuesta como cristianos. Con toda certeza, añadiría que María viene a ser una invitación, alegre y desprendida, a hacer realidad el mandato de su Hijo: “Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y al prójimo como a ti mismo”.
Que Mamanchic del Rosario, siga caminando con nosotros, nos siga cobijando bajo su manto protector, animando nuestras vidas, entusiasmando con el plan de salvación del Padre, pero también sabiendo asumir nuestras debilidades y defectos, corrigiéndonos de las soberbias y falsos orgullos, que nos limitan a hacer de nuestro culto y devoción a Ella un medio eficaz que contagie y anime a otros a amar a María y seguir aportando y trabajando por la tierra que nos vio nacer (Tomado del periódico Estudiante, Nº 3, Jauja, setiembre-octubre de 1996, p.16)
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* Actuales estudios arqueológicos, históricos y lingüísticos han demostrado que este supuesto “Reino Huanca” nunca ha existido, y en consecuencia ninguna capital del mismo. La versión de un reino huanca ha sido y es ampliamente difundido en la provincia de Huancayo, pero como no se ajusta a la realidad, debe ser corregido. (N. de. E.).
Nota de edición: Documento de Trabajo N° 01: Para construir el circuito turístico Mamanchic Rosario en la cabecera norte del valle de Jauja. Con Licencia y distribuído por: Halckon Editores; 13 de mayo de 2008.
El presente artículo de ensayo fue publicado en el libro La Fiesta del Rosario. El culto a la Virgen del Rosario. Patrona de Jauja; trabajo compilatorio de: Carlos H. Hurtado Ames y Julio C. Dávila-Mendiola; Halckon Editores; octubre 2005; pp. 91al 94.
Comentario: (…) De otro lado, se ha incluido un artículo del R. P. José Chuquillanqui, que es más una reflexión teológica y moral que concita el culto a la Virgen. El mensaje principal del texto sostiene que no puede existir un verdadero culto a María, si no existe un compromiso silencioso, pero al mismo tiempo eficaz con la Iglesia, con el pueblo, con sus necesidades y esperanzas. La devoción por costumbre o figuración es parte de sus reflexiones y crítica que nos ofrece este trabajo; así como lo absurdo de pensar que en Jauja hayan dos Vírgenes, y más absurda aún, la división que algunos suelen establecer que una, es para los ricos; y otra, para los pobres, lo que desde la reflexión cristiana, no corresponde al plan de Dios.(…) (De la Introducción al mismo libro, por: Carlos H. Hurtado Ames)